En las últimas semanas el gobierno de Paraguay, liderado por el partido colorado, ha expresado la voluntad de resucitar un viejo proyecto del ex presidente Horacio Cartes; la militarización de la hidrovía Paraná-Paraguay y la instalación de tropas estadounidenses en la triple frontera. El interés norteamericano por esa región de Sudamérica no es nuevo, se remonta, como mínimo, a inicios del presente siglo cuando, con la excusa de la guerra contra Al-Qaeda, la CIA investigó la presencia de células terroristas allí. La novedad, o más bien lo contradictorio, es que las autoridades de Estados Unidos negocian la presencia de sus tropas militares con un gobierno al que previamente han acusado de corrupción. En este caso, como en tantos otros, el interés estratégico que Estados Unidos le asigna a la zona se impone por sobre las convicciones morales. Del lado sudamericano se han realizado grandes esfuerzos por comprender la importancia que Paraguay y la triple frontera tienen para los objetivos imperiales del vecino del norte. El control de la región constituye la llave para asegurar la hegemonía en América del Sur. No en términos coloniales, que implica el despliegue de una gran cantidad de tropas, sino en un sentido más sofisticado, que asegura una respuesta rápida en caso de crisis de la hegemonía. En ese sentido, existe un ejemplo histórico que nos puede ayudar a pensar cómo la hegemonía se construye ocupando determinados espacios sin necesidad de cuestionar la independencia o autonomía de las naciones. Me refiero a un alto monte en la lejana Grecia: el Acrocorinto.
La llave de Sudamérica
Tan solo habían transcurrido un par de días de los atentados terroristas al World Trade Center en Septiembre de 2001 cuando surgió la tesis, defendida a capa y espada por los sectores pro-americanos, de que operaban grupos vinculados a Al-Qaeda en la triple frontera de Paraguay, Argentina y Brasil. A pesar que nunca se encontró evidencia fehaciente de que organizaciones terroristas operaran en la zona, la prensa local y extranjera instaló la idea con fuerza. Los gobiernos de Buenos Aires y Asunción fueron receptivos con las denuncias y preocupaciones que llegaban de Washington, el de Brasilia, en cambio, fue mucha más moderado. En Septiembre de 2002 el presidente Eduardo Duhalde alentó la realización de ejercicios combinados entre el Ejército argentino y su par de Estados Unidos en Misiones que fue rechazado por el Senado, entre otras cosas porque los norteamericanos exigían inmunidad para sus soldados. En Diciembre de ese mismo año, a instancia de la Cancillería Argentina, se llevó adelante el encuentro 3+1 entre los tres países y Estados Unidos para dirimir cuestiones de seguridad y lucha contra el terrorismo. El gobierno de Paraguay, por su parte, también coqueteó con la idea de autorizar el ingreso de tropas estadounidenses pero se topó con la oposición interna a veces, con la de Brasil en otras.
El argumento de que hay actividad vinculada al terrorismo en la triple frontera resurge cada vez que Washington ve amenazada su posición en la región. La última fue en 2019 durante la Segunda Reunión Hemisférica contra el terrorismo llevada a cabo en Buenos Aires. En esa ocasión el Secretario de Estado Mike Pompeo elogió al Presidente Macri por incluir a Hezbolá en la lista de organizaciones terroristas. Según los servicios de inteligencia de Estados Unidos es en la triple frontera donde Hezbolá recauda fondos para sus actividades.
En paralelo, Estados Unidos especula con las necesidades financieras de Paraguay para avanzar en los trabajos técnicos de la hidrovía. En 2018 se llegó a un acuerdo por el cual el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos debía realizar tareas en la vía navegable a cambio de u$s 16,5 millones. El Senado paraguayo lo rechazó esgrimiendo que ya existía un tratado bilateral entre Argentina y Paraguay para la realización de dichas tareas. El proyecto actual es similar a ese. Con el agravante de que se prevé la instalación de una base militar estadounidense en el Aeropuerto Mariscal Estigarribia. Los gobiernos provinciales del noreste argentino se pronunciaron en contra del plan, pero la oposición más fuerte ha venido de parte del gobierno de Jair Bolsonaro. La posible existencia de un acuerdo previo, firmado por George Bush padre y José Sarney en 1989, inhibe a Estados Unidos de desplegar soldados cerca de Brasil.
Más allá de cómo se resuelva la situación hoy, no cabe duda que Estados Unidos seguirá intentando colocar tropas en la triple frontera. La ocupación de ese espacio no asegura la hegemonía estadounidense pero no hacerlo la debilita. En un ejercicio de comparativismo histórico, con los riesgos que ello conlleva, podemos equiparar la obstinación estadounidense con la persistencia que los antiguos monarcas de Macedonia mostraron por controlar una elevación rocosa en el Peloponeso.
La llave del PeloponesoLos sitios estratégicos han existido siempre. Lugares que por su ubicación, naturaleza o recursos eran considerados la puerta de entrada para controlar un determinado espacio o territorio. En la Antigua Grecia uno de ellos era el Acrocorinto. Se trata de un alto monte de quinientos setenta y cuatro metros situado a un lado de la ciudad de Corinto. Según el geógrafo Estrabón estaba protegido por un cinturón de fortificaciones (skhoinía) de manera que se podía controlar la ciudad pero no necesariamente el monte, y viceversa. El emplazamiento de la ciudad, en el llamado istmo de corinto que une el Peloponeso con el resto de Grecia continental, facilitó el éxito comercial de la misma en época clásica. Pero para los siglos III-II a.C. el istmo se convirtió en el centro de la disputa por la hegemonía en el Peloponeso entre los reyes de Macedonia y los gobernantes de la Liga Aquea.
Los macedonios instalaron una guarnición militar en el Acrocorinto para usarla como fuerza de avanzada en el Peloponeso y así asegurar su control. En los hechos Corinto mantuvo su autonomía y gobierno propio. A los reyes de Macedonia no les interesaba ocupar militarmente la región. Se contentaban con ejercer un dominio indirecto instalando guarniciones en posiciones estratégicas. La pérdida de esas guarniciones significaba una merma en la autoridad hegemónica de Macedonia. Por eso cuando el líder de la Liga Aquea, una coalición de ciudades del Peloponeso, Arato de Sición tomó por la fuerza el Acrocorinto en 243 a.C. se ganó la enemistad del Rey Antígono Gonátas. Con el ingreso de Corinto y Megara a la Liga Aquea, el istmo se cerró para los ejércitos macedonios. Sin embargo, los aqueos debieron librar una guerra contra el Rey Cleómenes III de Esparta. Acudieron a la ayuda de Antígono III Doson, Rey de Macedonia, que se apoderó de Esparta y restituyó las guarniciones en el Peloponeso.
Para el historiador Polibio, que fue funcionario de la Liga Aquea, la conquista del Acrocorinto constituye la más admirable gesta de Arato. Pues entendía que la hegemonía macedónica en el Peloponeso se fundaba en la ocupación de ese monte en particular. Una anécdota, que cuenta en el libro VII de su Historia, ilustra esa idea con sencillez y fuerza. Deseoso de hacerse con el control de Mesenia, en el suroeste del Peloponeso, el Rey Filipo V, sucesor de Antígono III Doson, consultó con sus asesores sobre lo que revelaban las entrañas de un toro sacrificado al dios Zeus. Demetrio de Faros le respondió “Si tu espíritu es de adivino, retírate de inmediato, pero si eres un rey práctico, debes tomarla ahora, no sea que si omites esta oportunidad, luego debas buscar otra más favorable; si dominas los dos cuernos, serás el único que tendrás el toro a tu merced”. Según Polibio el toro era el Peloponeso y los cuernos referían a dos montes importantes, el de Itome en Mesenia y el Acrocorinto.
El nexo entre pragmatismo y ocupación del territorio que establece la anécdota es ilustrativo del pensamiento helénico y puede servir para ilustrar nuestro presente. El ejercicio efectivo de la hegemonía requiere estar dispuesto a no omitir oportunidades de ocupar los espacios estratégicos. Estados Unidos lo sabe. El ejercicio efectivo de la independencia requiere de no dar oportunidades a las potencias hegemónicas de ocupar las áreas valiosas. América del Sur debería tenerlo claro ya. Por tanto, es necesario prestar más atención a la hidrovía Paraná-Paraguay y la triple frontera.