Arafat murió como vivió durante decenios: en una dura lucha por la supervivencia y dignidad de los palestinos

Por Causa Popular.- Dos semanas después del primer desmayo en su cuartel general en Ramallah, los médicos confirmaron el jueves 11 la muerte de Yassir Arafat, una figura simbólica de todo el pueblo palestino. Con la respiración contenida, los palestinos siguieron con incertidumbre la lucha que su presidente, de 75 años, había entablado con la muerte. Durante su internación en París, varias veces se había informado sobre su fallecimiento, en versiones que fueron una y otra vez desmentidas, hasta que el jueves llegó la definitiva. El «rais» había muerto tras un nuevo combate que seguramente dotará de nuevos bríos al mito de Arafat como luchador incansable por la causa palestina.

Así lo despidieron quienes siguieron un camino similar junto a sus pueblos.

Con el calificativo de «amigo entrañable de la Revolución cubana, su pueblo y sus dirigentes«, el diario gubernamental «Granma» rindió homenaje al líder palestino «Cuba, a la que visitó en tres ocasiones, siente por él una gran admiración y respeto», dice «Granma«, que al igual que el resto de los medios escritos y electrónicos cubanos dio amplio espacio a la noticia de su muerte.

Desde El salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) lamentó también su fallecimiento. «Siempre tuve una gran admiración por la trayectoria y el desempeño de Yassir Arafat, quien dedicó su vida a la lucha por la causa más primordial del pueblo palestino: recuperar su territorio y crear el Estado Palestino», afirmó Schafik Handal, uno de los principales líderes y fundadores del FMLN, quien también es de origen palestino.

Arafat ha sido una de las figuras más controvertidas de la historia moderna. Honrado por unos como «padre de la patria», odiado por otros como «corrupto terrorista«, no pudo hacer realidad su mayor anhelo: la creación de un Estado palestino independiente. Su origen está rodeado de mitos y permanece en la oscuridad.

Nació en 1929 como Rahman Abdel Rauf Arafat al Kudwa al Husseini, probablemente en El Cairo. Sin embargo, como símbolo de la lucha independentista palestina, siempre dijo haber nacido en Jerusalén, venerada por los musulmanes como «Al Quds» («la sagrada«).

Su carrera política comenzó como dirigente estudiantil en la Franja de Gaza, administrada en ese entonces por Egipto, luego de estudiar ingeniería en El Cairo.

Como oficial egipcio luchó contra Israel en la guerra de 1956. Luego pasó varios años en Kuwait, donde realizó exitosos negocios como ingeniero de la construcción. Fundó el movimiento Al Fatah, al que dirigió por casi cuarenta años.

En 1969 se convirtió en jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Sus organizaciones combatieron desde Jordania contra Israel, hasta que el entonces rey de Jordania se sintió amenazado por las agrupaciones palestinas. Durante el «septiembre negro» de 1970, las tropas jordanas aplastaron a sangre y fuego una rebelión de los palestinos.

Refugiada en El Líbano, la dirigencia de la OLP fue expulsada de ese país durante la invasión israelí de 1982. Su última parada en el exilio fue Túnez, donde se casó con su secretaria Suha Tawil.

En 1988, durante el primer levantamiento palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza, Arafat declaró la independencia del Estado palestino.

Vestido con el eterno pañuelo blanquinegro y un uniforme paramilitar, accedió a un proceso de paz con Israel luego de la derrota del entonces presidente iraquí Saddam Hussein, en la Guerra del Golfo de 1991.

Tras la firma de los acuerdos de paz palestino-israelíes de 1993, regresó a los territorios ocupados. Con los esfuerzos de paz nació la esperanza de una solución duradera en Cercano Oriente, por lo cual Arafat, Yitzhak Rabin y Shimon Peres recibieron el Premio Nobel de la Paz.

Casi el 90 por ciento de los palestinos eligieron al jefe de la OLP como presidente en 1996.

En 1995, el asesinato de Rabin a manos de un judío fanático había asestado un golpe mortal al frágil proceso de paz. En el verano de 2000 fracasó la conferencia de paz de Camp David, en la cual Arafat, el premier israelí Ehud Barak y el entonces presidente estadounidense Bill Clinton negociaban una solución duradera para Cercano Oriente.

Poco después comenzó la segunda Intifada (levantamiento popular), que significó miles de muertos en ambos bandos y en el marco de la cual Israel acusó a Arafat de no poder controlar a los sectores extremistas. Quedó aislado en la Mukata, Cisjordania, de donde salió el 29 de octubre hacia París, para morir en el hospital militar de Percy.
Los pilares del poder de Yassir Arafat

Yassir Arafat ha sido durante décadas la principal figura de la lucha palestina por un Estado propio. Sus principales bases del poder son el pueblo, que en 1996 lo eligió por mayoría como presidente, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

La OLP atrajo en un principio el interés mundial con atentados. Sin embargo, en los años 90 cambio con Arafat, hasta convertirse en un interlocutor internacionalmente aceptado para lograr una solución pacífica al conflicto en Cercano Oriente. La principal agrupación dentro de la OLP es Al Fatah («victoria«), fundada en los años 50. Bajo la dirección de Arafat, uno de sus fundadores, se convirtió en la organización palestina más fuerte.

Las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, que desde el comienzo de la segunda Intifada, a finales de septiembre de 2000, se han atribuido numerosos atentados, son consideradas un brazo de Al Fatah.

Fuera del control de Arafat operaban las organizaciones radicales Hamas y Yihad Islámica, que rechazan una solución negociada con Israel.

A nivel estatal, Arafat también concentraba varios puestos clave. Dirigía la Autoridad Nacional Palestina (ANP), fundada hace diez años. Sin embargo, tras la presión internacional ejercida, en 2003 tuvo que renunciar a parte de su poder y aceptar un primer ministro a la cabeza de un gabinete de 20 miembros.

Desde hace un año ejerce este puesto Ahmed Qureia, miembro de Al Fatah, al igual que casi todos los ministros. También los miembros del Consejo Legislativo Palestino (CLP, parlamento), elegidos en 1996, son mayoritariamente de Al Fatah.

Pero Arafat no delegó en Qureia la dirección del Consejo de Seguridad Nacional, que controla a las asociaciones paramilitares, con casi 30.000 miembros, así como a un surtido de servicios secretos y unidades especiales.
Yassir Arafat murió sin ver ondear la bandera palestina en Jerusalén

Yassir Arafat quería vivir para ver cómo ondeaba la bandera del Estado palestino sobre su capital, Jerusalén Oriental. Pero en la lucha por esta meta, el mundo se le fue estrechando angustiosamente al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Durante los últimos años, vivió recluido, rodeado por tropas israelíes, en su cuartel central del complejo de edificios -muchos de ellos destruidos- conocido como la Mukata, en Ramallah, Cisjordania. Allí celebró en agosto pasado su 75 cumpleaños.

Hasta hace cinco años, la fecha de su nacimiento era un misterio. Entonces, decidió celebrar su cumpleaños el 4 de agosto y su edad dejó de ser para él oficialmente un tema de debate, mientras que sus opositores y enemigos hablaban una y otra vez de la necesidad de un cambio generacional y del «día después de Arafat«.

Arafat estuvo tres decenios a la cabeza de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), sin haber logrado el objetivo de su vida: un Estado palestino independiente.

En 1974 habló en Nueva York ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde dijo ante los presentes tener «una rama de olivo y una pistola» en cada mano y pidió que no dejaran caer la primera. Aquella presentación fue el inicio de un vuelco político que permitiría a la OLP pasar del llamamiento a la destrucción del Estado de Israel -proclamado en la Carta Palestina de 1968- a la Declaración de Principios de 1993, en que la organización se comprometía a una coexistencia con el Estado israelí y a solucionar los conflictos por vía pacífica. El camino fue largo y Arafat no vio su fin.

En la Guerra del Golfo, se opuso a la operación militar estadounidense contra el Irak dirigido por Saddam Hussein. En castigo, Arabia Saudí y los enfurecidos jeques petroleros de los países árabes del Golfo Pérsico le cerraron el grifo de divisas y dejaron sin sustento económico a la OLP.

En Camp David fracasó en 2000 el último intento de Clinton por lograr que Arafat y el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, firmasen un acuerdo de paz. El 28 de septiembre de ese año, el actual premier de Israel, Ariel Sharon, en ese entonces ministro, realizó un acto conscientemente provocativo: visitó el Monte del Templo (Al Haram al Sharif para los musulmanes). Su presencia en uno de los lugares musulmanes más sagrados de Jerusalén desató como respuesta, tal como se temía, la segunda Intifada palestina.

Cada vez más encerrado en la sede de la ANP y sin llegar a aunar las diferentes corrientes palestinas, Arafat no lograba ya detener a los atacantes suicida de Hamas o de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa.

En 2001 los atentados suicida palestinos se sucedieron uno tras otro, y el gobierno de Sharon endureció cada vez más las acciones militares de represalia.

El 3 diciembre de ese año, el gobierno israelí puso a Arafat de facto bajo arresto domiciliario. En 2002 lo declaró oficialmente «enemigo de Israel» y, tras nuevos atentados suicida palestinos, declaró su decisión de «aislarlo completamente«. Los tanques israelíes entraron finalmente el Jueves Santo de ese año en la ciudad de Ramallah. Atrincherado en un búnker, Arafat declaró a la televisión árabe: «Hemos elegido el camino del martirio«. «Sharon quiere hacerme prisionero o matarme, pero no me matarán. Seré un mártir. Ninguno de nosotros tiene miedo. Nos estamos preparando para ser mártires«, dijo.

«Algún día, un niño palestino ondeará la bandera palestina sobre la mezquita de Jerusalén».

El 29 de octubre pasado, mediando un permiso israelí, fue trasladado de urgencia a París tras sufrir un colapso por una enfermedad que no fue definida hasta el momento con exactitud y que fue descripta como problemas en el aparato digestivo y una consiguiente baja presencia de células rojas en la sangre.

«Una de las causas de la falta de plaquetas en la sangre es el envenenamiento«, afirmó convencido Ashraf al-Kurdi, que fue el médico personal de Arafat durante 20 años y que lo examinó en la Mukata hace dos semanas, pocos días antes del traslado del líder de la ANP a Francia. Finalmente murió el 11 de noviembre.

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