Cristina camionera

Es difícil imaginar estos seis años y medio de la era K sin Moyano. Y a estas alturas también cuesta pensar al líder camionero sin la pareja presidencial. Y eso a pesar de que el MTA casi en su totalidad jugó en los lejanos comicios presidenciales de 2003 con el imaginativo Adolfo Rodríguez Saa. Pronto cada uno mostró sus cartas. El puntano estaba más cerca del neoliberalismo y las viejas recetas, un gobernador supuestamente más moderno que representaba un menemismo sin Menem. Por otro lado, el patagónico supo leer bien la realidad y sabía como nadie que no había espacio para otra cosa que no fuera salir del infierno. Insistir con la ortodoxia iba a ser casi un suicidio. Allí aparecieron los mejores años de la era K, con Hugo creciendo como ninguno en el movimiento obrero.

La historia contará algún día que Moyano fue para Kirchner como Rucci fue para Perón, apellidos y figuras imposibles de separar en el tiempo.

Este martes, en el día del camionero, el jefe de la CGT se dio el gusto de organizar un acto con más de setenta mil trabajadores de su gremio, con una buena parte del peronismo en el palco, amén de la Presidenta de la Nación y el presidente del PJ a su lado. Desde el micrófono se dio el lujo de marcar la cancha a propios y extraños. A los trabajadores les dijo “vamos a bancar este proyecto. Ni se les ocurra algún intento raro, que el PJ tiene un presidente”. También les habló a los lenguaraces del campo y a los medios masivos de comunicación, a quienes les pidió que no midiesen su acto con la misma vara laxa con que valuaron el del día 10 en el Rosedal, porque se verían obligados a mentir 2 millones de asistentes.

Fue una ratificación de que la sociedad entre este gobierno y una buena parte del movimiento obrero está más firme que nunca. Una demostración de poder propio, como la del 30 de abril en la 9 de Julio. Aquella vez Moyano habló solo. Esta vez cedió el escenario a CFK, y ese gesto vale mucho. Sabrá la Presidenta que toda demostración de amor requiere su contraparte. Por otro lado, cada cual tiene la foto que quiere. Lo sabe Duhalde que anda a los abrazos con Biolcati, Buzzi y Ratazzi. Lo saben los Kirchner que jamás pisaron la exposición ganadera de la Rural.

Mientras pocos parecen preguntarse acerca del valor de que el principal aliado político de la jefa de Estado sea la CGT, los vecinos de Caballito pasean por Rivadavia y Acoyte asombrados frente a la nueva y elegante fachada del Sanatorio Antártida recuperado por el Sindicato de Camioneros.

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