Al 2016 se lo vendió como “el año de la reforma electoral”. A poco más de dos meses de su cierre (y antes del balance del primer año de gobierno macrista y chistes varios sobre el famoso segundo semestre), Diputados aprobó y envió al Senado el tan mentado cambio, cuyos puntos sobresalientes son la implementación de la boleta única electrónica en todo el país y el establecimiento de la paridad de género en las listas electorales, un combo de #MiércolesNegro en el que los derechos parecen estar fragmentados.
Es cierto que el proyecto de reforma no avanza tal como había sido presentado en junio y ya se habló en todos lados de que las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) no se acotaron y que se podrá combinar candidatos de distintas alianzas. Sin embargo, entre la presentación del proyecto y el dictamen de comisión de septiembre se negociaron otros puntos importantes que, con los resultados puestos, refuerzan las dudas respecto de que el problema estuviera en la forma de votar, al tiempo que confirman que la “necesidad de modificar el sistema electoral” no tenía que ver con la práctica electoral en sí, ni con las reglas de juego político de cada partido, ni con la representación fragmentada en provincias, sino con las excusas del oficialismo para implementar de una vez por todas la boleta única electrónica (BUE) que reemplaza a la boleta de papel.
Ceder y conceder
En una reforma en la que se suponía que las preocupaciones principales giraban en torno a quién organiza las elecciones, cuáles son las reglas de financiamiento y cuál el instrumento de sufragio, el juego de las concesiones terminó mezclando aún más los tantos. Mientras que, como veremos, el voto electrónico -con 152 votos a favor- no representa progreso alguno, la paridad de género, con un consenso mayor -214 votos positivos- es considerada un avance. Pero si a la hora del balance de lo aprobado, lo bueno de uno anula todo lo malo del otro, lo que no hay es garantía de representatividad. Entonces, ¿se trata de una simple cesión de posturas o de un intercambio de derechos por paridad e igualdad por equidad?
«La paridad de género en las listas puede sostenerse como un avance en el camino hacia la igualdad en las candidaturas. La paradoja es que se da a cambio de una resignación para los electores»
En junio, cuando todavía varios legisladores se oponían a la BUE -o por lo menos tenían sus reservas-, ya se sabía que el voto electrónico no garantizaba la transparencia del sistema, por ende rompería con las condiciones de sufragio secreto, y tampoco igualaba los derechos de los electores, por lo que también terminaría con la condición de universal. En ese momento, el texto de la reforma en los Requisitos para la oficialización de las listas del art. 60bis no agregaba nada en relación a la normativa de género incluida en el Código Electoral desde la década del ’90 y mantenía aquello de que “las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del treinta por ciento (30%) de los candidatos a elegir y en proporciones con posibilidades de resultar electas”.
Modernización
El mismo texto hablaba de “la instrumentación de la boleta electrónica, la eliminación de las colectoras, la prohibición de candidaturas múltiples, y la disposición sobre la conformación de la boleta de las elecciones generales” como parte de una “reforma integral”, es decir, una modificación completa que el gobierno planteaba desde su concepto de modernización, el mismo que usó para crear un ministerio homónimo que se ocupa de “la implementación de nuevas tecnologías, la transparencia de la gestión y de los procesos de formación de empleados públicos”.
El punto 16 del art. 23 de la Ley de Ministerios (modificada por el decreto 13/2015) establece “proponer diseños en los procedimientos administrativos que propicien su simplificación, transparencia y control social y elaborar los desarrollos informáticos correspondientes”. Fue redactado antes, quizá como una precuela del proyecto de reforma electoral.
No obstante, nada tiene que ver la BUE con la innovación en gestión ni con una política de transformación. Y que el sistema utilice una máquina electrónica no lo vuelve moderno ni lo pone a la altura de la moda de los países más desarrollados, como tantas veces explicaron los expertos en informática que se encargaron de desmitificar las bondades del método.
Cabe aclarar -por si todavía quedan dudas- que no se necesita BUE para eliminar colectoras, candidaturas múltiples y demás, ni para solucionar algunos problemas de las boletas múltiples como el robo o la impresión de boletas por parte de los partidos. Todas cuestiones solucionables con la boleta única a secas.
Paridad, equidad, igualdad
Paridad es un concepto relacionado con corregir la falta de representatividad de las mujeres en la esfera pública, sobre todo en la política. ¿En qué medida refleja la capacidad de sus candidatos una lista con paridad impuesta? ¿Es natural y voluntaria o una coacción implantada? En Argentina, la aprobación de la paridad completa un ciclo que comenzó con el voto femenino, continuó con la Ley de Cupo y cierra hoy con un alto valor simbólico. Sin embargo, para entender bien la política de paridad es imprescindible remitirse a la epistemología basada en una razón universal accesible a todos los individuos y a una ética basada en principios y derechos universales.
La paridad de género en las listas puede sostenerse como un avance en el camino hacia la igualdad en las candidaturas. La paradoja es que se da a cambio de una resignación para los electores: al introducir un dispositivo informático entre voto y votante, la posibilidad de controlar los pasos esenciales de la elección queda limitada a aquellos que poseen conocimientos (avanzados) de informática. Así quedamos un poco menos iguales que antes: no alcanzará con saber sumar, restar o verificar si una caja de cartón está vacía o no. La posibilidad de controlar quedará limitada a quienes conozcan la diferencia, por ejemplo, entre «Read-Only Memory» y «Random Access Memory». ¿Cuántos son los que lo saben? Sin conocer este tecnicismo, difícilmente se podrá saber si la urna “está vacía” o no.
«No alcanzará con saber sumar, restar o verificar si una caja de cartón está vacía o no. La posibilidad de controlar quedará limitada a quienes conozcan la diferencia, por ejemplo, entre ‘Read-Only Memory’ y ‘Random Access Memory'»
Otro aspecto menos citado, pero que también implica exclusión, es la familiaridad que tiene el votante con los dispositivos electrónicos. En los distritos donde la mayoría está habituada al uso de pantallas táctiles difícilmente se note este aspecto limitante, pero en otras zonas o para determinados rangos etarios la cosa es diferente. La «demostración» de Juan Manuel Urtubey usando a un chico con síndrome de down en un video donde se promociona el sistema electrónico da cuenta de los temores que no exteriorizan los partidarios del método sobre el uso de la tecnología por parte de las mayorías.
Algunos políticos defensores de la BUE, como el secretario de Asuntos Políticos, Adrián Pérez, hablaron de la equidad que proporciona el sistema tanto en la competencia (“porque no habrá más robo de boletas”) como en la conformación de la oferta electoral. Si bien esto es cierto, en la mayor parte del mundo la solución elegida para que todos los partidos políticos puedan competir en igualdad de condiciones es la boleta única -no electrónica-.
Mientras tanto, en Argentina, la vulnerabilidad del método ya fue comprobada y es la luz roja que parpadea “fraude”, aunque según el mismo legislador, este proyecto no criminaliza «a quienes nos avisan de las fallas», sino «a alguien que tenga la intención de fraguar un resultado electoral». Sin embargo, para los especialistas en seguridad informática que deseen hacer auditorías independientes del sistema, la posibilidad de hacerlo en iguales condiciones que los auditores oficiales se aleja cada vez más: la media sanción de Diputados incluye un capítulo referido al régimen de sanciones a delitos o infracciones electorales, en especial a los delitos informáticos electorales, donde no está clara esta diferencia entre auditores y saboteadores. Por ejemplo, diseñar «programas informáticos que tengan como finalidad bloquear sistemas utilizados durante la jornada electoral» es un camino inexorable si se desea poner a prueba la seguridad del sistema y encontrar una falla. Aun sin estos nuevos delitos, el informático Joaquín Sorianello estuvo un año procesado por avisar sobre una. El marco legal para los auditores independientes resulta mucho más intimidatorio y excluyente.
¿Corrección política o demanda coyuntural?
En cuanto a la paridad, están los que sostienen que la única exigencia para postularse a un cargo público debería ser la idoneidad. Y se puede argumentar la obligación de excluir candidatos solamente por su sexo y discriminación por no tener en cuenta el requisito de idoneidad de cualquier representante. Por todo esto es importante advertir que todas las políticas de discriminación positiva pueden tener efectos no deseados dado que pueden discriminar negativamente a quien no tiene suficientes méritos y positivamente a quien los tiene. Cuando la paridad se incluye de apuro para dar respuesta a una negociación política, ¿se aprueba porque juega a favor de la igualdad? Y el voto electrónico, ¿juega a favor de la transparencia y la celeridad? ¿Cuánto ganamos y cuánto perdimos en la misma jugada?
Si nada cambia antes de que la reforma llegue a Senadores, el voto electrónico se aplicará por primera vez en las elecciones parlamentarias de 2017. También el próximo año, la representación femenina en la cámara de Diputados hará que pasemos del puesto 28 al 3 en el ranking mundial de mujeres en parlamentos (mayor impacto por mayor cantidad de bancas) e igualaremos a Bélgica en la de Senadores (menor impacto por menor cantidad de legisladores por provincia). Todo esto si se logran sortear los problemas que sin dudas surgirán en el momento de la implementación porque la paridad de género, redactada tal como se aprobó en Diputados, representa un problema para la integración de las minorías en las listas, dado que pone el género por sobre la representación política de las mismas. Así como está, lo que se acentuaría es el fraccionamiento de los partidos porque en la competencia interna podría no respetarse dicha representación.
El único país que incluye en su Constitución Nacional la representación femenina en el Parlamento será el mismo país de miopes que defiende el voto electrónico “para evitar el clientelismo” y también el de los políticamente correctos que no dudaron en utilizar como estrategia política la sensibilidad genérica del momento.