Borón: “¿La salida? Sólo por la izquierda.”

El viernes 25 de Julio, Atilio Borón publicó una columna titulada “Crónica de una crisis anunciada” en el matutino Página 12. El siguiente fragmento, aun desde su postura claramente opositora, plantea su mirada sobre las salidas del proyecto K.

¿Está todo perdido para el kirchnerismo? De ninguna manera; ha sufrido un impacto muy fuerte si bien a años luz de la tan temida “destitución”. Dependerá de la rapidez de su reacción y la orientación política de sus actos de gobierno para saber si estamos o no asistiendo al comienzo del ocaso de su hegemonía. Lo que está claro es que la única chance de sobrevivencia del Gobierno reposa sobre su voluntad de impulsar profundas políticas de cambio y transformación económica y social, algo que hasta ahora los Kirchner no han siquiera insinuado. Es decir: la única salida a esta crisis, la única alternativa a una prolongada —y tal vez muy tumultuosa— agonía sólo se encuentra por la izquierda. Ante ello no faltarán quienes aseguren que “a la izquierda de Kirchner” está la pared —recurso retórico que a menudo, más no siempre, oculta una penosa resignación o un impresentable macartismo—. Pero ésa es una verdad a medias que ignora la densidad y gravitación que tiene una “izquierda sociológica” que hasta el día de hoy (pero atención que esto puede cambiar) no encuentra una expresión política que la contenga. Además también podría argumentarse que “a la derecha de Kirchner”, aunque un poco más lejos, también está la pared. En materia de política económica si la “nueva derecha” que algunos juran percibir culminara exitosamente su “ofensiva destituyente” no es mucho lo que le quedaría por hacer. En efecto: toda la riqueza del subsuelo ha sido privatizada y extranjerizada; en la tierra los procesos de concentración y extranjerización avanzaron extraordinariamente; la regulación económica es endeble, intermitente e ineficaz porque el Estado destruido por el menemismo no fue siquiera comenzado a reconstruir desde el inicio de la hegemonía kirchnerista. Por otra parte, si no existe un plan de desarrollo agropecuario (¡como tampoco hay un plan minero, de hidrocarburos o industrial!) es porque este gobierno y el anterior aceptaron, algunos abierta y otros veladamente, los preceptos del Consenso de Washington y dejan que sea el mercado, y no el Estado, quien oriente las actividades económicas. Es imprescindible revertir el funesto legado de los noventa; si el Gobierno rehúsa salir de la crisis por la izquierda y opta por el continuismo su suerte estará echada. Si, en cambio, avanza en una reforma tributaria, suprime los privilegios impositivos de que goza el gran capital quitando las exenciones impositivas que favorecen a los grandes pools de siembra (¡que al funcionar como fideicomisos no pagan el impuesto a las Ganancias!)1, grava con fuertes retenciones a los más grandes productores de soja y acaba con los privilegios de que gozan los exportadores mineros destinando esos fondos a combatir la pobreza y reconstruir la infraestructura física del país, su suerte podría ser bien diferente.

1NdR: En los días posteriores, el Ejecutivo gravó la renta de los fideicomisos.

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