18 de septiembre de 2009. En la ciudad de Mar del Plata, la Comisión Política de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista produjo un documento que reivindica los programas de La Falda y Huerta Grande, el espíritu del 1° de Mayo de 1968, el Acta de Compromiso Nacional de junio de 1973, los 26 puntos de la CGTRA y las luchas del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) contra el neoliberalismo menemista.
Las organizaciones sindicales peronistas que voluntariamente asistimos a este encuentro de debate político e ideológico queremos manifestarle al Pueblo Peronista en particular, y a todos los argentinos de buena voluntad, nuestra decisión de constituir una corriente político sindical que contribuya a la reorganización del Movimiento Nacional y Popular como eje articulador de los intereses nacionales, la garantía de políticas de Estado y la determinación de una agenda construida por los argentinos y para los argentinos.
Con la humildad de sabernos parte de la clase trabajadora, pero con la fortaleza de nuestras convicciones, nos sentimos herederos de los hechos gloriosos del sindicalismo argentino que supo en determinados momentos claves de la historia de nuestro país expresarse con claridad y prudencia.
Nos animan nuestros líderes y nuestros mártires, los programas de La Falda (1957) y de Huerta Grande (1962), el espíritu del 1° de Mayo de 1968, el Acta de Compromiso Nacional del 8 de junio de 1973, los 26 puntos de la CGTRA y de las luchas del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) contra el neoliberalismo. También el anhelo de servir al conjunto del pueblo argentino.
Porque, no nos engañemos, para desterrar el hambre de la argentina se necesita pleno Empleo, plena Educación, plena Salud y plena Alimentación. Y a eso, nosotros le llamamos Justicia Social.
No queremos justificar nuestras conciencias con asignaciones universales al modo de limosnas; nosotros creemos en la dignidad del trabajo y en la cultura del esfuerzo, ejes fundamentales para el desarrollo del hombre el la Sociedad.
Pero somos concientes, y la historia lo demuestra, que cuando el desempleo desciende, la multiplicación de nuevos puestos de trabajo no garantiza la redistribución de la riqueza, porque este paso que toca sensiblemente los intereses de los poderosos, no se da sin un pueblo organizado.
Se trata de una transformación cualitativa que exige los dolores de parto de la liberación.
No se trata del “buen gerenciamiento” de un país colonial o de preservar el status quo a través de gestiones “transparentes”. Estamos hablando de realizar una revolución en paz.
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El Peronismo no se reduce a una “maquina de ganar elecciones”. El Peronismo es un movimiento para la liberación nacional. Por eso nosotros proponemos la Unidad detrás de un proyecto y no de candidatos.
El candidato es esclavo de la imagen, sirve al raiting y por eso necesita que la Política se convierta en espectáculo de marketing, donde solo vale el dinero y la publicidad.
El dirigente es esclavo de la causa, sirve al Pueblo, y por eso construye la política en el territorio, en el barrio, en la fábrica. El pueblo debe volver a ser el protagonista.
Perón afirmaba: “Nosotros queremos hombres que piensen y sientan como nosotros, que tengan un objetivo similar al nuestro, que estén dispuestos a sacrificarse como nosotros en bien de la Nación. El primer aspecto es dar orgánicamente un espíritu al Movimiento, con su mística, con sus principios, con la determinación de las grandes normas de ejecución. Eso conforma un estado espiritual del movimiento, que se entiende algunas veces y se siente otras”.
Es curioso pero esto el enemigo lo ha entendido mejor que nosotros, en consecuencia opera sobre nuestro sentimiento. Hace tiempo que el aparato publicitario construye matrices que apelan a una manipulación de los afectos. No confrontan en el plano de las ideas, no porque no las tengan, sino porque las mismas son inconfesables.
Construyen escenarios donde lo que se pone en juego son “modales” y no razones. Cuando los dirigentes antinacionales ceden es porque “tienen convicciones”, en cambio los dirigentes populares somos “intransigentes o caprichosos”. Cuando ellos ceden son “dialoguistas y tolerantes”.
Cuando lo hacemos nosotros, “claudicamos o somos entregadores”.
A esta farandulización de la política le son funcionales las internas abiertas para que sean los grandes monopolios los que decidan instalar los candidatos. Por eso, al “dedo” de los Medios opongámosle la democracia de las organizaciones libres del pueblo.
Tenemos que volver a recrear la política detrás de las ideas, para eso necesitamos de la discusión y el debate. Que aflore de abajo hacia arriba la consigna, desde los cimientos que son nuestros orígenes, hasta el techo que son nuestros sueños.
Convocamos a los jóvenes a ser el presente además del futuro. A tomar la posta y adoctrinarse porque la realidad exige preparación y convicción. A romper con la política del “toma y daca”. A quebrar la lógica del puntero, del internismo sectario. A reventar los odres viejos con el vino nuevo de la mística militante.
Asumimos el compromiso de militar para construir poder popular conjuntamente con los movimientos sociales y demás fuerzas políticas para que el futuro nos encuentre en la consolidación de un frente programático alternativo a los contubernio electoral.
Creemos que la organización es el resultado de la concientización y el adoctrinamiento, recuperando el rol de una educación liberadora más allá del sistema educativo formal, para que las grandes mayorías puedan reencontrarse con sus intereses, con sus responsabilidades históricas y descubrir que su destino no es otro que el del Pueblo en su conjunto.
Hoy, como ayer, es preciso tomar posición clara en aspectos centrales de nuestra vida política. Ayer era la nacionalización de la banca, hoy es la necesidad de una nueva Ley de entidades financieras y la reforma de la carta orgánica del Banco Central.
Ayer era el IAPI y la nacionalización del comercio exterior, hoy son los derechos de exportación y las retenciones móviles.
Ayer era prohibir la importación competitiva con la producción nacional, hoy, es redefinir la unión aduanera en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y sellar una alianza regional para posicionarnos en la Organización Mundial del Comercio.
Ayer era prohibir la exportación directa e indirecta de capitales, hoy, es atacar la fuga de divisas y repatriar el PBI paralelo de capitales argentinos en el exterior.
Ayer y hoy, ser peronista es defender la justicia social, la soberanía política, la independencia económica y la unión latinoamericana. Ser peronista es no abandonar la lucha por alcanzar la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.
En definitiva nos comprometemos a una construcción política que sea agradecida con los propios, leal con los aliados, respetuosa de los adversarios e intransigente con el enemigo, evocando lo mejor del peronismo cuando decía que sobre la unidad de los trabajadores vamos a sentar los cimientos de la Nación.
Para finalizar, hoy como ayer estamos dispuestos a defender el mandato popular, las instituciones y la Democracia.
Comisión Política
Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista