Cordero suelto, lobo atado

En medio de un vendaval político, Jair Bolsonaro aceleró la pandemia de Coronavirus en Brasil. Razones de la sinrazón.
Por Victoria Darling, desde Brasil

Los grandes medios como O Globo y Folha de Sao Paulo van lentamente quitándole apoyo, las Iglesias evangélicas comienzan a cuestionar sus medidas para enfrentar la pandemia. Bolsonaro acaba de desprenderse de las dos figuras más populares de su gobierno, el Ministro de Salud, Mandetta -quien asistió sin permiso al show televisivo Fantástico de O Globo- y Sérgio Moro, quien renunció luego de acusar al presidente de querer influenciar investigaciones de la Justicia en favor de su familia. ¿Qué explica la permanencia de Bolsonaro en su cargo? ¿En qué consiste el blindaje presidencial?

A lo largo de estos días, el Presidente trabaja a destajo para construir y restablecer una base de sustentación que le permita tener eco y apoyo en sus decisiones. En pocas horas, el Presidente sufrió dos pérdidas fundamentales que signaban el color del Gabinete Nacional. No sólo perdió el conjunto de ideas y representaciones que el gobierno canalizaba con ellos, sino también, números. Mandetta contaba al momento de su reemplazo con un 51,4% de apoyo (Quaest). Un 74% de brasileños y brasileñas se manifestaba contra su destitución. Moro, el Superministro, nunca perdió la base de sustentación propia que conquistó con el Lava Jato. En 2019 logró mayor nivel de popularidad que el presidente y que el mismísimo Lula. Mientras tanto, el 28 de abril, se dio a conocer que en 24 horas Brasil alcanzó la cifra de 474 muertos y muertas por Covid-19, número mayor al que llegó China en un día por la misma causa. Cuando la prensa le preguntó al Presidente por su consideración, enfadado respondió: “Y entonces? Lo lamento, qué quiere que haga?”.

La permanencia de Jair Messias Bolsonaro en la silla presidencial se convierte más y más en un misterio. Las medidas para enfrentar la pandemia son erráticas, sus declaraciones podrían catalogarse como insanas y abundan los casos de políticos ex aliados y de la oposición, incluyendo a Lula, que iniciaron pedidos de juicio político en miras a una posible destitución.

Entretanto, en términos de legitimidad, la expansión del nuevo coronavirus preocupa a los brasileros y brasileras más que los dichos del Presidente, sobre todo en los grandes aglomerados urbanos donde los contagios se expanden sin control. Manaus, Fortaleza, Sao Paulo y Rio de Janeiro, son las capitales más apremiantes. El nuevo MInistro de Salud, Nelson Teich, poco se expresa en los medios y cuando lo hace, sobriamente, no remite más que a casos y recursos destinados sin mayores referencias. No hay una pedagogía ni indicaciones claras de qué es necesario hacer en Brasil para prevenir el nuevo coronavirus. ¿Qué blinda al Presidente en tiempos de crisis sanitaria, crisis política e institucional?

La estrategia de estabilización política de Bolsonaro se juega en tres frentes. En primer lugar, el Presidente mantiene una inquebrantable alianza con el actual presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia. Con él fue posible movilizar y articular los votos necesarios para la reforma previsional el año pasado. A diferencia de lo que se presenta en los medios, las declaraciones cruzadas y acusaciones veladas, existe entre Bolsonaro y Maia un “pacto de caballeros” propio de una lógica claramente patriarcal. Sólo la existencia de una alianza y negociaciones en curso explican que Maia no haya dado cauce a ninguna de las veinticuatro acusaciones de juicio político al Presidente que tiene en sus manos hace semanas e incluso que responda por ello ante un juez del Supremo Tribunal Federal o Corte Suprema. En un esquema de amenazas y acuerdos secretos, este vínculo personal y político contiene la clave que asegura el congelamiento del impeachment.

El segundo frente que esgrime Bolsonaro para mantenerse en el palacio Planalto es el apoyo del Centrão. Se trata de un grupo de partidos políticos que, con sillas, votos y capacidad de articulación en el Parlamento, se encuentra a disposición del Ejecutivo para dar sustento y legitimidad a cambio de favores e incentivos. El Centrão está formado por el Partido Progresista (PP), el Partido Liberal (PL), Republicanos y el Partido Social Democrático (PSD), al que se suma ahora el Partido Social Liberal (PSL), apoyo civil de la dictadura militar en otro tiempo y partido al que se desafilió el Presidente luego de ganas las elecciones en 2018. Las negociaciones no han sido fáciles, este frente exigió cargos de primera línea. El Partido Progresista negoció la presidencia del Fondo Nacional de Desarrollo Educativo (FNDE) y la presidencia del Departamento Nacional de Obras contra la Sequía (Dnocs). El Partido Liberal tendría ahora la potestad de nombrar de entre sus filas al presidente del Banco del Nordeste, y Republicanos asumiría una Secretaría en el Ministerio de Desarrollo Regional. El PSD por su parte, tomaría cargos en varias superintendencias de la Fundación Nacional de Salud, vinculada al Ministerio de Salud.

En política, en el marco del Estado, favores son cargos. Algunos de estos nombramientos ya fueron realizados, otros aguardan ser confirmados por el Presidente en el Diario General de la Unión o Boletín oficial. Cuando en tiempos de crisis se realizan nombramientos en las primeras y segundas líneas de la función pública, cabe detenerse, pues, suele tratarse de sogas que se lanzan para salvar la situación. Las sogas pueden ser de salvataje o bien de escaso porte si el peso de la tarea requerida lo excede. Lo cierto es que esos cargos generan espacios de poder y en ellos se juegan futuros reacomodos políticos.

El tercero de los frentes que mantiene a Jair Messias Bolsonaro en la Presidencia es el arco de intereses corporativos que representa. Desde la campaña electoral, empresas como el gran bazar Havan, la cadena de restaurantes Madero, la cadena de ropa Riachuelo, la minera Bemisa, el periódico Gazeta do Povo, la financiera Mauá Investimentos, la consultora Ampla Projetos, Galápagos, la cadena Smart fit, entre otras, sostienen la figura presidencial y financian las movilizaciones en su apoyo. Se trata de empresas que conforman el llamado grupo Brasil 200, con empresarios y profesionales liberales que apoyan abiertamente a Bolsonaro desde las elecciones hasta hoy. Asimismo, el empresario Meyer Joseph Nigri de la constructora Tecnisa, y Fabio Wajngarten de la empresa inmobiliaria Cyrela son apoyo de gran porte a las políticas oficialistas. En este marco el sector latifundiario no se queda atrás, frente a la demanda de colocar en el ámbito de la crisis a un reemplazante para el Ministerio de Agricultura, el Presidente se mostró irreductible conservando a Tereza Cristina Corra en la cartera. Tereza representa el linaje de una familia oligárquica vinculada a la política agraria del gran latifundio en el estado de Mato Grosso do Sul, uno de los mayores productores de soja del país. En su función favoreció a la empresa procesadora de carne JBS y realizó incentivos para la des-penalización de los agrotóxicos. Por ello recibió el nombre de “musa del veneno”.

Para que exista un juicio político a Bolsonaro se requiere de una denuncia que se encuadre legalmente en un crimen de responsabilidad -tipificado en la Constitución-, luego, es preciso que esa acusación sea aceptada por el Presidente de la Cámara de Diputados. Es él quien puede y debe, si acepta, darle cauce para el análisis en una comisión convocada para tal fin. Diez días después, la comisión expide un dictamen y si así lo hiciera, comienza el proceso de juicio, con acusaciones y espacio para la defensa.

Los crímenes de que se lo acusa a Bolsonaro son crímenes de responsabilidad, falsedad ideológica y prevaricación -que implica no actuar en casos de delito de los que se tiene conocimiento-, entre otros. Recordemos que el Presidente destituyó al Director General de la Polícía Fedeal por investigaciones que podrían involucrar a su propia familia. Asimismo, habría colocado la firma digital del entonces Ministro Moro, quien oportunamente se habría negado a dicha destitución. Estos sucesos no sólo habrían desencadenado críticas sino que además habrían dado el envión necesario a Sergio Moro para convertirse en próximo candidato a la Presidencia de la República.

En los tiempos que corren, muchas son las voces de pedido de impeachment, inclusive se publican en los medios entrevistas a ex-presidentes destituídos por acusaciones de corrupción que anticipan esa posibilidad. Las cabezas ruedan junto al presidente, la competencia de liderazgos está desatada, no obstante, mal-parafraseando a Los Redondos, no hay amenaza para un cordero suelto si el lobo está atado.

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