Aunque a principios de septiembre la justicia electoral mexicana confirmó al candidato oficialista Felipe Calderón como el próximo presidente de México, una Convención Nacional Democrática reunida en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México declaró presidente constitucional al líder opositor de centroizquierda Andrés Manuel López Obrador (AMLO)
La Convención Nacional Democrática posicionó al referente progresista como la principal arma de desgaste político del próximo gobierno. Fue con el respaldo de un millón 250 mil delegados decididos a oponerse, por todos los medios pacíficos a su alcance, al fraude electoral en las elecciones presidenciales del 2 de julio y a la imposición del sucesor de Vicente Fox como presidente espurio.
Pero eso no es todo: la mayoría de los analistas coincide en que la Convención Nacional Democrática (CND), además de ser el acontecimiento político más importante en la vida de México en el pasado cuarto de siglo, conduce la indignación popular en forma pacífica y constructiva, y restablece la soberanía del pueblo.
Para el analista Luis Garrido, “la resistencia civil pacífica tiene hoy en la CND una forma más avanzada de organización cuyo objetivo es dar vida a un nuevo Estado y a sus instituciones. Después de convenciones singulares en la historia de México -entre ellas, la de Aguascalientes, promovida en 1914 por Emiliano Zapata y Francisco Villa, luego de ser excluidos por Venustiano Carranza, y más actual la del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, realizada en Guadalupe Tepeyac-, la CND de López Obrador «reconoce que se viven momentos de definición histórica, porque ante el fraude (electoral), tenemos derecho a protestar, así como el compromiso y obligación de hacerlo».
La decisión, que puso en marcha una herramienta cívica multisectorial para articular el repudio al régimen que denuncian fraudulento, si bien sobrepasó el millón de delegados, se encamina a confrontar pacíficamente con el Tribunal Electoral, los actuales tres poderes de México, las Fuerzas Armadas y la mayoría de los países que tienen embajadas en el país azteca, que consideran que el presidente constitucional es Felipe Calderón, quien jura a su cargo el próximo primero de diciembre.
Esto hace que la principal economía de Latinoamérica sea la única República con dos presidentes. Si bien es cierto que Calderón manejará el presupuesto nacional y contará con el apoyo del grueso de las instituciones, AMLO encabezará una protesta multitudinaria que buscará ganar las calles hasta arrasar la endémica debilidad con la que comienza el nuevo gobierno, para forzar a una nueva elección.
La dictadura perfecta
México fue el país más estable de Iberoamérica. Desde 1934 cada seis años tuvo un presidente que empezaba y terminaba en la misma fecha, que nunca fue remplazado ni se quiso re-elegir, pero el motor de ese mecanismo fue la sucesión por décadas de los candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la fuerza que gobernó México por más de 40 años y que hace seis perdió su hegemonía tras las reiteradas denuncias de fraude y los crímenes políticos que empañaron la política mexicana.
La era del PRI fue considerada por el premio Nóbel Gabriel García Márquez como “la dictadura perfecta”. De esos embates de la historia mexicana proviene el espíritu de la CND que se prepara para, por lo menos, seis años de confrontaciones políticas.
Quizás por eso, el magnate mexicano Carlos Slim, reconocido filántropo con supuestas orientaciones progresistas, lamentó en un encuentro con empresarios que la izquierda del país se haya radicalizado y que en los últimos meses permitiera que fueran bloqueadas calles de la capital.
Slim ha brindado su apoyo al Partido de la Revolución Democrática que lidera López Obrador, pero ahora este empresario, uno de los más ricos del mundo, considera “kafkiano” que el PRD, en el gobierno capitalino, haya permitido la ocupación durante 47 días de la avenida Paseo de la Reforma por simpatizantes de AMLO.
Luego de conocido al fallo del Tribunal Electoral que confirmó la presidencia en manos de Calderón, Slim se reunió con el actual presidente mexicano en una señal de apoyo a la cuestionada sucesión y fue leída inmediatamente por varios gobiernos latinoamericanos, que 24 horas después comenzaron a saludar al nuevo mandatario electo.
Ahora para el presidente del Grupo Carso y dueño de empresas como Teléfonos de México (Telmex), Calderón debe incluir ‘posiciones sociales de fondo’, y por eso elogió su lema de erigirse como ‘presidente del empleo’.
Semejante movimiento tuvo su contrapartida ya que el nuevo escenario está obligando a todos los sectores a tomar definiciones. Esta semana el líder del EZLN, el subcomandante Marcos, se sumó a la crisis postelectoral que prevalece en el país y denunció que en los comicios presidenciales del 2 de julio se cometió fraude contra el candidato izquierdista Andrés López Obrador.
«López Obrador obtuvo el mayor número de votos entre quienes se disputaban la presidencia; aunque no con la holgura que vaticinó, su ventaja fue clara y contundente», dijo Marcos en un comunicado que citó la agencia noticiosa italiana Ansa. El subcomandante fue un duro crítico de López Obrador, pero ahora rompió un prolongado silencio sobre las disputadas elecciones y expresó que Calderón triunfó en un proceso manipulado.
Este nueva adhesión del componente indígena del malestar popular mexicano, agrega una dinámica que entusiasma a aquellos que quieren ver en México el surgimiento de una experiencia inédita, pero pone en estado de alerta a quienes harán todo lo posible por mantener el statu quo, entre ellos el nuevo gobierno, que flexibilizará todo lo posible sus políticas para eludir las críticas de fondo que la CND irá generando.
La gestación
El 16 de septiembre, la Convención fue inaugurada por la prominente escritora Elena Poniatowska. En el evento se registraron 1,2 millones de delegados de los diversos estados mexicanos que definieron que López Obrador tomara posesión del gobierno paralelo el 20 de noviembre. «La Convención Nacional Democrática declara legítimo presidente de México a Andrés Manuel López Obrador», afirmó una oradora tras la votación de los delegados.
La CDN designó tres comisiones nacionales que tendrán la misión de implementar los acuerdos: una se encargará del aspecto político, la segunda preparará un programa de resistencia civil y la tercera organizará una asamblea constituyente que deberá redactar la nueva constitución.
En su discurso de clausura López Obrador afirmó que el camino de un gobierno paralelo es la salida a la crisis política que surgió tras la celebración de los comicios presidenciales que calificó de «fraude».
Agregó que la «nueva República» deberá promover la democracia, la soberanía del país y establecerá un estado de bienestar que garantizará los derechos a la salud, la educación y la vivienda «de todos los mexicanos».
Afirmó que su gobierno combatirá la corrupción, defenderá los recursos del país y luchará por renovar las instituciones «que fueron corrompidas por una minoría».
En otros momentos de la historia mexicana ya hubo dos presidentes coexistiendo en el territorio azteca: el conservador Miguel Miramón y el liberal Benito Juárez durante la Guerra de Reforma o de Tres Años (1858-1861), o Venustiano Carranza y los presidentes surgidos de la Convención de Aguascalientes (1914-1916), y en algún momento hubo en el siglo XIX hasta tres presidentes, pero en estos inicios del siglo XXI, y ante el desastre económico, la crisis política actual evidencia el fracaso absoluto del statu quo compuesto por el partido oficialista PAN y el añejo PRI.
Las crisis no generan caos, generan cambios. El largo camino que ya transita la resistencia civil mexicana lo confirma.