Según publica el diario La Nación, Mauricio Macri habría criticado la decisión del ministro Katopodis de suspender la construcción de nuevos “metrobuses”. El ex presidente considera que la medida del ministro apunta contra un tipo de obra emblemática de su gobierno.
Más allá de las sobrefacturaciones denunciadas en su momento por Pino Solanas o analizadas detalladamente Gabriela Massuh en su libro El robo de Buenos Aires, es revelador y explica muchas cosas que el ex presidente tenga por emblema de su gobierno a una obra de carácter municipal. Su periodo presidencial no sería así más que la prolongación de su periodo como intendente de Buenos Aires, que no otra cosa designa el rimbombante título de “jefe de gobierno”, aunque debe admitirse que en este caso no fue iniciativa del macrismo asignar a las cosas denominaciones que no tienen nada que ver con lo que las cosas son.
Este hábito (propio de la novela 1984, donde el Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra, el de la Verdad de la propaganda y las mentiras, el Ministerio de Amor de torturar disidentes políticos y el de la Abundancia del racionamiento de alimentos), junto con el de atribuir a sus adversarios sus propias intenciones y prejuicios (mecanismo que, de ser inconsciente, correspondería llamar “proyección”, pero siendo consciente es pura y fría tergiversación) es verdaderamente emblemático del macrismo, tanto en su papel de oficialismo como de oposición: a partir de finales del 2015 el gobierno de Cambiemos llevó a cabo las barbaridades que durante ese año y los anteriores había atribuido al gobierno de CFK; y durante su periodo de gobierno atribuía al kirchnerismo la misma intemperancia y ánimo destructivo que el propio macrismo tuvo y vuelve a tener ahora como oposición. Se trata del viejo truco del punguista, que nunca trabaja solo sino en equipo: mientras uno grita “Al ladrón, al ladrón”, los otros vacían los bolsillos de los incautos que se dejan engañar por el denunciante.
En este sentido, el señor Macri tiene razón: el metrobus es un acabado símbolo de su gobierno y de lo que él mismo y su partido son y representan, ya que no hay nada más expresivo de la naturaleza de Cambiemos que llamar “transporte sustentable” a una bondisenda, un carril exclusivo para que circulen “los mismos colectivos contaminantes de siempre”, para decirlo en palabras de Grabriela Massuh.
Un Metrobus, un sistema de autobuses de tránsito rápido, es algo tan parecido a un carril exclusivo para colectivos como Ipanema lo es a las playas secas y a las piletas pintadas de la ciudad de Buenos Aires, pero si el señor Macri lo reclama como emblema ¿qué se puede decir? A confesión de parte, relevo de pruebas.