Córdoba mon amour

Del 70% a Macri a las elecciones en Río Cuarto y el cordobesismo en su salsa
Facundo Luque / La Voz
Facundo Luque / La Voz

Según han anunciado, está previsto que el ex gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, y el ex candidato presidencial, Sergio Massa, hablen este jueves en el encuentro nacional de UNA, que se realizará en la Bolsa de Comercio de Córdoba.

 

Las elecciones en Río Cuarto envalentonaron a más de uno. Que el peronista Juan Manuel Llamosas sea el intendente electo de la capital alterna no es solo un hecho local, más allá de que tal vez le quede grande el mote de “nacional”. Seguro, es un hecho provincial de trascendencia. Porque la derrota del radical Eduardo Yuni no es tanto un revés de Mauricio Macri (quien lo apoyó en la disputa), sino una victoria de Unión por Córdoba (UPC), que desde hace casi 20 años gobierna la provincia sin sobresaltos.

 

Cambiemos no es el centro de la disputa local, sino el repunte de la Unión Cívica Radical (UCR) en su alianza con el ingeniero. Ha quedado claro que de Héctor Baldassi (el ex árbitro de fútbol que fue el primero en “ponerse la camiseta” del PRO y salir a patear la provincia) hoy solo queda el recuerdo de su lema de campaña como candidato a diputado nacional: que su apodo es “La Coneja” porque de niño llevaba una coneja bordada en la bolsita del jardín.

 

Muchos se emocionan con el 70% que sacó Mauricio en Córdoba en las últimas elecciones pero ese porcentaje no tiene tanto que ver con una base real del PRO en la provincia sino con una combinación de sentido común reaccionario cordobés que entronca con lo más retrógrado de la propuesta de Cambiemos, más el histórico peso del radicalismo provincial, más la “jugarreta” de que el delasotismo, lejos de “apoyar” por abajo a Daniel Scioli en el ballotage (como todo peronista honesto hubiese hecho al fin y al cabo), dio su visto bueno a la Alianza gobernante en la actualidad. El problema es que en ese esquema también salió fortalecido Ramón Mestre, quien ganó nuevamente la capital provincial. Es un secreto a voces que en gran medida el peronismo, en general, y De la Sota en particular, ganaba holgado las elecciones provinciales porque se repartía el mapa con la UCR y abandonaba la batalla por la capital. Pero nada indica que Ramoncito no tenga aspiraciones mayores. Y además José Manuel, como peronista, debe saberlo muy bien: “los acuerdos se hacen para no cumplirlos”, sentenció alguna vez el General.

Las elecciones en Río Cuarto envalentonaron a más de uno. Que el peronista Juan Manuel Llamosas sea el intendente electo de la capital alterna no es solo un hecho local, más allá de que tal vez le quede grande el mote de “nacional”. Seguro, es un hecho provincial de trascendencia

“Este triunfo que le dice no al Presidente pertenece al pueblo de Río Cuarto, pero llega a los cuatro puntos cardinales de toda la Argentina y tiene que hacer reflexionar al Poder Ejecutivo, porque este rechazo es a las políticas económicas del gobierno nacional”, se apresuró en declarar José Luis Gioja, presidente del Consejo Nacional Justicialista.

 

Habrá que ver cuánto pesan los celos y recelos, y los intereses particulares entre quienes hoy aparecen -como desde hace años- como las dos principales caras del peronismo cordobés: De la Sota, ya dos veces gobernador, y Juan Schiaretti, quien va por su segundo mandato tras haber alternado cuatro años con José Manuel.

 

Si bien “el modelo” no se toca (como abordaremos en una próxima nota), está claro que la continuidad no es lineal y está llena de tensiones. Pero como buenos peronistas, ambos ya se mostraron juntos el primero de Mayo, en el “locrazo” del Día del Trabajador, más allá de los 336 millones de pesos que están en el medio y que acechan con ser algo más que un problema de números. El dinero destinado por la gestión anterior a la construcción de un hotel de lujo puede ser la punta de lanza de un conflicto en ciernes. Además, De la Sota sabe que su voluntad de poder debe expandirse más allá de los límites que impone la geografía mediterránea. Y Schiaretti sabe que su enfermedad puede jugarle una mala pasada. De hecho, ni bien asumió, su vice apareció envuelto en medio del escándalo. Según una de las versiones, fue el ex Intendente de San Francisco, Martín Llaryora, quien puso a circular el rumor del fallecimiento del gobernador. También lo dijo Perón: la fuerza del rumor es como un río sin contención. Como sea, Llaryora era una de las caras posibles del recambio, luego de que hiciera la experiencia “por afuera”, librando “la interna”, y los números de las urnas lo convencieran de que era mejor ser “sabio y prudente” y buscar un lugar bajo el sol… dentro de la estructura.

 

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Recién en 2013, y para las elecciones generales de medio término (no así en las PASO), el kirchnerismo cordobés pareció hacer pie en la provincia, con la candidatura de la ex rectora de la Universidad Nacional, Carolina Scotto, a través del sello Frente para la Victoria y una retórica claramente inscripta en el relato “nacional y popular”. Así y todo, los afiches de campaña no priorizaron la sinergia con la presidenta Cristina Fernández, e incluso el kirchnerismo se vio expuesto a una “operación” cuando aparecieron afiches con el rostro de CFK junto al de Scotto que, según todos dijeron entonces, nadie de la coalición los había impreso, y mucho menos salido a pegar por toda la capital provincial. Pero tras ocho meses ocupando su cargo como diputada nacional, Carolina “dejó de garpe” a “los pibes para la liberación” y retornó con los otros pibes y pibas, los de las aulas. Desde entonces, el kirchnerismo retornó a la lógica de tribus, pequeñas y ensimismadas, que había tenido antes.

 

En las elecciones de octubre de 2015, sin embargo, el kirchnerimso logró por primera vez conformar un bloque propio en la Legislatura provincial, cuando a través de Córdoba Podemos, una fórmula conformada por ex radicales y peronistas, ex juecistas, y algún que otro kirchnerista puro, como el ex secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, obtuvo siete bancas en la Unicameral. Histórico referente de HIJOS, Fresneda es el principal dirigente de La Jauretche, la agrupación que en las últimas elecciones en Río Cuarto hizo Alianza con UPC.

 

El bloKe tuvo su desplante cuando, a tan solo dos meses de asumir la bancada, Ricardo Vissani (principal dirigente del Movimiento Evita), tuvo su pase al bloque de legisladores de UPC (hecho que le produjo al movimiento una ruptura, cuando la denominada “Coordinadora de Barrios” decidió darse a conocer como una fracción diferenciada del Movimiento Evita).

Tras ocho meses ocupando su cargo como diputada nacional, Carolina Scotto “dejó de garpe” a “los pibes para la liberación” y retornó con los otros pibes y pibas, los de las aulas. Desde entonces, el kirchnerismo retornó a la lógica de tribus, pequeñas y ensimismadas, que había tenido antes

Unidos y Organizados, que venía funcionando sobre todo articulando a La Cámpora y a Nuevo Encuentro, no han protagonizado en los últimos tiempos acciones conjuntas, y al parecer, algunas fracciones de La Cámpora han realizado acercamientos a intendentes “schiarettistas”, quienes por su parte pujan por hacerse un lugar entre los dinosaurios delasotistas.

 

Eduardo Accastello, ex candidato a gobernador por Podemos, tuvo nuevamente un revés electoral en 2015, quedando tercero (lejos) en unas elecciones en las que el kirchnerismo aseguró, hasta último momento, que podía llegar a ganar la gobernación. Ahora, el Intendente de Villa María en más de una oportunidad está complicado judicialmente por la causa CBI, con 290 mil dólares de por medio, y su hombre de recambio (Martín Gil) también parece tender sus puentes hacia el oficialismo provincial.

 

En el medio, o a un costado, están los kirchneristas silvestres, esa muchedumbre que salió “a pagar las fotocopias de su bolsillo durante el ballotage”, cuando los “grandes dirigentes” brillaron por su ausencia, comenta a este cronista un reconocido militante peronista de la cultura codobesa, kirhcnerista él, por supuesto. El problema es que esos kirchneristas de a pie se parecen más a “la gente” que a la clase obrera peronista, o algún otro “sujeto” por el estilo. La historia no es profesora, ni ha sido rectora de ninguna universidad, pero algo sabe de estas cosas: es difícil empoderar a un sujeto que no es sujeto.

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