Por Causa Popular.- A sólo tres semanas de la realización de las elecciones en Bolivia, el gabinete del presidente interino Eduardo Rodríguez pasa por su crisis más profunda. Las causas no están precisamente en la supuesta injerencia venezolana que la prensa internacional logró instalar durante la última semana. Por el contrario, hay que remitirse una vez más a la embajada norteamericana en La Paz que intenta no perderle pisada al candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) Evo Morales y recurre a todo tipo de operaciones para condicionar su futuro gobierno.
En la constitución boliviana existe una figura de “censura”, a la que puede recurrir su Congreso para advertir al gobierno sobre algún desacuerdo con determinada orientación política que pudiera estar implementando.
En las últimas semanas el titular del estratégico Ministerio de Hidrocarburos Jaime Dunn se ganó su segunda censura desde que ocupa el cargo, mientras que el ministro de Defensa Gonzalo Méndez también fue afectado por la misma figura constitucional. Mientras el primero renunció, también por segunda vez, el segundo tambalea en su cargo.
El ministro de Hidrocarburos Jaime Dunn, asumió su cargo en junio, junto al presidente de la Corte Suprema de Justicia Eduardo Rodríguez, sucesor presidencial del renunciante Carlos Mesa.
Pero desde su asunción lleva ya dos renuncias, la primera de ellas se produjo luego de haber sido censurado por la Cámara de Diputados que consideró insuficiente las explicaciones que entregó para justificar el desabastecimiento de gas licuado de petróleo (GLP), en La Paz y El Alto.
Una maniobra de presión para obtener más concesiones del gobierno de la petrolera de origen estadounidense Shell, heredera de los turbios negocios de Enron y que tiene el monopolio del transporte de hidrocarburos en el centro de Sudamérica.
Pero en una decisión considerada por la prensa boliviana como un reto al Parlamento, Rodríguez ratificó a Dunn en el cargo. Sin embargo, fiel a las petroleras multinacionales afectadas por una Ley de Hidrocarburos que terminó en forma abrupta con las dos últimas presidencias del país, el ministro fue cuestionado una vez más por el Congreso luego de que afirmara que era imposible cumplir la nueva Ley de Hidrocarburos. En ambos casos, los informes de Dunn repitieron los argumentos expuestos por las transnacionales petroleras, las mismas que cuentan con el loby de la embajada norteamericana a la hora de hacer y mejorar sus negocios.
Dunn finalmente renunció de manera irrevocable, y Rodríguez se vio obligado a elegir a su reemplazante, que como no podía ser de otra manera también responde a las petroleras. El presidente interino posesionó en el cargo a Mauricio Medinacelli, quién a partir del viernes 25 pasó a ser el responsable de negociar la migración de contratos con las petroleras. En materia de Hidrocarburos, el gobierno cambio hombres, pero nada del rumbo.
Según informó la agencia Bolpress.com “Medinacelli, economista de profesión, estudio en la Universidad Católica Boliviana (UCB) hizo una maestría en Chile y es considerado un especialista en temas hidrocarburiferos. En sus primeras declaraciones como ministro, Medinaceli dijo que tiene tres prioridades: la conversión de los contratos a la nueva norma jurídica, trabajar los decretos reglamentarios con las comisiones del Congreso, pero no todos solo los que generan susceptibilidad en la población y coordinar con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos”
Según esta agencia “El ahora nuevo ministro, es muy cercano a las empresas petroleras agrupadas en la Cámara Boliviana de Hidrocarburos.”
El Ejército boliviano entrega misiles a Estados Unidos
El otro ministro censurado, Méndez, tiene ahora la amenaza de un juicio de responsabilidades por la entrega de 27 misiles del Ejército boliviano al gobierno de Estados Unidos. Según el candidato del MAS Evo Morales, “No podemos permitir que el presidente Rodríguez Veltzé subordine a las Fuerzas Armadas a intereses extranjeros”.En un informe oral público, Méndez dijo que los misiles fueron entregados a Estados Unidos para su destrucción debido a que habrían cumplido su ciclo de vida.
En una nota de opinión publicada por Bolpress.com, Andrés Solíz Rada, abogado, periodista y ex parlamentario, uno de los más destacados defensores de los recursos naturales en Bolivia de los últimos 30 años “Dentro de las acepciones de la palabra ‘dignidad’, el ‘respeto de sí mismo’ es la que más se ha perdido en Bolivia. Y si alguien no se respeta así mismo, no puede pedir respeto de los demás. El tema tiene relación con la entrega a EEUU de la ridícula cifra de 28 mísiles, donados por China Popular, en 1993, cuyo costo, incluyendo el transporte, no llega a 10 millones de dólares, lo que daba al país la ilusión de contar con capacidad defensiva, frente a posibles agresores foráneas. Tales mísiles han sido entregados ‘voluntariamente’ a fin de ‘garantizar la seguridad nacional’.”
Según Rada “El peregrino argumento ha sido usado por el comandante del Ejército, general Marcelo Antezana, quien destacó que la decisión garantiza que no se producirán ‘accidentes’ que podrían causar daños personales. A su vez, el Ministro de Defensa, Gonzalo Méndez Gutiérrez, explicó que, de acuerdo a compromiso suscrito con los norteamericanos, los mísiles no podían ser desactivados dentro del territorio nacional, por falta de tecnología apropiada, pero que, sin embargo, obtuvo un triunfo increíble: Los mísiles, una vez desactivados serán devueltos al país.”
Para este reconocido abogado y periodista boliviano “El trasfondo de tanta incoherencia es muy simple: EEUU exigió a Bolivia destruir su minúscula defensa antiaérea para no tener el mínimo problema en caso de ejecutar sus plantes de intervención militar. En días pasados, la Embajada de EEUU ha anunciado que volverá a exigir que Bolivia ratifique el Tratado de Inmunidad para sus tropas, ya aprobado por el Senado de la República, pero aún no ratificación por los diputados. La instalación de una base militar estadounidense en Paraguay, a 200 kilómetros de la frontera, es otro indicio en la misma dirección.”
Petroleras, armamento y ejércitos, la vieja formula norteamericana para controlar su patio trasero no le da respiro a la convulsionada e imprevisible Bolivia.