“Yes, we can. Yes, we can,” bramaba una multitud feliz en la apertura de Telenoche del miércoles y lo imaginé a Carlos De Elía, capo noticioso de Artear y esposo de María Laura Santillán, sentado en el control central, decepcionado por tener que poner en pantalla a los jubilosos norteamericanos que colmaban las calles y no poder hacer lo mismo con las muchedumbres opositoras pro AFJP (que no hubo) asediando la manzana del Congreso.
Crítica contó tres mil, La Nación se estiró a siete mil y Perfil prefirió el genérico “miles”, el cualitativo “Fuerte protesta” y destacó la presencia de “diversos referentes de la oposición. Daniel «Chicho» Basile, Ramón Puerta, Patricia Bullrich, Federico Pinedo, Nito Artaza, Mario Llambías, Diego Guelar y el rabino Sergio Bergman. ” Un tren fantasma casi perfecto.
Clarín fue un poco más duro. Habló de unas “seis mil personas” para agregar al toque un descalificador “los organizadores exageraban con 25.000”. Encima, la volanta editorializaba de movida: “Una convocatoria que estuvo lejos de las masivas marchas en favor del campo”.
La cobertura del escuálido acto opositor convocado por la Coalición Cívica, el PRO, la UCR y la dirigencia agraria denotó la nostalgia por las panorámicas pletóricas de cámara aérea. Los diarios se quedaron en el plano corto y con alguna esquina en perspectiva que dibujaba una cuadra llena. Canal 13 se refugió en el loopeo de la Policía Federal avanzando escudos en mano, aguantando los gomerazos de los muchachos de la CCC y un devaluado De Angeli pidiendo calma. Más no había.
Otro dato significativo señalado de manera despareja por los medios fueron las ausencias de los grandes referentes políticos de esta manifestación. Ni Carrió, ni Macri, ni Cobos (ni Osvaldo Bazán) aparecieron por Congreso, ratificando que la clase dirigente argentina (y no solo la opositora) solo juega a ganador.
La oposición política perdió 145 mil personas en cuatro meses en el trayecto que va de las inmediaciones del Zoológico a Rivadavia y Riobamba. Más o menos, 2.400 colectivos hasta las manos de la línea 37, que es un bondi ideal para ese recorrido. Y después dicen que no hay mérito en organizar los micros para un acto.
Oficialismo reloaded
Al cierre de esta edición, la Cámara de Diputados se apresta a tratar el proyecto de estatización de las jubilaciones. A pesar de los sondeos serios de la semana pasada a los legisladores (en los que el gran diario argentino titulaba “La oposición duplica al oficialismo entre los que anticipan su postura”) todo indica que la iniciativa oficial será acompañada por algunos diputados opositores, redondeando una aprobación contundente.
Con Agustín Rossi a la cabeza, las negociaciones con el bloque del SI y el monobloque lozanista, sumado al apoyo de los radicales K y algunos provinciales, fortalecieron la mayoría y, a la vez, la calidad del proyecto. En esta misma columna, el 14 de julio pasado, modestamente señalábamos esto:
“Para alegría de muchos y pesar de otros tantos, el personalismo del diputado monoposto Claudio Lozano, las huestes de Macaluse y algunos sectores del socialismo, deberán entrar en una agenda amplia de diálogo y acuerdos junto a los movimientos sociales no afines al Gobierno, si se pretende conformar realmente un espacio de centroizquierda con expectativas en 2009. En los términos pedestres del poroteo, remplazar los votos de los Reutemann, los Schiaretti y otros oportunistas obligará saludablemente a despojarse de viejas cuitas entre compañeros hoy distantes y poner manos a la obra. Quizá, con mucho viento a favor, hasta alcance para deshacerse de algunas rémoras que hoy mantienen su lealtad pero flaco favor hacen a la gestión oficial y a una política distinta.”
Si la votación de hoy ratifica la primera parte de aquellos dichos, derribando barreras altas inconducentes para todas las partes, vale admitir que aun falta mucho para que el resto de la cita se corresponda con la realidad.
Mientras tanto, el desgastador Buzzi y sus amigos tal vez deban archivar sus ambiciones políticas de colar cuadros agropecuarios en las listas electorales de los distintos partidos y conformarse con la eventual postulación de Felipe, que en eso de ir y venir de la estancia a los cargos públicos les saca un campo de distancia.
El oficialismo, hoy, con todas las contradicciones a cuestas, mira los diarios del 18 de julio, relojea el tablero de la cámara baja, aprieta el puño y, por lo bajo, suelta un sonriente “Yes, we can.”