Nada ha cambiado desde que se confirmó que el oficialista Felipe Calderón ocupará la presidencia de México, tras ganarle una batalla electoral a Andrés Manuel López Obrador, el candidato de centroizquierda que ha refundado un proceso de desobediencia civil que no ha concluido y que se combina con los conflictos sindicales que el gobierno de Fox deja como herencia a su sucesor.
La violencia del México profundo ha vuelto a provocar estupor: en el Estado de Oaxaca dos personas fueron asesinadas durante un tiroteo desatado por grupos de derecha armados que hasta ahora han dejado 11 heridos de bala.
Un docente fue asesinado a balazos este viernes en una oficina cercana a la ciudad donde atendía el gobernador Ulises Ruiz y que al cierre de esta edición está ocupada por manifestantes opositores, según informó su esposa.
El asesinato del maestro identificado como Emilio Alonso se suma al del camarógrafo estadounidense Brad Will, de Indymedia Washington, también muerto por un disparo en una localidad cercana a Oaxaca, ciudad que se encuentra en estado de convulsión, con casi todos sus accesos bloqueados.
Alonso, maestro de educación primaria, murió por tres impactos de bala que dispararon personas de civil mientras se encontraba en una barricada frente a la tomada oficina del gobernador Ruiz, en San Bartolo Coyotepec, a 15 kilómetros de Oaxaca.
En varios episodios de violencia registrados este viernes en localidades del conurbano de Oaxaca se registaron además al menos 11 heridos de bala, disparadas por personas de civil que se desplazan en vehículos.
El ataque ocurrió cuando grupos de supuestos “guardias blancas”, según reportó la radio, agredieron a los brigadistas que resguardan las barricadas. El dirigente de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, Flavio Sosa, pidió la urgente intervención del gobierno federal en ese municipio, porque dijo que grupos al servicio del alcalde priísta están amedrentando con armas de fuego a los brigadistas que resguardan las barricacas. “Nosotros sólo tenemos piedras y ellos armas de fuego”.
De acuerdo a las primeras informaciones, en Calicante se registró un tiroteo y aparte del periodista y del docente muertos y el fotógrafo herido, dos personas más resultaron heridas. El reportero fue herido en el estómago, y falleció antes de llegar a un hospital.
Tanto en Calicante como en el municipio de San Antonio, ambos conurbanos a la capital del Estado, reina un ambiente de tensión, debido a que en ambos grupos de la Asamblea que resguardan las barricadas y de supuestas guardias blancas se encuentran separados por un centenar de metros y se corre el riesgo de un enfrentamiento mayor.
Los brigadistas se mantienen agazapados tras las barricadas y de acuerdo con la información, uno de ellos se encuentra herido sin posibilidad de ser trasladado a un centro de atención.
La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en esa ciudad mexicana, también informó que dos militantes docentes fueron secuestrados. La calma relativa que parecía haber llegado a esta ciudad con la decisión dividida de los maestros de volver a clases el próximo lunes se interrumpió repentinamente esta tarde, cuando un grupo armado atacó al menos a dos de las cientos de barricadas que cercan esta ciudad, y dejó como saldo seis heridos y un muerto.
De acuerdo con lo informado por las fuentes de esa organización, uno de los secuestrados fue identificado como Gerardo López, quien fue llevado a un reclusorio femenino en Tlacolula, donde fue golpeado.
Según los voceros de la APPO y de la Seccional 22 del gremio de los docentes, «grupos armados del PRI (Partido de la Revolución Institucional) iniciaron las balaceras contra compañeros que estaban de plantón frente al edificio de la Procuraduría y en el barrio Santa Lucía», en tanto hasta última hora de esta noche no había ninguna explicación oficial de los hechos.
La mala nueva sacó de la vigilia semicalma que tenía esta bellísima ciudad colonial hasta las primeras horas de la tarde, luego de que una asamblea de docentes resolviera en ajustada votación, volver a la actividad el próximo lunes.
En total 31.078 docentes votaron por iniciar el ciclo lectivo 2006-07 el lunes, mientras 20.387 mantuvieron la postura de seguir con el paro, aunque, de todos modos, la renuncia del gobernador Ulises Ruiz Ortiz, sigue siendo una condición sine qua non de todos, y es de prever que mucho más tras los incidentes de esta tarde.
Esa fractura en el gremio docente motivó que el plazo dado al gobernador Ruiz para dimitir se extendiera por otras 72 horas, es decir hasta el mismo lunes en que presuntamente se retomarán las actividades educativas.
Para los próximos días está convocada una nueva asamblea de la APPO, que ya se preveía como dura y que seguramente se radicalizará aun más por los ataques de esta tarde.
Antes de los ataques se percibía tensión en las calles, pero según los corresponsales que están en la zona, al recién llegado le daba la impresión de un cierto paréntesis en los enfrentamientos. A medida que el transporte que trae a los pasajeros desde el aeropuerto se acercaba al centro de Oaxaca, utilizando rutas alternativas para evitar las barricadas, las pintadas murales y las «mantas» (pasacalles o pancartas) daban muestras de distintas
preocupaciones.
El estado de ingobernabilidad salta a la vista con los edificios públicos tomados, pero también en las «mantas» de las agrupaciones vecinales que se auto convocan para darse seguridad frente a la ola de robos y asaltos, alentada por la ausencia de policías en las calles.
«Los maestros y la APPO no piensan, el gobierno no gobierna y nosotros, los que trabajamos con el turismo y producimos, estamos encerrados en ese ‘sánguche'», se quejó la dueña de un restaurante mientras intentaba sortear una de las tantas barricadas.
Pero a medida que el visitante se acerca a la plaza central, el Zócalo, el paisaje cambia radicalmente y las pintadas y las pancartas exigiendo la renuncia del gobernador, identificado con por iniciales, URO, ocupan casi todos los espacios.
«Asesino», «rata» y «dictador» son los calificativos más usados, aunque hay algunas leyendas más coloquiales («Ulises, ¿no te das cuenta de que el pueblo no te quiere?» o «Ulises, ¿con qué derecho vendes Oax?») y hasta algunas que no parecen haber sido escritas por un docente, como la que dice «Fox cómplice».
Así aluden a la actitud distante de este conflicto social del presidente Vicente Fox, que en un mes delegará el mando en su heredero del Partido de Acción Nacional (PAN) Felipe Calderón Hinojosa, a quien los docentes de la seccional 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la APPO amenazan con no dejar asumir si no hay solución a sus reclamos que han mantenido durante 5 meses de huelga.
Al enterarse que los docentes decidieron retomar las clases, Fox anunció que apoyará «con todo» un programa extraordinario para que este estado sureño y pobre recupere la normalidad.
En este contexto, la única llave de salida a la crisis parece ser la dimisión del gobernador, quien ya se ha transformado en una carga hasta para sus correligionarios del PRI.
«Si lo quitan, no vamos a decir nada; es un bulto del que nos tenemos que deshacer dignamente», dijo un alto vocero del PRI al columnista Francisco Garfias, del diario Excelsior. En esa misma columna, se informó que el vocero de la Presidencia, Rubén Aguilar, no desmintió las versiones que afirman que tanto el gobierno saliente como el entrante le ofrecieron a Ruiz Ortiz un cargo a cambio de que pida licencia.
Pero luego de estos crímenes políticos, la salida de Vicente Fox del gobierno queda teñida de sangre y de ese modo le entregará el poder a su heredero Felipe Calderón, que deberá enfrentar a un movimiento de resistencia civil que seguramente reclamará en las calles de México el esclarecimiento de estos asesinatos. Ese será el primer examen del próximo gobierno y el tiempo ya se le está acortando para lograrlo.