Compañero Néstor

¿Qué dirá la Historia de los años kirchneristas? ¿Puede haber un Legado, una Herencia, una Bandera? La fiera disputa por el relato, la oportunidad de un 2010-2011 con economía positiva y la certeza de que no se trata de estadísticas ni de micros, sino de la construcción de la idea de un porvenir compartido. El autor del blog Mide/No Mide traza un balance político que interpela lo que fue y, sobre todo, lo que puede venir.

A veces pienso que me gustaría llamar «compañero» a Néstor Kirchner. Para preguntarle, por ejemplo, ¿qué dirá la Historia de los años kirchneristas, compañero Néstor? Eso es, para mí, lo que está en juego cuando hablamos de política al terminar la primera década del siglo. Claro que «la Historia» como tal no existe, que no es una sola, que la Historia la-escriben-los-que-ganan y todo eso. Pero que la disputa por «el relato» es real, es real. Y al pegar la vuelta del sexto año de gobierno del mismo signo, de eso es de lo que estamos hablando, señores.

¿Y, compañero Néstor? ¿Qué dirá la Historia de los años kirchneristas? ¿Habrá sido todo esto parte del giro hacia los pueblos que registró América Latina? ¿Habrá sido todo esto la obra de un proyecto político pariente de los populismos «populares»? ¿Podremos patalear con solvencia contra los que, siempre con el mismo libro en la mano, busquen rasgos de Fujimori, Collor y Menem? ¿Se habrá ayudado a moldear aquello que se fragua junto con todo populismo: algún tipo de «pueblo»? ¿Se habrán puesto los cimientos de algo que salde el desfonde político de 2001? Más allá de las mejoras concretas (tooooooodas esas estadísticas), ¿hay un porvenir? ¿Un Norte? ¿Una fila donde ponerse? Los «no quisimos, no supimos, no pudimos» —lo indecible de la política— ¿serán más atendibles que los del resto? ¿Que los de otrora? ¿Importará?

Yo, a esta hora de este día de fines de 2009, creo que sí, compañero Néstor. Pero, ¿y los demás? ¿Los demás qué creerán? Porque de eso se trataba la política también, ¿no? No tanto de lo que creamos «nosotros», sino de lo que podamos lograr que los demás crean.

«Ustedes» más bien. ¿Qué creerán «ustedes»? Y, sí. Aunque últimamente esté algo raleada de los discursos oficiales, una de las palabras clave en toda política es «ustedes». Yo me preocupo por ustedes. Yo trabajo por ustedes. Yo he ordenado que se haga tal cosa por ustedes. Nosotros somos «nosotros», pero queremos que ustedes estén en este «nosotros». Nosotros los queremos a ustedes. Porque, ¿saben?, voy a contarles un secreto: «nosotros», podemos ser todos. ¿Se animan?

En esta columna tan «fechada» no se hablará de candidaturas, ni de presidencias de comisiones. Apenas nos animaremos a decir que el sentido del «relato» que explique qué cosa han sido los años kirchneristas todavía está en disputa cuando ingresamos al año del Bicentenario de la Revolución de Mayo. Puede haber un Legado, una Herencia, una Bandera. Debe haberla, me animo a escribir, apresurado. Quizás, equivocado.

Este año deja, por un lado, la derrota electoral del compañero Néstor, sobre la que hemos derrochado caracteres. Luego, dos de los tres puntos más altos —junto con la estatización de las AFJP (2008)— de la gestión kirchnerista: la Ley de Medios y la Asignación Universal por Hijo, el mayor plan social de la Historia. Otro hecho relevante ha sido la presentación en sociedad del «grupo A», claro. Un conjunto de dirigentes con muchos votos y resbaladizas bases sociales —que van desde «la gente» hasta las entidades patronales más poderosas— y que, si de algo están seguros, es de que todo lo que se escribe en esta columna no es más que una pila de imbecilidades. Que el «relato» sobre el kirchnerismo está jugado. Y que no hay Legados, ni Herencias, ni Banderas.

Y eso es todo, amigos. ¿Eso es todo, compañero Néstor? Mientras tanto, en Ciudad Gótica, —y esto lo digo yo— no hay herederos, ni certezas, ni manganetas seguras, ni nada. No parece haber forma de capitalizar nada. La ANSeS desembolsó 10 mil millones de pesos para los pobres y ¿dónde hay que mandar el mensaje de texto para decir «gracias» o «ya era hora» o «me vendrían bien 200 mangos más» o algo?

La Historia todavía da una oportunidad en 2010-2011. Céteris páribus no habrá crisis económica, default, corrida cambiaria ni bancaria. Inflación, sí. ¿Pero descontrol? Difícil. Puede haber Gripe A, Dengue, Duhaldismo, alguna plaga de Egipto destapada por el resucitado Telenoche Investiga. Pero no hay crack a la vista.

Esta situación da tiempo. ¿Para instalar candiaturas? Para disputar ese «relato», preferiría pensar. Al autor de estas líneas no le seduce la variante —que se llevará a cabo— Holdouts + Club de París + Regreso al Mercado de Capitales + Vuelta a la Plata Fresca. ¿Para qué? ¿Para dar diez cuotas más en Garbarino? No es un problema de plata este. No es un problema de reservas del Banco Central. Es un problema de «nosotros», de «ustedes», de aquel «la Patria somos todos». No es un problema de intendentes. No es un problema de micros.

Al respecto, sólo tengo intuiciones. Llego a ver que es, por un lado, un problema de porvenir. De construcción de la idea de un porvenir compartido. Porque uno puede hacer lo que quiera. Pero cuando la muchachada no la ve para ellos y para sus hijos, no la ve. Si lo único que se puede palpar de la cosa pública es la dinámica de aumento del IPC (con perdón de las damas) y cómo corro yo la coneja para que no me agarre, no estamos bien.

Por otro lado, ya se ha dicho, es un problema de lenguaje. No confundir con comunicación. Yo entiendo que ahí afuera, la batalla por el «relato», con la tapa de cierto diario todos los días habiéndole perdido el miedo a la vergüenza, no es fácil. Que es como entrar en Basora para ir a dejarles multas de tránsito a fulanos que tienen puesto el chaleco de TNT. Pero hay que hacer el esfuerzo que implica elegir otro lenguaje para defender los aciertos de la actual gestión. Un lenguaje que nos hable. No a mí, compañero Néstor. A «ustedes».

Claro que eso requiere dejar un poco en suspenso la política de los políticos, la política de la contabilidad, la política de la trinchera. Se me ocurre: no es, por supuesto, lo que decía aquel teórico de la política que hablaba —pifiaba, para mí— de cambiar el mundo «sin tomar el poder»(?!). Pero, ¿qué tal «dejar el poder sin dejar el poder»? A la del poder, que juegue el resto, a ver si se ponen de acuerdo sobre quién se va a quedar con el gobierno de este nada despreciable país en el que se ha convertido la Argentina. «Nosotros» —pongan ahí los dirigentes políticos, los sindicales, los sociales, los intelectuales, los periodistas, los amigos que quieran— podemos jugar la del «relato». Con lo difícil que es eso. Con el laburo que implica. Con toda la plata y todas las obras, pero también con todas esas palabras que todavía faltan en todos esos barrios.

Porque ¿qué quedó del peronismo? ¿Las tuercas que se robaron del IAPI? ¿Qué se dirá de Hugo Chávez? ¿Que un día dio un discurso para recomendar iluminarse los orines con una linterna? ¿Y de Lula? ¿Que no combatió la endémica corrupción legislativa brasileña?

¿Y qué se dirá de los años del kirchnerismo, compañero Néstor? ¿Qué se dirá? Yo espero que se pueda decir lo único que se puede decir en política y que, de entre aquellas cosas que no sirven para nada, al menos no suena a disculpas. Que estuvimos a la altura de las circunstancias. Que nosotros lo hicimos por ustedes.

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