Con más desaciertos diplomáticos en América Latina, Rice parte con una magra cosecha. Volverá por más.

Por Causa Popular.- “La secretaria estadounidense de Estado Condoleezza Rice se quedará aislada en su gira por Latinoamérica si intenta mostrar a Venezuela como fuerza negativa en la región”, vaticinó el pasado lunes el ministro de Información venezolano, Andrés Izarra. Brasil, Colombia, Chile y El Salvador, fueron los destinos elegidos por la administración Bush para intentar ajustar algunas tuercas del engranaje imperial latinoamericano que amenaza con desarmarse tras la huída de Lucio Gutierrez del sillón presidencial ecuatoriano. La agenda que ocupó la visita de Rice en Brasil perfiló los temas por los que la secretaria de Estado del imperio norteamericano decidió viajar a estos cuatro países de América Latina. Con el primer “peón” al que intento disciplinar la “dama”, las prioridades de la Casa Blanca para la región quedaron sinceradas, pero la cosecha final fue mucho más magra de la esperada. Venezuela, el desbloqueo del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), el Plan Colombia, y las gestiones, menos visibles, para abrir paso a un “tercer candidato” en la inminente elección del secretario general de la OEA, fueron los temas principales que desvelaron a la “dama imperial” en estos días.

“La dama imperial anda moviéndose por Sudamérica, y a lo mejor un peón dijo lo que la dama quiere oír para complacer a la dama imperial, para que ella se ría y se sienta feliz”, dijo Chávez durante un acto público realizado esta semana, en referencia a la subordinación del gobierno colombiano de Álvaro Uribe a los lineamientos políticos y militares de Estados Unidos en el Plan Colombia. Pero la gira latinoamericana de Condolezza Rice prefigura un horizonte brumoso para los Estados Unidos.

Luego de la visita del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, a Brasil y Argentina durante los últimos días del mes de marzo, en estas mismas líneas Causa Popular analizaba que el paso del ministro de Defensa de George W. “dejó en evidencia la táctica del imperio para Latinoamérica, donde Brasil y Argentina son sus cabeceras fundamentales para que la región no se les vaya de las manos.” Está semana, la secretaria de Estado norteamericana, confirmó la premonición respecto de Brasil.

Condoleezza Rice, y el canciller brasileño, Celso Amorim, expresaron el mismo día de su llegada que sus países quieren “trabajar juntos” por la democracia hemisférica, en clara alusión a la situación venezolana. “Nuestros países tienen gran afinidad en cuestiones relativas a la democracia y al cambio social”, resaltó Amorim en una rueda de prensa realizada junto a Rice, en la que se discutieron las crisis regionales que en los últimos tiempos provocaron estallidos sociales y renuncias presidenciales, como en Bolivia y Ecuador.

Pero los gestos del comienzo no alcanzaron e inmediatamente después se pudo observar el fruto de la fuerte relación diplomática, política, económica y social que mantienen Brasil y Venezuela. Según el propio jefe de la diplomacia brasileña, Washington y Brasilia tienen la voluntad de “seguir trabajando juntos, respetando la soberanía de los países, para favorecer la democracia en nuestro propio continente”. El presidente de Venezuela Hugo Chávez en reiteradas oportunidades denunció al gobierno de George Bush de violar la soberanía venezolana. Los dichos de Amorim, difícilmente hayan pasado desapercibidas para Estados Unidos.

Rice, no se dio por aludida y puso presión diplomáticamente, resaltando los “valores comunes” entre los dos países y se congratuló por el compromiso del presidente Luiz Inacio Lula da Silva para asegurar la estabilidad de la región, como quedó demostrado en Haití, donde Brasil lidera una misión militar de la ONU. Así intentó quedar plasmado en un ambiguo comunicado conjunto que afirma que la principal potencia mundial y la principal de Sudamérica tienen “el compromiso (…) de cooperar con otras naciones, particularmente en nuestra región, orientadas por una visión común de libertad, democracia y justicia social”.

El gobierno de Lula, a su vez, desmintió una versión divulgada durante la visita de Rice por el diario O Estado de Sao Paulo, de la que se hizo eco la prensa Argentina, según la cual José Dirceu, ministro de la Casa Civil (jefe del gabinete brasileño), fue a Caracas con la misión de “convencer” a Chávez de que revea su decisión de suspender la cooperación militar con Estados Unidos, y que baje el tono de la confrontación con el país del norte.

El portavoz del presidente Lula da Silva, André Singer, y su principal asesor en temas internacionales, Marco Aurelio García, negaron que el viaje de Dirceu haya estado relacionado con la visita de Rice o con la “mediación” que le atribuyó O Estado. “El viaje tuvo por objetivo discutir temas relacionados con la integración sudamericana”, dijo Singer, citado por la agencia italiana ANSA. A su vez, García enfatizó que “Brasil no intermedia en nada. Nuestra política para Venezuela está definida hace mucho tiempo”.

El lunes 14 de febrero de este año los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, suscribieron en Caracas un total de 26 acuerdos en las áreas energética y militar. En esa oportunidad ambos presidentes expresaron sus intenciones de profundizar una alianza estratégica binacional y avanzar en una mayor integración de las dos principales economías de América Latina.

Entre los 17 convenios firmados en esa oportunidad se desatacaron los suscritos por las empresas Petróleos de Venezuela (PDVSA) y Petróleos Brasileños (Petrobras) en materia de exploración y refinación petrolera, fabricación y distribución de lubricantes, comercio y transporte marítimo, petroquímica y producción de gas. También sobresalieron los de construcción de plataformas y reparación de buques, la identificación de nuevos negocios siderúrgicos, así como el financiamiento de proyectos, cooperación científica, asesoría en agricultura y minería.

Pero lo que más generó ruido en la región, fueron los acuerdos militares, tácticamente omitidos por la “dama imperial” en tierra brasileña. Si bien estos acuerdos no fueron revelados, informaciones previas indicaron que Brasil vendería a Venezuela un grupo de aviones brasileños “Súper Tucanos”, que son usados para el entrenamiento de los pilotos de la Fuerza Aérea.

Durante el encuentro bilateral realizado en febrero Chávez indicó que “ponemos a la orden no sólo de Brasil, de su pueblo y su gobierno, sino de toda América Latina y el Caribe el potencial energético de Venezuela, que es la primera reserva petrolera del planeta. Esa es la furia de algunos contra nosotros, esa es una de las razones de los golpes de Estado que ha habido, producto de las potencias por sus ambiciones de dominación”.

Esa fue la furia que una vez más expresó la administración Bush contra el gobierno de Chávez, el mismo que en la misma semana de la gira de Condolezza Rice por países latinoamericanos, se preparaba para visitar a su aliado más estrecho de la región: Fidel Castro. “Todos queremos una Venezuela libre y totalmente democrática”, dijo Rice en Brasilia. “Evidentemente sabemos que, como en cualquier otra sociedad, existen problemas y que esos problemas deben ser discutidos por el pueblo venezolano, y lo que podamos hacer para ayudar en el encaminamiento positivo -siempre respetando, repito, la soberanía de ese país vecino-, lo haremos”, volvió a resaltar canciller brasileño Celso Amorim.

Washington define a Chávez como fuerza e influencia negativa en la región y critica su reciente política de reequipar su fuerza armada con 100.000 fusiles y 10 helicópteros rusos, además de 10 aviones de transporte, dos aviones de vigilancia marítima y ocho patrulleras de España, aunque nada dice de la compra de aviones a Brasil. Caracas, por su parte, insiste, y lo prueba cada vez que tiene ocasión, que el gobierno del presidente George W. Bush estuvo detrás del golpe de Estado que sacó por 47 horas del poder a Hugo Chávez y de un paro petrolero de dos meses, que golpeó duramente la economía local.

Pero no todo estuvo centrado en Venezuela. Antes de viajar a Colombia, la secretaria de Estado expresó que para América latina “el camino es claro: hay que avanzar en el Área de Libre Comercio de las Américas”, que debía entrar en vigor este año pero sigue totalmente estancada. Fue como un grito desesperado ya que los planteos sobre este tema durante su estadía en tierra carioca cayeron en saco roto.

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, afirmó hace pocos días que el Tratado de Libre Comercio de las Américas por ahora sigue fuera de la pauta del debate brasileño, y que la prioridad sigue siendo el MERCOSUR (bloque formado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y al que aspira entrar Venezuela) y la Comunidad Suramericana de Naciones. Este tema ni siquiera apareció mencionado en el comunicado que cerró la principal etapa de la visita de la Secretaria de Estado.

De todas maneras las diferencias sobre el ALCA no impiden los buenos negocios: Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones brasileñas y Brasil es el principal receptor de capitales norteamericanos en Sudamérica, con inversiones que totalizan unos 34.000 millones de dólares en el gigante sudamericano.

En 2004, las exportaciones brasileñas a Estados Unidos alcanzaron los 20.300 millones de dólares (21% del total, en alza de 20,4% respecto a 2003). El país de Lula importó el año pasado productos norteamericanos por 11.511 millones de dólares (18,3% del total de compras brasileñas, en alza de 18,4% respecto a 2003), según sus propios datos.

En la OEA también la dama pierde peones

El lunes próximo se realizará la elección del secretario general de la OEA, luego del empate en 17 que obtuvieran los dos candidatos el 11 de este mes. El tema no figuró explícitamente en la agenda de la gira de Rice pero nunca dejo de estar presente, como firme señal de significar otro de los temas que comienzan a quitarle el sueño a la Casa Blanca.

Es que el 11 de abril empataron en 17 votos los candidatos que compitieron en cinco votaciones sucesivas, el chileno José Miguel Insulza, respaldado por los países del Mercosur, y el mexicano Luis Derbez, sostenido por Estados Unidos. Pocos días antes, Washington ya había descartado a su primer candidato, el ex presidente salvadoreño Francisco Flores, para concentrar el “lobby” en favor de Derbez. Y el mismo 11 de abril, tras las votaciones, Insulza aludió a “enormes presiones” para evitar que lograra los 18 votos necesarios para ser elegido, sin mencionar a Estados Unidos, obvio destinatario del reproche.

Desde entonces, la candidatura de Derbez pareció derrumbarse mientras se fortalecía la de Insulza, una tendencia que alarmó a Estados Unidos, acostumbrado desde hace décadas a la obediencia de la OEA. Desde entonces se sucedieron las versiones sobre terceras candidaturas, la última de las cuales aludió al canciller de Canadá, Pierre Pettigrew.

El caso es que un tercer postulante “de consenso” requeriría que Insulza y Derbez se retirasen de la carrera, una posibilidad a la que se declaró dispuesto el mexicano pero no el chileno. El canciller de Chile, Ignacio Walker, reiteró durante la visita de Condolezza Rice a su país que “no está en nuestra mente subir o bajar candidaturas y a lo que aspiramos es a un consenso para José Miguel Insulza”.

Antes de que Rice arribara a Santiago, además, legisladores chilenos dijeron que Haití confirmó para el 2 de mayo su voto por Insulza, después de haber respaldado a Derbez el 11 de abril. “Hemos recibido la garantía del presidente (Boniface Alexandre) y el primer ministro (Gerard Latortué) que la decisión de Haití es votar por Insulza”, dijo el senador. Hace una semana también Paraguay había resuelto cambiar su voto a favor de Insulza, según explicó la canciller de ese país, Leila Rachid, para “unificar la postura del Mercosur”.

Uno de los primeroa balances de la mini-gira de Rice estará dado el lunes próximo por la Asamblea extraordinaria de la OEA en Washington, donde Estados Unidos deberá empeñarse para disimular una derrota en un organismo que tantas veces se comportó como una dependencia del Departamento de Estado para América Latina.

En relación al resto de la agenda latinoamericana que dominó las visitas, primero del jefe del Pentágono Donald Rumsfeld y luego de la secretaria de Estado Condolezza Rice, los hechos confirman hasta aquí que el presidente George W. Bush “busca una respuesta más firme a la política del presidente Hugo Chávez, pero no encuentra aliados en la región”, como afirmó el diario The New York Times que citó como fuentes a “funcionarios estadounidenses”.

La crónica fue publicada el mismo día que Rice inició su mini-gira latinoamericana, un derrotero que arrojó varios saldos negativos para los intereses norteamericanos y que probablemente traiga una presión aún mayor.

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