Por Causa Popular.- Los principales movimientos sociales de Brasil se movilizaron esta semana para respaldar al presidente Luiz Inacio “Lula” da Silva, y rechazar los planes desestabilizadores de la derecha. Las denuncias apoyadas por las 40 mil personas que participaron de la movilización estuvieron en sintonía con las declaraciones realizadas por Hugo Chávez en su visita al gigante del sur de la semana anterior, en las que acusó a la derecha brasileña de realizar “un ataque a mansalva contra el presidente del Brasil, y eso tiene que venir de algún centro de planificación de aquí adentro del Brasil o cuidado si es fuera del Brasil”.
La multitudinaria manifestación y estas palabras del presidente venezolano ponen sobre la mesa de debate los temas de fondo que sobrevuelan la crisis brasileña desatada por los casos de corrupción que afectan al PT y a toda la clase política brasileña.
El interés de los Estados Unidos sobre la Amazonía y el apoyo de Lula al gobierno de Chávez parecen ser prioridades para la agenda norteamericana.
Los manifestantes recorrieron el pasado martes el centro capitalino en reclamo de una profunda investigación de las denuncias que mantienen al país en crisis hace tres meses y para que se sancionen a los corruptos.
Estas demandas figuraron en las telas con grandes letreros que portaban, en las consignas que corearon y en los discursos de dirigentes, junto a denuncias contra la derecha por impulsar y usar la actual crisis.
Los pronunciamientos condenaron de manera unánime la amenaza opositora de promover la destitución de Lula, propósito en que los partidos de esa tendencia ya dieron una marcha atrás táctica, por no tener nada que involucre al mandatario y porque los escándalos no limaron la popularidad con la que aún cuenta Lula.
El contundente apoyo al primer mandatario, sin embargo, no ocultó el descontento de los manifestantes con la política económica de Lula, quienes reclamaron su modificación en un acto frente al Ministerio de Hacienda. Al final de la tarde sus dirigentes fueron recibidos por Lula.
La manifestación la organizó la poderosa Coordinación de Movimientos Sociales, que agrupa a más de 40 entidades, entre ellas, las uniones nacionales de estudiantes universitarios (UNE) y secundarios (UBES), la mayoritaria Central Unica de Trabajadores (CUT) y el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST).
El presidente de la CUT, Joao Felicio, señaló que “por encima de todo somos contrarios a golpes. Hayamos errado abrir ‘impeachment’ (impedimento) contra el presidente Lula”.
Luego recordó que “Lula para nosotros es un símbolo. La relación que él estableció con los movimientos sociales a lo largo de décadas no nos permite dudar de su honestidad y de su historia. Nosotros estamos aquí, diciendo, investigación sí, impeachment no”.
Si la ofensiva de la derecha brasileña se mantiene, el presidente de la CUT advirtió que “nadie va a derribar a Lula”, porque para ello “tendrán que pasar por encima de los movimientos sociales, de los estudiantes, de los trabajadores y del pueblo”, y el diputado que presente un pedido en ese sentido “tendrá que rendir cuentas a la población”.
“La derrota de Lula -agregó Felicio- no sería solamente una derrota del ciudadano, sino de la izquierda en el mundo y en América Latina”.
Gustavo Petta, presidente de la UNE, destacó por su parte, que “la alternativa a Lula es la vuelta de la derecha. Entonces nosotros no vamos a ser ingenuos para permitir y apoyar la vuelta de la derecha”.
Petta, Felicio y el presidente de la UBES, Marcelo Gaviao, coincidieron en defender una profunda reforma política que permita suprimir las prácticas clientelistas comunes en los partidos brasileños, para evitar actos como los causantes de la actual crisis.
El dirigente estudiantil agregó que igual que en 1992 “los carapintadas -en referencia a la cara pintada de varios de los manifestantes con los colores de la bandera brasileña- estamos de vuelta, pero esta vez no vamos a exigir la salida del presidente como hicimos con Fernando Collor de Mello (1990-92), sino que estamos para exigir la ética en la política, el financiamiento público de las campañas electorales, el cambio de la política económica y poner un basta a las elites”.
La derecha brasileña no tardó en contestarles a los manifestantes. Según escribió el corresponsal en Brasil del diario Página 12, Darío Pignotti, los analistas económicos brasileños pusieron el grito en el cielo, e hicieron ver la “inconveniencia” de este tipo de eventos “oficialistas”, porque en ellos puede incubarse una salida “chavista” de la crisis.
Carlos Alberto Sardenberger, periodista del grupo Globo, -la cadena televisiva más importante de Brasil y una de las más influyentes de América Latina que ha fogoneado permanentemente los escándalos de corrupción apuntando a desprestigiar a Lula- criticó la “poca representatividad” y la actitud “equivocada” de la UNE al oponerse a la política del ministro de Economía, Antonio Palocci.
“La UNE critica lo único bueno que tiene el gobierno”, sostuvo.
El portavoz estudiantil Vinicius Rassende lo rebatió: “No somos oficialistas, ni queremos la chavización, nosotros no buscamos la radicalización, pero no permitiremos que esta crisis sea negociada por los congresistas corruptos, de aquí en más seguiremos tomando las calles; ya tenemos programadas marchas en San Pablo, Belo Horizonte y Salvador de Bahía”.
Según sostuvo el pasado miércoles el corresponsal permanente de Página 12 que viene siguiendo la política brasileña desde hace varios años, la movilización está en consonancia con “una de las estrategias de Lula, que persigue un repliegue hacia los movimientos sociales si la guerra política en el Congreso se vuelve insostenible y las investigaciones en su contra no le dejan más margen de defensa.
Dentro de ese plan se inscriben los recientes discursos presidenciales en el nordeste brasileño junto al “povo” (la pueblada) y la nominación de Luis Marinho, ex presidente de la CUT, como ministro de Trabajo.”
Fuerte apoyo de Chávez
Optimista y confiado en la integración de Suramérica, el presidente Hugo Chávez declaró a la salida de la reunión de trabajo sostenida con su homólogo brasileño, Luis Inácio «Lula» Da Silva, el pasado viernes 12, que tiene mucha fe en su colega, y aseguró que Lula y el Brasil superarán la crisis política que atraviesa “y continuaremos haciendo lo que tenemos que hacer, impulsando la integración entre nosotros”.
En el Hotel Meliá, donde lo esperaban un grupo de corresponsales de prensa, el Jefe del Estado venezolano declaró que “encontré a Lula muy bien, con mucho ánimo, estuvimos evaluando los convenios de cooperación energética. Me recibió Lula y su esposa con gran alegría, al igual que el Canciller Celso Amorín; los ministros de Petróleo, de Finanzas, Hacienda y el presidente del Bandes”.
Sobre el momento político que vive la nación carioca y ante preguntas formuladas por los periodistas respecto a ese tema, el mandatario venezolano manifestó que: “En primer lugar, con mucho cuidado, debo decir lo siguiente, es un tema muy sensible y eminentemente brasileño, sería irrespetuoso venir aquí a hacer consideraciones sobre ese aspecto. Viéndolo desde fuera y generalizando el problema, le comentaba a Lula que ya me parecía que había pasado bastante tiempo sin que se hiciera evidente un ataque cerrado contra el presidente de Brasil.
Estoy absolutamente seguro que Lula es un hombre honesto, un tremendo compañero, seguro que cuando le toque salir del cumplimiento de su misión va a salir con la frente en alto.
Y es cierto que desde algún punto de vista pudiéramos hacer alguna comparación con cosas que han ocurrido en Venezuela”, expresó.
Luego agregó que “siento que hay un empeño de la clase política tradicional, de la derecha brasileña, aunque estoy rozando situaciones internas y debo hacerlo con mucho cuidado, debo decir que de manera general es un ataque a mansalva contra el presidente del Brasil y eso tiene que venir de algún centro de planificación de aquí adentro del Brasil o cuidado si es fuera del Brasil”.
Según el periodista uruguayo Raúl Zibechi, en su ártículo “Las armas de América del Sur”, “Brasil es el único país latinoamericano que tiene un plan estratégico de defensa.
También es el único que tiene un empresariado nacional con intereses diferenciados respecto del resto del empresariado mundial. Fue este sector, apoyado en el gobierno de Lula, el que logró diferir la puesta en marcha del ALCA.
Brasil como nación tiene un peso propio en el mundo (es la décima potencia industrial) y logró diseñar una estrategia militar de defensa autónoma, en torno al control de la Amazonia (la principal reserva natural del mundo y la primer reserva de agua dulce).
En suma, estamos ante un gran país con intereses estratégicos definidos, con un empresariado y unas fuerzas armadas con vocación nacionalista que no parecen dispuestos a dejarse someter por ninguna potencia.”
Quizás teniendo en cuenta esos elementos se pueda comprender el afán de los opositores de Lula por minar el futuro del gobierno petista y relegar puntos estratégicos para el desarrollo de cualquier iniciativa que pueda hacerle frente a la ofensiva imperial de los Estados Unidos.