Construir la fortaleza necesaria para generar medidas que logren la libertad de Milagro

A dos mil días de la detención de MIlagro Sala, Fernando Esteche reflexionó para Zoom sobre las deudas de las instituciones nacionales.

Foto: Adrián Pérez (Radio Grafica) 

Por Fernando Esteche 

Van 2000 días desde aquel 16 de enero de 2016 en que Gerardo Morales ordenara que un grupo comando de la Policía Provincial allane la vivienda de Milagro con el ministro seguridad Ekel Meyer a cargo del operativo, le pusieran las esposas y exhibieran su detención como un trofeo de guerra; la guerra de la política formal contra la recuperación de la dignidad de los humildes. El sueño de la familia Blaquier comenzaba a realizarse.
Lo que estaba por fuera de las agorerías más pesimistas era que más de 500 días después de derrotado el gobierno de Cambiemos y asumido nuestro gobierno, la compañera Milagro Sala siga detenida.
Lo que estaba por fuera de todos los cálculos más oscuros era que aún frente a la evidencia más procaz de la naturaleza persecutoria y revanchista de las causas contra Milagro, la respuesta de parte de nuestros compañeros y compañeras dirigentes sean simplemente muecas de panelistas, manifestaciones de analistas y una férrea y ofensiva ponderación a la institucionalidad jujeña que todos sabemos de siempre que es una farsa.
En estos dos mil días, Gerardo Morales sigue siendo gobernador de la Provincia, Ekel Meyer es miembro del Supremo Tribunal de Justicia de Jujuy y Milagro Sala sigue estando presa.
Abandonar a Milagro es abandonar a Jujuy. Oxigenar a Morales en calculadas fotos de gobierno es abandonar a Milagro y a Jujuy en pos de una capacidad de maniobra legislativa nacional que no tiene vergüenza en convivir y acordar con el carcelero de nuestra compañera.

Uno ya no puede distinguir si es política o negocios, pero alguna razón más allá de la ética de la política neutraliza la posibilidad de poner las cosas en su lugar, a la compañera en la calle y al rufián en una cárcel. Esa situación hoy cristalizada en la realidad hay que cambiarla y eso lo puede hacer solamente una fuerte voluntad política. Ahí está el llamado a la militancia nacional y popular.

El propio Morales se ufana de que nunca nadie, ni el presidente, ni el ministro del interior, ni alguien más del gobierno le pidió por la libertad de Milagro.

La Jujuy de Morales es una provincia quebrada, sede de los dos más grandes y redituables negocios contemporáneos (plantación para exportación de cannabis y litio), aun así, está quebrada y depende en un 80% de su financiamiento de recursos federales que se le envían puntualmente desde el Ministerio de Interior.

En Jujuy hace dos semanas hubo elecciones legislativas. El eventual éxito de la gestión del misógino gobernador depende del financiamiento nacional. No hubo orientación política de la dirigencia nacional y popular de preservar la unidad del espacio por lo cual los egos localistas tupacamarizaron la propuesta electoral ganando debilidad. Los pocos votos emitidos no hablan de una elección democrática en una provincia donde ha mudado la república y se han restaurado instituciones regias. Hay persecución, presos políticos y presas políticas, hay aprietes, amenazas, nepotismo, espionaje, hay control de los medios de comunicación y silenciamiento de la oposición; ¡eso no es una elección democrática!

Pero lo importante es entender que a pesar de que Morales lo quiera mostrar así, NO se plebiscitó la cárcel de Milagro, si aceptamos eso entonces estamos condenando a quienes eventualmente y contingentemente no gozarán de popularidad al ostracismo.

Milagro tiene que estar en libertad, los votos de Morales no cambian en nada eso. Morales debería estar preso.
Mientras tanto los amigos de Blaquier se convocan en San Nicolás y en la misma Plaza de Mayo donde estaremos nosotros con nuestro acampe. Organizaron sus repertorios golpistas que han venido desarrollando cómodos y festivos mientras nosotros estábamos construyendo solidaridad y enfrentando la pandemia.
Si llegó la hora de poner las cosas en su lugar lo mismo pasará el 9 de julio, la plaza de mayo estará colmada de militancia popular construyendo la fortaleza necesaria para que el gobierno se convierta en democrático, es decir, al decir del propio General Perón, “la verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el Pueblo quiere, y defiende un solo interés, el del Pueblo”. Para eso es el acampe, por si no quedara claro que hay un clamor popular por la libertad de nuestra compañera. Para construir la fortaleza, para que no naufraguen quienes tienen que tomar decisiones en teoremas imposibles de correlación de fuerzas, de gobernabilidad y demás argumentos en los que se apalancan los rufianes para condicionar al gobierno nacional.

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