El concepto de “péndulo argentino” fue aplicado, por primera vez, por el ingeniero Marcelo Diamand, durante la transición entre la última dictadura y la presente democracia. Postuló que las “últimas décadas en la Argentina se han caracterizado por cambios muy bruscos y muy frecuentes de la política económica que muestran una oscilación pendular entre dos corrientes antagónicas: la corriente expansionista o popular y la ortodoxia o el liberalismo económico”. En el transcurrir del período democrático, varios autores aprovecharon esa metáfora para diagnosticar las vertiginosas transformaciones de regímenes económicos, a partir de los cambios de gobierno. En cierta manera, en la política electoral, quienes se posicionan en el “centro” apuntan a estabilizar ese péndulo. Eso es lo que prometen el ex-gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y el diputado nacional Facundo Manes. “¡Vamos a ganar 2027!”, sostienen a gritos, como queriendo reprimir la tibieza.
Estabilizar el péndulo
Además de sus libros de divulgación científica, el neurólogo quilmeño saltó a la fama en 2013 por operar un hematoma en el cráneo de Cristina Fernández de Kirchner, en pleno ejercicio presidencial. Desencantado del radicalismo, Facundo Manes estuvo en el centro de la discusión cuando encaró frente a frente a Santiago Caputo, el tercero en el poder de la discordia, ocurrido en los pasillos del Congreso en marzo pasado. Es una credencial que no la tiene ningún congresista del kirchnerismo. Hoy está armando su agrupación prepartidaria con el sello de “Para Adelante”, cuyo spot audiovisual pretende diferenciarse de “los de antes y los de ahora”.
Más contrapuesto, y más avanzado, está Schiaretti, quien cuenta con avales en distintas provincias de su partido “Hacemos”. Tanto el círculo rojo empresarial cordobés, como parte del peronismo local disgustado, comentan que el “Gringo” tuvo un rol importante en el ascenso de Javier Milei al poder, al mantener firme sus críticas al kirchnerismo. Desde la previa de 2019, viene intentando crear la “tercera alternativa”. En un principio, pretendió cooptar a los principales peronistas alejados de la letra K y con algunos outsiders como Marcelo Tinelli, que luego detonó ante el anuncio de CFK de armar una fórmula con Alberto Fernández. Para 2023, con la autocomplacencia cordobesista, y autopercibirse como el “Joe Biden” argentino, obtuvo un mínimo rendimiento electoral. Ahora, no hay dos sin tres. Pero todavía no brinda ninguna pista sobre si participará de las elecciones de este año.
En la geografía bonaerense y porteña, cuenta como paladines al intendente de Tigre, Julio Zamora, y del ex-intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta. También cuenta con Diego Bossio y Florencio Randazzo. Otro que está fichado sería el ex-diputado Daniel Lipovetzki. Distintos medios de prensa sostienen que también están en fuerte comunicación con las tropas que responden al macrismo de Jorge Macri.
Finalmente, englobarían también al Partido Socialista y Libres del Sur. Si Manes y Schiaretti lograran convencer a otros “cambiemistas” desencantados, como los gobernadores de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, habrán logrado armar una franja de poder concentrado en la región centro. Esta semana, se restablecieron las retenciones a los principales cultivos del país, para disgusto de los productores agropecuarios de esa franja gringa, y cosechable para la oposición apegada al agrobusiness.
Pero el territorio bonaerense sigue siendo ese Leviatán electoral, donde pareciera que no hay lugar para los buenos modales. Un dato interesante apuntó el periodista Bruno Lazzaro para el portal Data Clave: la sección cuarta electoral sería el lugar donde “el armado tiene mayor cantidad de peso territorial a través de cuatro intendentes”. Se trata de Salvador Serenal de Lincoln, Nahuel Mittelbach de Florentino Ameghino, Franco Flexas de General Viamonte, y Guillermo Britos de Chivilcoy. Tres radicales y un vecinalista. Ninguno peronista.
La ilusión de los palermitanos
El anhelo por el ensanchamiento de los apasionados antipopulistas viene siendo picado por algunos referentes del progresismo palermitano en distintos medios de comunicación. En la edición del mes pasado de la versión argenta de Le Monde Diplomatique, su director José Natanson escribió que el cordobesismo “ofrece el know how político” para un nuevo proyecto económico. Sin embargo, reconoce que “todavía le falta recorrer un camino”, ya que como “alternativa al capitalismo informal de Milei” choca cuando la figura del chacarero pretende ser exportable a las ciudades “donde reinan los traders y los rappis libertarios. Pero el punto más controvertido es la dificultad para replicar este diseño virtuoso en los conurbanos, que en verdad son la mitad del país”.
Opiniones más entusiastas se le ha escuchado a Iván Schargrodsky, donde el algoritmo lo impulsa a estar presente en Cenital, Blender, Radio con Vos y Duro De Domar (C5N), y del también empresario Jorge Fontevecchia (CEO del multimedio Perfil), quien editorializó con mucho ilusión en su programa radial la llegada del tándem Schiaretti-Manes.
¿Cómo entusiasmar la moderación?
El jueves pasado en La Plata, mientras el presidente Milei largaba exabruptos contra el gobernador Axel Kicillof, a unos kilómetros de distancia se encontraron nuestros protagonistas. Fue en el Centro Cultural Islas Malvinas, en una charla presentada por Federico Martelli, director ejecutivo de la Cámara de Empresas Pymes Regionales Elaboradoras de Biocombustibles (CEPREB). Los combustibles a base agrícola son una de las herramientas que invoca los dirigentes cordobesistas para construir su capital político desde los ámbitos rurales.
“No somos un espacio del medio o moderado. ¡No! Somos un espacio intenso en contra del populismo de derecha y del populismo de izquierda. Son dos caras de una misma moneda”, insistió, de manera eufórica, el radical Facundo Manes, que sin titubear sostuvo que “Milei es kirchnerismo de derecha”.
El especialista en neurología sostuvo que estar “atrapados en dos populismos, uno de izquierda y otro de derecha, no nos permiten razonar”. Con el cordobés, considera que hay una química entre “la experiencia de gestión” y “de la novedad, de lo outsider”. Quien “tiene corazón radical”, subrayó que el gobierno de Milei ejerce “una política de miedo” y que se debe “pensar en algo nuevo para el posmileísmo, porque no va a ser con los esquemas del pasado. Tenemos que ser nosotros”.
Sigue Schiaretti: “El principal responsable de que Argentina lo haya elegido a Milei es el kirchnerismo, que es una expresión política feudal. Porque por más que se disfrace de consignas progresistas, no consiguió movilidad social ascendente en el país”. Aseveró que en 2006, el país tenía 26% de pobreza y llegó al 45% en 2023. Según él, esto se debió a la administración de planes sociales, con los movimientos sociales de intermediarios, y el avasallamiento de la justicia y los medios de comunicación: “Milei es el resultado de esto”.
“Es hora de que el péndulo vaya hacia un país normal, que es federal, que impulse la producción y el trabajo, y que lleve a la movilidad social ascendente”, finalizó.
Para cerrar esta nota, quizás necesario retornar al ensayo de Diamand, cuyo paper tiene una nota de pié de página, que sería necesario rememorar: “Es obvio que la pugna entre las dos corrientes económicas antagonistas no es puramente académica sino que constituye un reflejo intelectual de una lucha intersectorial por la distribución del ingreso y por el poder económico. Por otra parte, la inestabilidad de los gobiernos constitucionales argentinos, la propensión del país a desembocar en golpes militares y el péndulo político entre la democracia y los regímenes de facto en Argentina también está estrechamente relacionados con este conflicto económico no resuelto”.