De víctimas y cómplices

Mientras la Iglesia busca galvanizarse frente a un presunto plan del gobierno para «quitar poder» al cardenal Jorge Bergoglio, nuevas revelaciones demuestran el nivel de involucramiento que tuvo la institución eclesiástica con el Terrorismo de Estado durante la última dictadura militar.

Aunque desde la cúpula eclesiástica hablen de una nueva reconciliación justo en el momento en que la derecha golpista reclama un nuevo punto final, o aunque los voceros clericales argumenten por lo bajo que la Casa Rosada ha puesto en marcha un plan para responder a las críticas de la iglesia, las pruebas del pasado reciente tiñen de duda semejante victimización.

Esta semana un hombre testimonió ante la Justicia que vio cómo el obispo de San Nicolás, monseñor Carlos Ponce De León, fue asesinado en 1977 por altos jefes del Ejército de la zona y denunció que el Nuncio Apostólico Pío Laghi, habría sido «cómplice» de ese crimen.

Se trata de Víctor Oscar Martínez, hijo adoptivo del obispo, que declaró como testigo ocular del hecho y que nunca había declarado ante la Justicia porque desde hace 25 años vive en el exterior. De acuerdo a sus palabras, fuerzas a cargo del coronel Manuel Fernando Saint Amant, entonces jefe del Batallón de San Nicolás, «remataron» al obispo cuando el auto en el que viajaba se accidentó y el Nuncio Pío Laghi -embajador del Vaticano- habría sido «cómplice» de esa muerte, supuestamente reportando información al represor Emilio Eduardo Massera.

Ahora, el juez federal de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo podría ordenar una serie de detenciones en el marco de esta causa, en base a los pedidos que planteará el fiscal de la causa, Juan Patricio Murray.

Carlos Ponce De León, obispo de San Nicolás durante la última dictadura, murió el 11 de julio de 1977 en un misterioso accidente automovilístico en proximidades de la ciudad de Ramallo. Su muerte ocurrió cuando viajaba, junto a su hijo adoptivo, desde San Nicolás a Buenos Aires, para presentar unos papeles en sus gestiones pidiendo por ciudadanos desaparecidos en su área y reportando la represión ilegal que tenía lugar en el norte de la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe.

Incluso, se cree que iba a presentar en la Nunciatura de Buenos Aires documentación que tenía que ver con el asesinato de los curas palotinos. Según organismos de derechos humanos, Ponce De León era considerado un «obispo rojo» en el norte del territorio bonaerense, ya había tenido enfrentamientos con militares de San Nicolás e incluso lo apodaban «monseñor ambulancia» porque solía recoger a heridos en enfrentamientos y atendía a familiares de desaparecidos.

Como en el caso del obispo riojano Enrique Angelelli, siempre se sospechó que el accidente en el que murió Ponce De León había sido fraguado, pero el juez Villafuerte Ruzo, que investiga esa hipótesis, interrogó al hijo adoptivo del religioso, quien desde hace 25 años vivía en el exterior.

Al declarar por primera vez en la justicia sobre aquel episodio, Martínez «relató cómo Ponce de León fue rematado al borde de un camino por fuerzas militares a cargo del coronel Saint Amant», según aseguró la subsecretaria de Derechos Humanos bonaerense.

Rematando al obispo

La subsecretaria de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Sara Derotier de Cobacho, querellante en la causa, declaró a la prensa que Martínez contó que cuando viajaba por la ruta el auto volcó repentinamente y pudo ver cómo «un grupo de militares golpeaba con las culatas de sus fusiles al obispo, antes de oír la voz del coronel Saint Amant dar la orden para que lo remataran».

Incluso, Martínez habría salpicado a sectores de la Iglesia con esta muerte y habría señalado al Nuncio Pío Laghi como «cómplice» del crimen. «Ponce de León recibía de manera habitual a los familiares de jóvenes desaparecidos y le remitía esa información al Nuncio Apostólico Pío Laghi, que se la entregaba a su vez a Eduardo Emilio Massera», aseguró la subsecretaria.

La funcionaria tuvo acceso a la declaración de Martínez, ya que es querellante en la causa en representación de los sacerdotes Marcelo Sbaffo y Marcelo Domenech, la agrupación HIJOS de Rosario, Madres de San Nicolás y Rosario y familiares de Ponce de León.

Según el organismo, existen testimonios que dicen que Ponce León recibía constantes amenazas de muerte en las que le decían que «de julio no pasaba», que lo habían perseguido e insultado en la calle y que contaba con importante información sobre el asesinato de los curas palotinos, ocurrida un año antes, que planeaba presentar en la Nunciatura el mismo día de su muerte.

Carpetazo

Pero desde la iglesia, las preocupaciones están centradas en otro temor, también relacionado con la dictadura, pero referente al cardenal Jorge Bergoglio. Según informó la agencia de noticias DyN, los estrategas celestiales esperan un “carpetazo” del gobierno contra Bergoglio, en referencia a una presunta operación que de antemano las fuentes religiosas dicen tener la certeza de que se sustenta en «viejas calumnias».

Las mismas fuentes anticipan que un documento de inteligencia reflota el conflicto de Bergoglio con los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, por el compromiso de éstos con la «pastoral villera».

La consecuencia fue el secuestro por un grupo de tareas el 23 de mayo de 1976 y la aparición después de cinco meses de cautiverio. Según el propio Yorio, el deseo de Bergoglio de sacárselo de encima tentó, a este último, a hablar varias veces con Emilio Massera para que vinieran a llevarse a los terroristas infiltrados en la actividad evangelizadora», aseguran que cita el dossier de inteligencia que dicen conocer en la curia.

En la Iglesia, en cambio, sostienen que la versión de los hechos es «maliciosa» y que, en realidad, Bergoglio hizo numerosas gestiones en la Santa Sede para trasladar a los sacerdotes a Roma y salvarles la vida.

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