CRÓNICA DE UN ROBO ANUNCIADO

Con la llegada del macrismo a CABA, se instaló un modelo de ciudad expulsiva. Desde Revista Zoom analizamos el funcionamiento de este.
torres puerto madero

Una ciudad suele ser el retrato dinámico, apenas aprehensible, formado por la sucesión de modelos que una generación tras otra concibió como el paisaje de su vida y con él, un boceto para el escenario de un futuro mejor.

La identidad de un espacio se dirime en el campo de las ideas. Los edificios, las calles y los monumentos, sirven para revelar lo que pudo sobrevivir de cada modelo, la transitoriedad de los proyectos o la voluntad hegemónica de los urbanistas a cargo.

En cualquier caso, una ciudad puede narrar con elocuencia el recorrido histórico de una comunidad y su potencialidad para proyectarse en el tiempo.

Durante cuatro siglos Buenos Aires expresó ese perfil cambiante, pero también legible de la historia nacional. Fue el núcleo destacado de las grandes disputas políticas y tuvo el privilegio que en sus calles se anticipara el latido de la nación que se iba forjando en un territorio de dimensiones gigantescas.

Cuando a finales del siglo XIX el rédito de la renta agraria diferencial convirtió a la joven nación en una suerte de millonario desaprensivo, Buenos Aires fue la vidriera de los festejos del Centenario ostentando los fastos de su flamante prosperidad.

En los años siguientes, el potencial económico encontró algo parecido a un proyecto urbanístico que sustentaría los alardes públicos de la Reina del Plata.

Simultáneamente, las grandes oleadas inmigratorias se derramaron sobre la metrópolis buscando un lugar que se agolpó en los conventillos y fue derramando hacia el conurbano.

Lentamente, los cuarenta y ocho barrios porteños fueron adquiriendo perfiles singulares y exhibieron una convivencia de límites laxos que ocultaba con bastante eficacia la creciente desigualdad social.

Durante esa etapa podía registrase cierta desaprensión por la preservación del patrimonio histórico de la ciudad. Pero la tarea de arrasar Buenos Aires se consolida con la llegada al poder del macrismo y se profundiza con su continuidad en el poder sumado a un control absoluto de la Legislatura.

Hace ya varios años, Gabriela Massuh advierte sobre el proceso                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                en marcha con reveladora perspectiva. Según la periodista, Buenos Aires acompaña la dinámica de muchas ciudades, pero con un ritmo desenfrenado. La especulación inmobiliaria y la construcción sin control van destruyendo el espacio público y minando la convivencia de diferentes sectores sociales.

Además, en Buenos Aires existe una articulación entre gobierno y empresas privadas que al avanzar sobre el espacio público, va generando la expulsión de la clase media fuera del territorio porteño. También hay una ofensiva del “hormigoneo” de los espacios verdes y el enrejado de las plazas. Poco a poco se va diseñando una ciudad de enclaves.

Hay barrios donde el proceso se evidencia claramente. En Barracas y Parque Patricios se destruye el conjunto edilicio heterogéneo de la ciudad tradicional, se expulsa a los vecinos que los ocupaban y se levantan torres inaccesibles para la clase media. Rápidamente llegan los shoppings y en muchos casos surgen simultáneamente escuelas privadas y sistemas de vigilancia también privados.

Esta tarea ha “dinamitado” sectores de Caballito, Flores y Floresta, cambiando la fisonomía y el perfil social de esas zonas.

El puntapié inicial de esta masacre urbana fue Puerto Madero, pero el gobierno porteño tiene un  grado de avidez que no se detiene.

Por su lado, los countries más recientes están construidos con lagos artificiales “polderizados”. Al estar emplazados sobre la cuenca baja del Luján, impiden el papel natural de los humedales y son los responsables de inundaciones que tienden a ser cada vez más frecuentes.

Vale la pena recordar que la ciudad sigue teniendo tres millones de habitantes mientras sigue creciendo el número de viviendas ociosas. También existe una distribución perversa de las obras que se siguen realizando a través de empresas ligadas con el macrismo.

En aquel lejano testimonio, Gabriela Massuh relaciona esta perspectiva con la sostenida por la llamada Conquista del Desierto y expresa que lo que en Sarmiento era ideológico, ahora está regido por el desenfreno de los negocios.

Pese a las protestas populares y las denuncias efectuadas desde diversos ámbitos, la Legislatura porteña acaba de concretar sus planes de habilitación de nuevas áreas para levantar torres. En esta ocasión, los proyectos (tal como advertimos en esta columna) terminan por transformar el acceso al Río de la Plata en un coto privado que impedirá a la mayoría de los porteños disfrutar de ese derecho ancestral que es el acceso al estuario en el que nació la Ciudad.

Este auténtico robo se termina, tal vez, de concretar una histórica venganza de la histórica jornada del 17 de octubre cuando el pueblo trabajador ocupó pacíficamente las calles de la capital para hacer oír su voz. No es razonable pensar que más de la mitad de los habitantes de Buenos Aires compartan esa perspectiva. Pero aún siendo inocentes de tanta miseria, son los votos que acompañan a la derecha los que legitiman el robo definitivo de la ciudad.

Hoy más que  nunca  hay que clarificar las trampas de la historia y los negociados del presente.

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