Comercio para los pueblos, no libre competencia: Bolivia busca otra integración para su emancipación energética

Por Causa Popular.- Competencia o complementariedad. Dos palabras que resumen las diferencias que se ya se delinean entre los dos proyectos de integración que están en pugna en el Continente Americano. Por hora son tres contra tres, el resto observa, coquetea con uno o con otro, pero aunque las tendencias van quedando cada día más claras, no terminan de definirse. Estados Unidos, Canadá y México por un lado, Cuba, Venezuela y Bolivia por el otro. El ALCA junto a los Tratados de Libre Comercio (TLC) y el ALBA más sus Tratados de Comercio de Los Pueblos (TCP), son ya dos proyectos políticos estratégicos que marcaran la vida y la muerte de los pueblos de América a lo largo del siglo XXI.

Más allá de la clara señal emitida desde La Habana el pasado fin de semana por Fidel, Chávez y Evo desde la mismísima Plaza de la Revolución, la llegada del presidente de la República Bolivariana de Venezuela a Bolivia para apoyar a este país en la nacionalización de los hidrocarburos, dejó bien en claro cual va a ser la política exterior del gobierno del MAS. Con ella, el bloque del ALBA y el TCP se fortalece en la disputa regional con el imperio.

A diferencia del ALCA y los TLC, mecanismos comerciales cuya razón de existencia es garantizar la libre competencia entre los países, siempre favoreciendo al más grande, el ALBA y el TCP, crea ventajas cooperativas entre las naciones para permitir compensar las asimetrías existentes entre los países que lo integran.

Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países más pobres frente a otros que disponen de mayores recursos. Algo que, por ejemplo, el Mercosur no práctica y lo sume en una profunda crisis.

Además, esta integración busca satisfacer las necesidades y anhelos de los países latinoamericanos y caribeños, preservando su independencia, soberanía e identidad. En opinión del propio Evo Morales, el acuerdo constituye un paso más en las aspiraciones de cambiar el sistema neoliberal que predomina en el continente y un impulso al proceso de descolonización que se vive en Bolivia.

Pablo Solón, especialista boliviano en temas comerciales y de integración, apunta las cuatro diferencias que hoy están planteadas. A diferencia de los TLC promovidos por las potencias del Norte, el TCP en marcha con Venezuela, Cuba, y Bolivia asegura para este último mercado para todos sus productos que pudieran ser perjudicados por los Tratados de Libre Comercio.

Según este especialista integrante del Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración Solidaria de los Pueblos, existen cuatro cualidades fundamentales diferenciadoras del TCP propuesto por el gobierno Boliviano a Chávez y Fidel: el aseguramiento de mercados para los productos bolivianos; el reconocimiento del Estado como normador y articulador principal del comercio; la complementariedad productiva de las naciones participantes y la búsqueda de beneficios para los pequeños productores.

Entrevistado por Bolpress, Solón expresó que “Lo único que buscan los TLCs es disminuir y/o eliminar los aranceles, pero sin asegurar que estas preferencias garantizarán el mercado porque luego fomentan la competencia entre productores diametralmente distintos en capacidad productiva. Se trata de preferencias para que las empresas pequeñas compitan entre ellas y enfrenten a las grandes corporaciones.

En el TCP no solo hay preferencias arancelarias, sino un compromiso de compra. En este caso, Venezuela se compromete no solo a bajar aranceles para todas las partidas arancelarias, sino también a comprar 200 mil toneladas de soya y otros productos que se vieran perjudicados por los TLC con Estados Unidos y la Unión Europea.”

Según Solón la complementariedad es la base fundamental de este acuerdo de nuevo tipo: “Los países suscriptores de un TCP bilateral no solo reducen sus aranceles sino que se proponen elaborar un plan estratégico para la complementariedad productiva pensando en las necesidades de ambos. Es decir que planifican el comercio pensando en nuestros mercados -en referencia a los mercados bolivianos-, en las compras estatales y las capacidades de crédito. La idea es crear operaciones, proyectos y/o empresas binacionales en los dos países.”

“Esta articulación productiva no existe en el TLC -compara el especialista boliviano- porque su lógica es otra; los TLCs solo allanan el camino para la competencia entre empresas. El TCP promueve la participación activa de los Estados en el comercio, mientras que los TLC persiguen una participación cada vez menor de los Estados. El conjunto del TCP habla de la intermediación del Estado, del acopio y comercialización, esto porque no puede existir complementación productiva si no se recupera el rol protagónico del Estado en el comercio internacional.”

En referencia a la articulación entre el TCP y el ALBA, Pablo Solón aclara, “ambos tienen los mismos principios, son propuestas de relacionamiento y de integración, pero el TCP está pensando como instrumento de las relaciones bilaterales. Se puede firmar un TCP con India, China o con los países europeos, en cambio el ALBA es para los pueblos de América.

Tanto el ALBA como el TCP están en construcción, pero el ALBA tendrá un carácter más amplio. Bolivia quisiera TCPs con todos los países incluidos Estados Unidos y Europa. Si estos países llegarían a comprender que no es suficiente bajar aranceles, que hay que asegurar mercados, que no se debe incluir temas de servicios y propiedad intelectual dentro de los acuerdos comerciales, que el Estado debe recuperar un rol protagónico en el comercio y que este debe estar acompañado de una cooperación sin condicionamientos, entonces se podría hablar realmente de acuerdos comerciales que promueven la reducción de la pobreza.”

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