¿De qué hablamos al decir “salud mental”?

Megaoperativos que parecen "razzias", declaraciones estigmatizantes del jefe de la Policía de Tucumán. En la semana en que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, el Jardín de la República ¿ataca o defiende a sus ciudadanos? Por Carlos Alberto Díaz

El 10 de octubre de 1982, la Federación Mundial para la Salud Mental, con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unificó criterios para establecer el Día Mundial de la Salud Mental, con el fin de simbolizar el compromiso con este tema, así como promover medidas para su abordaje. Este año, en Tucumán, apenas tres días antes, Joaquín Alfredo Girvau Olleta, jefe de la Policía, declaró públicamente que “los delincuentes nacen y mueren delincuentes”.

El Día Mundial de la Salud Mental busca visibilizar la importancia del bienestar mental, incluyendo la necesidad de crear espacios de apoyo y tratamiento para personas en situaciones de vulnerabilidad. Por ejemplo, aquellas alcanzadas por el sistema penal. La salud mental no sólo concierne a la prevención y tratamiento de trastornos, sino también a la creación de políticas públicas que desafíen estigmas, especialmente cuando se refieren a sectores marginados. Afirmar que alguien está “condenado” desde su nacimiento no hace más que reforzar una narrativa determinista y estigmatizante, criminalizando problemas que, a menudo, tienen raíces sociales, económicas, políticas, culturales y no biológicas.

Les propongo un juego. Consiste en generar sustituciones y, de esta manera, reflexionar juntos sobre la forma de pensamiento que transmite lo dicho por el comisario general. Cambiemos “delincuentes” por “X”, esa letra de las matemáticas que expresa una incógnita. Como tal, “X” podría ser “hombre”, “mujer”, “loco”, “adicto”, “pobre”, etc. Lo que da por resultado una teoría del Ser que evidencia una posición sobre la condición humana, sostenida en la idea de autodeterminación y en que la misma es inmutable a lo largo de la historia. Las consecuencias de esto serían: la ciencia no podría avanzar, las sociedades no se podrían modificar, las personas no podrían cambiar y las opiniones serían las mismas a lo largo de toda la vida… Evidencia el reflejo de una visión profundamente estigmatizante y peligrosa, porque instala el discurso de que las personas no pueden cambiar y la sociedad —el Estado— va a “defender a los ciudadanos y no a los delincuentes”. Si esta frase les resulta conocida, es porque pertenece a la actual ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y la dijo en el segundo debate presidencial (2023).

«No estamos para andar preguntando al delincuente si se va a reinsertar en la sociedad. Son delincuentes, nacen y mueren delincuentes. Ya me cansé de decirlo», afirmó Girvau. Al menos tres ideas aparecen en la declaración: los delincuentes no son considerados personas; los delincuentes serán los ladrones, los locos, los desviados, los adictos; la delincuencia se asocia al hurto, al robo, a las drogas, a la marginalidad, a la pobreza y a la locura. Vuelven a escucharse las voces que claman por la vieja escuela de la “peligrosidad” y que proponen dos soluciones para acabar con los “delincuentes”: la muerte o el encierro. ¿No es, acaso, un ataque a la salud mental?

La OMS define la salud mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”. ¿Cómo en un contexto donde el nivel de pobreza es mayor al 50% los ciudadanos podríamos desarrollar nuestras potencialidades, afrontar las tensiones de la vida, trabajar, producir y aportar a la comunidad?

La sociedad de la libertad individual también nos quiere vender la idea de que salud mental es solo “patologías”, “malestares”, “trastornos”, “crisis”, “enfermedades”, “padecimientos”, dejando de lado que también es establecer políticas destinadas a favorecer y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos: el acceso a salud, educación y trabajo (derechos humanos básicos); que implica proponer soluciones, prácticas, intervenciones que no solamente se limiten a la atención de las demandas de los y las consultantes; y no puede ser pensada fuera del sistema democrático.

Las declaraciones del presidente, de la ministra de Seguridad de la Nación y del jefe de Policía de Tucumán se basan en ideas que atentan contra la democracia y lo democrático, e impulsan políticas para una sociedad de “ciudadanos de bien”, los únicos beneficiarios de salud mental, los únicos que tienen el privilegio.

Ahora, volvamos a jugar. Si cambiamos “delincuentes” por “X”, pero esta vez “X” podría significar “evasor de impuestos”, “traidor de la Patria”, “rematador del Estado”, “golpeador de jubilados”, “odiador de lo público”. ¿También dirán que ellos nacen y mueren delincuentes? ¿También serán un problema a erradicar con la muerte y/o el encierro?

La palabra conmemorar es evocativa, implica un llamado a poner a algo a alguien en la mente. Entonces, seamos consecuentes con la fecha y pongamos en nuestra mente qué tipo de salud mental promueven estos discursos.

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