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Cruzar el umbral

Entre lo que pasa y la conciencia de sus responsables hay un corte, una ruptura. ¿Dónde se produce ese rompimiento? ¿Con qué llave abrimos el cofre con las respuestas? Por Silvia Rojkés

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

Mario Benedetti

El ministro de Economía, entre tantas opiniones, dice: “Argentina necesita eliminar la volatilidad política. No podemos pasar del capitalismo al comunismo cada dos años. Eso genera algo que no es normal en ningún país. Tenemos que seguir ganando credibilidad. Se debe estabilizar la demanda del dinero y tiene que haber menor volatilidad política. No vamos a hacer nada que perjudique a los argentinos”.

Mientras tanto, consultoras de distintos perfiles políticos, nos muestran el gran retraso salarial que existe en nuestro país, que sigue por debajo de 2023 y el salario mínimo está peor que en 2001.

La venta de las pymes cayó por debajo del nivel de 2024. Las industrias “funcionan” con el 60% de su capacidad instalada y, en el sector textil, seis de cada diez máquinas están apagadas por la combinación de apreciación cambiaria, desplome del consumo interno y una apertura comercial irrestricta. La caída de las ventas en el sector de autoservicio y supermercados; el gran endeudamiento y la morosidad de pago en las tarjetas de crédito utilizadas para los gastos cotidianos (especialmente alimentación, es decir, la comida de todos los días); la disminución del uso de la tarjeta de débito; el cierre de comercios, que nos sigue sorprendiendo en el caminar cotidiano cuando vemos locales vacíos; empresas que adelantan vacaciones o suspenden a trabajadores… sin olvidarnos de los jubilados; de las personas con discapacidad; del sector salud.

Un breve, pero indispensable, párrafo aparte para la lucha —y el apoyo de la sociedad, en su gran mayoría— de la que fueron protagonistas los/as trabajadores/as del Hospital Garrahan con la que obtuvieron el aumento y las condiciones laborales que les habían sido quitadas.

Cada sector, especialmente el sector público, pero también el privado, en todas las especialidades, está en situación crítica generada por el desfinanciamiento como política de Estado que va ejecutando el gobierno nacional.

Entonces uno se pregunta, detrás de cada sector ¿no hay personas? Somos personas, argentinos y argentinas, de diversos sectores, edades, gustos, historias de vida diferentes. Somos ciudadanos/as argentinos/as. ¿Qué ve el ministro y/o el presidente cuando nos mira?, ¿nos ve? Como dice la canción, ¿qué ves cuando me ves?

¿A quién le habla el ministro Caputo cuando dice “no vamos a hacer nada que perjudique a los argentinos”?

Mientras lo dice, acuerdan con el FMI y con el Tesoro de Estados Unidos cómo será la entrega de nuestro país con todos sus recursos.

El país federal y sus provincias inviables

Allá por la década de los años 90, pasado reciente y modelo presente, sentimos el impacto de las políticas nefastas del modelo profundizado por la dictadura cívico-militar, que tuvo como objetivo a través de la desaparición forzada de personas, la crueldad, la tortura, el robo de bebes que aún hoy no conocen su identidad, imponer un modelo económico que responda a los grupos más concentrados del poder económico. Martínez de Hoz fue el responsable económico, mas, también, el cómplice político de una concepción que fue afincándose en nuestro país, con las consecuencias conocidas: incremento de la deuda externa, aumento de la deuda social, llamada por lo general “mercado interno”. La crisis se vio potenciada —después de la hiperinflación de Alfonsín— con el gobierno de Menem. Algunos especialistas y/o investigadores, dicen que Martínez de Hoz fue el progenitor político de Cavallo, Sturzenegger, Caputo, Macri, Milei que, sintetizando (para seguir con la memoria como herramienta principal de análisis), entregó el país nuevamente bajo la consigna “achicar el Estado es agrandar la Nación» (Álvaro Alsogaray).

Es así que las vías de los trenes dejaron de funcionar, condenando a pueblos enteros a su entierro. La misma suerte corrieron las estafetas del Correo Central que permitían llevar y traer comunicación; las jubilaciones dejaron de llegar a esos pueblos remotos de nuestro extenso territorio; las industrias fueron cerrándose; las escuelas nacionales pasaron a las provincias sin los presupuestos necesarios; las importaciones vaciaron la industria nacional y el desempleo comenzó a crecer, con la vergüenza que significó para cientos de miles el sentimiento de humillación frente a los demás, para comprender luego que era la resultante de políticas destructivas, que algunos aprovecharon para convertir el desempleo en disciplinador social. Es en ese marco que aparecieron los bonos o cuasi monedas en las diversas provincias. Temas complejos que construyeron otras miradas, que impactaron en la sociedad, en la construcción de las subjetividades políticas con las que accionamos, participamos, producimos, nos vinculamos a nivel social.

Hoy, estamos en situaciones similares. El programa ya no es achicar el Estado, sino destruirlo. Y, el país federal, con sus gobiernos (la gran mayoría), se ve en una situación de indefensión y de sumisión al supuesto poder nacional.

Las elecciones de medio término, marcaron un resultado no esperado para el movimiento nacional y popular. Más aún después del triunfo de las elecciones en la PBA con la gran diferencia obtenida por Axel Kicillof. Ese resultado generó un clima esperanzador. Antes del 26 de octubre, teníamos un gobierno nacional entrampado en sus propias redes, y con posibilidades, para los frentes y partidos de la oposición, de ampliar las bancas en el Congreso de la Nación, y así intentar frenar y /o modificar aquellas propuestas de reformas del Estado y la sanción de un presupuesto para comenzar a atender a aquellos sectores más postergados.

La acción de los verdaderos dueños del poder, el poder real, con la figura de Trump a la cabeza y sus mensajes generadores de mucha presión y temor al sector económico especialmente, aunque también a otros, más la falta de propuestas superadoras de los sectores opositores frente a la fuerte propaganda de la derecha extrema cuyo mensaje fue especialmente contra el peronismo, los kukas, generó una elección polarizada. O Nosotros o ellos.

Con la arrogancia que los caracteriza y la prepotencia frente a América Latina, y al mundo todo, el supuesto rescate —que no fue tal— previo a las elecciones de medio término, como bien lo definió el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, fue un negocio. Un negocio en el que el gobierno de Estados Unidos ganó mucha plata y consolidó el manejo económico del gobierno de Argentina. La sumisión es tan grande (y las autoridades argentinas tan burdas), que la “presentación” del acuerdo fue anunciada por la Casa Blanca. Y me refiero a la “presentación” entre comillas, porque todavía no conocemos todos los alcances de este acuerdo, donde los lineamientos de colonización están a la vista.

Una lengua rota

El concepto de lengua rota pertenece al querido Zeta.[1] Y las roturas duelen, dejan vacíos. Cuando se trata de la lengua, es vaciar las palabras de su significado, es quitarles su dimensión política, es arrebatarles la complejidad, es vedarles la memoria, indispensable para construir y comprender nuestro tiempo.

En cambio, seleccionan solo aquello que quieren mostrar, insisten sobre ese recorte, profundizan la grieta entre los actos políticos y las subjetividades de nuestra gente. Esa permanente, devastadora intervención sobre la lengua, potenciada a niveles imposibles de imaginar por los dispositivos de captura, logra imponer el objetivo que planificaron. Insistir en ejemplos es redundante y atiza la angustia, porque no se privan del insulto y la agresión verbal para deteriorar la capacidad de comprensión en millones de personas sumergidas en sus problemas cotidianos. La violencia social que esto genera es atroz y llega de manera dramática hasta las infancias y las juventudes, aumentando tristemente los suicidios en nuestras poblaciones.

Profundizan el individualismo y el hartazgo de “la política”, erosionan la participación, manipulan la información. “Percibimos la realidad casi exclusivamente a través de la pantalla digital. Ya no es más que un fragmento de la pantalla. La realidad está tan reducida en el smartphone que en las impresiones que nos provoca ya no queda ningún elemento de shock. El shock deja paso al like. (…) La pantalla táctil hace que desaparezca por completo la realidad como rostro que nos interpela”.[2]

Por qué se vota como se vota

Nos preguntamos. E intentamos, desde distintas miradas, entender la reacción de una parte de la sociedad frente al voto, frente a una elección de representantes. Seguiremos debatiendo tratando de entender que no hay una sola razón, aun cuando nos siga sorprendiendo que la elección recaiga en proyectos que se basan en la crueldad hacia los/as otros/as, en la manipulación, en la falta de amor y compromiso con un pueblo, con una nación.

¿Cuál es el umbral que debemos traspasar para hacer ese corte, ese quiebre entre lo que me está pasando para votar a quien lo está originando? ¿Dónde se produce ese rompimiento entre realidad y capacidad de análisis de lo que acontece a mi alrededor?

Posiblemente reparando esa lengua rota. Para que el otro deje de ser una ausencia. Para retomar la conversación perdida, el diálogo generoso, dialéctico, que permita un reencuentro necesario para salir de nuestros aislamientos, del individualismo gestado como política de Estado, que nos alejó de la construcción política, Así podremos pensar a esta realidad en su brutal crudeza y retomar esa observación atenta, imprescindible para reflexionar y actuar colectivamente ante la complejidad de los acontecimientos, sin acostumbrarnos a ellos.

En otras palabras: volver a ser comunidad.


[1] Zeta, Carlos (2024): «Lanzamos Revista Zoom Tucumán», 9 de septiembre, Revista Zoom. Disponible en: https://revistazoom.com.ar/lanzamos-revista-zoom-tucuman/

[2] Han, Byung-Chul (2023): La crisis de la narración, Herder Editorial, Madrid.

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