Caminar por la Avenida Corrientes fue una forma de habitar la vida cultural de la Ciudad de Buenos Aires, con bares abiertos las 24 horas o la proliferación de librerías que marcaban el ritmo de ese mito que hablaba de la Ciudad que no duerme. En los últimos años varias transformaciones atravesaron ese tramo del centro porteño que va desde Puerto Madero hasta el barrio de Chacarita: partiendo de su conversión en peatonal hasta el período pandémico que impuso nuevas formas de asistencia al trabajo en las oficinas.
Una avenida marcada por la crisis. La calle Corrientes no solo se transformó en 2019 cuando quedó inaugurada como peatonal entre la avenida Callao y la calle Cerrito de 19 a 2 de la mañana, también se vio reconfigurada con la nueva frecuencia impuesta en los espacios laborales cuando la pandemia obligó a combinar horas de presencialidad con otras de tareas a distancia.
Esas marcas determinan una arteria central de la vida porteña que supo tener lugares donde se concentraban periodistas, escritores y parte de la bohemia como el Café La Paz en la esquina de Montevideo y cerró sus puertas en marzo de 2020 cuando se dispuso el aislamiento por el covid. En los últimos años cerraron también librerías que marcaban la impronta del centro como la sucursal de Hernández de Avenida Corrientes 1311, que estuvo abierta durante 20 años o el restaurante Pippo, un símbolo de la recorrida gastronómica de la zona que con una carta clásica concentraba público en un horario amplio.
En este presente y en una ciudad con cifras alarmantes donde, según la Dirección de Estadísticas y Censos, la pobreza alcanzó al 35,1% versus un 30,1 de fines de 2023, la indigencia llegó al 15,3 % superando el cuarto trimestre de 2023, cuando había sido del 12,2%, y en los últimos días, tres personas en situación de calle murieron en medio de la ola de frío, el centro porteño y la Avenida Corrientes en particular condensan esta crisis creciente con caída de ventas, consumo y muchos pidiendo comida o habitando las veredas para dormir.
Un circuito de librerías resistente. Ante la transformaciones que modifican el deambular de esta avenida, la caída de ventas y la baja en el consumo de bares y restaurantes que la atraviesan, hay librerías que siguen siendo lugar de encuentro y conversación permanentes. Esto pasa en De la Mancha, Zivals o Hernández que insisten en imprimirle a la avenida una ruta de consulta y búsqueda de títulos, temas y obras para seguir pensando a partir de los libros como insumos para una nueva conversación en un país en crisis que cruje.
Si bien la caída de ventas es un dato que insiste entre libreros y libreras debido a la implementación de un modelo económico de extrema derecha, hay otros datos que también se van consolidando en cada charla con quienes trabajan en los negocios ubicados sobre Corrientes. Así aparecen la reducción de turistas de países limítrofes que antes venían a Buenos Aires a comprar libros por la variedad de catálogos editoriales y ahora advierten que se convirtió en un destino caro. Otro dato que se repite es la búsqueda de textos sobre economía, estudios financieros o lo que algunos llaman “autoayuda financiera” entre quienes se acercan a consultar.
Ricardo, librero en Hernández, cuenta que esos temas siempre tuvieron un público pero en el último tiempo se amplió y se trata de una temática que convoca a distintos sectores sociales. En la librería, que tiene más de 50 años, Ricardo valora y destaca la diversidad de editoriales que se fueron consolidando en los últimos años en la Argentina. “La poesía, por ejemplo, tiene lectores muy fieles que vienen especialmente a buscar libros de autores o sellos que siguen. Lo mismo pasa con las traducciones, creció y mejoró en nuestro país, muchos extranjeros llegan buscando ediciones que se hacen acá. Por ejemplo, las de Stefan Zweig”, repasa.
En la librería, ubicada en Avenida Corrientes 1436, hay algunos que buscan solos en las mesas que están en la entrada del local largo con mucho espacio para recorrer estantes; mientras que otros recorren con la vista y recurren a los libreros.
En Zivals, en la esquina de Callao y Corrientes donde la avenida se convierte en peatonal desde las 19, el que responde es Alejandro Suhring: “Que sea peatonal ayuda para el paseo, mejora la circulación, especialmente de los turistas que son frecuentes los fines de semana pero no es determinante en las ventas”.
¿Qué es lo más consultado y comprado en esa esquina? Los títulos vinculados al género fantasy, historias que cruzan misterio, romance y terror y es muy buscado por los y las adolescentes; los libros protagonizados por Mafalda, la criatura creada por Quino que atraviesa a distintas generaciones; y lo que Suhring define como “autoayuda financiera”, una serie de libros sobre recetas y teorías económicas atravesadas por los argumentos del libre mercado. Muestra la mesa en la que se acumulan ejemplares sobre liberalismo económico con la biografía de Elon Musk, el millonario dueño de empresas como Tesla, de autos eléctricos, que compró Twitter y lo transformó en X.
A pasos de Hernández, sobre Corrientes pero al 1300, en la sucursal de la cadena Cúspide, la librera Sabrina Cruz marca otro panorama muy distinto, ya que repasa cuáles son los títulos más buscados y vendidos y señala ejemplares de Mariana Enriquez, Selva Almada, Dolores Reyes, Agustina Bazterrica y Alejandra Kamiya, todas autoras argentinas que tienen comunidad lectora que las sigue y está atenta a sus novedades. Con perfiles bien distintos, estas escritoras vienen marcando la escena literaria contemporánea local y también internacional con obras que se traducen y premian en distintos continentes.
El teatro y la diversidad de obras que se presentan en la calle Corrientes marcan para algunos de los consultados un aliciente para la compra de libros. Por eso, por ejemplo, Cúspide cierra a las 22 viernes y sábados porque hay un público que se acerca a buscar su ejemplar y consultar antes de entrar a la sala a ver la obra teatral elegida.
Cruzando Callao, en De la Mancha, una librería que suma 21 años de historia, Adrián Rodríguez identifica una diferencia en relación al movimiento que hay más cerca del Obelisco. A ese lugar que invita a llegar después de bajar una escalera, como invitando a ingresar en un nivel distinto al de la vereda para bajar a una nueva dimensión rodeados de libros, llegan clientes conocidos por quienes atienden -en algunos casos llaman por sus nombres-, que buscan más ensayos, investigaciones o trabajos teóricos que libros de ficción. Al identificar los más consultados, Rodríguez cita “Entre nosotros”, un libro compilado y capitaneado por el sociólogo y antropólogo Pablo Semán, que analiza el crecimiento de los grupos libertarios o “Introducción general a la crítica de mí mismo”, una serie de conversaciones que mantuvo el historiador Horacio Tarcus con el escritor, docente y crítico Ricardo Piglia sobre su identidad y perspectiva política.
De la Mancha cierra a las 19 porque la circulación y el movimiento comienzan a ralentizar y apagar ese tramo de la avenida. Durante la tarde quienes llegan conversan sobre las lecturas que están buscando, las que se llevaron o la coyuntura nacional.
Rodríguez es uno de los que recibe a quienes llegan en búsqueda de libros y lo hace junto a Hernán Suarez, los dos coinciden en la impronta que permite la librería: la de generar conversaciones sobre lo que se puede encontrar en las mesas y las estanterías dando prioridad a propuestas de libros sobre filosofía, historia o sociología. Claro que hay ficción y es un género reclamado en estos tiempos pero también reconocen que en los últimos meses creció el interés por los títulos que intentan reflexionar sobre el presente político como el de Semán o el reciente “Desquiciados”, del antropólogo e investigador Alejandro Grimson.
Ese interés por leer aquello que proponga una lectura sobre la vida política presente, lo asemejan al momento de apertura de la librería cuando las consultas y búsquedas giraban en torno a las jornadas de protesta y movilización de diciembre de 2001.
Foto de portada: Alejandro Santa Cruz