Ante la crisis, defender el salario y el gasto público

El Comité Central Confederal de la CGT, convocado de urgencia para tratar los posibles efectos de la crisis internacional en la economía nacional, reclamó «fortalecer el mercado interno, preservando el nivel de actividad, empleo y poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores activos y jubilados» para evitar que los asalariados paguen sus consecuencias. «No toleraremos que se pretendan socializar las pérdidas mientras se privatizan las ganancias», sostuvo.

Para ampliar el consumo y la producción, la CGT propone controlar las importaciones en coordinación con los países del MERCOSUR para que «la coyuntura no rompa un desarrollo integrado» en la región; recurrir a mecanismos antidumping; y sostener el salario mediante el incremento de las asignaciones familiares (que el gobierno ya decidió y está implementando) más el pago de un adicional de $ 500.

Los dirigentes sindicales esperan encontrar eco en los industriales. Creen que la UIA «aprendió de la historia y no utilizará el salario como variable de ajuste». El salario es un componente fundamental para aumentar la demanda.

Argentina no debería sufrir impactos financieros derivados de la crisis dada las fortalezas del modelo. La principal protección es que no se recurre a los capitales financieros especulativos desde el default de 2001. La quita con los bonistas y la reprogramación de los vencimientos, la cancelación de la deuda con el FMI, la acumulación de reservas hasta los 48.000 millones de dólares actuales y los superávit fiscales primarios por encima del 3% del PBI continuos durante los últimos 5 años, otorgan al país un blindaje financiero envidiable. Asegurado el financiamiento para los vencimientos de la deuda de 2008 y con recursos propios mas que suficientes para hacer frente a los de 2009, si la situación se extendiera en el tiempo, el país no necesita recurrir a los mercados de capitales para cumplir sus compromisos.

Es correcto que se haya postergado el pago al Club de París. Y como se mantendrá el superávit comercial, tampoco es necesario recurrir a los mercados internacionales para efectuar normalmente las transacciones comerciales. Desde esta perspectiva, el crecimiento del riesgo país es un dato decorativo.

No es tan fácil tener las mismas certezas en lo vinculado a la economía real, por lo que la apreciación de los dirigentes gremiales parece oportuna, como también las propuestas para evitar el impacto. Mantener la senda de crecimiento, compensando con el fortalecimiento del mercado interno la eventualidad de una posible caída en la demanda externa, es una medida que firmaría cualquier economista heterodoxo y que el gobierno está buscando implementar.

Probablemente no baste sostener el empleo y el salario y con los controles a la importación para que el salario no se vaya hacia el mercado externo. El gobierno no deberá ceder a la tentación ortodoxa del ajuste para mantener el superávit fiscal. Por el contrario, y así parece haberlo entendido, el gasto y la inversión públicas deben acompañar estas medidas para asegurar el crecimiento.

Aún en países con déficit fiscal, pero que cuentan con financiamiento, la expansión del gasto parece ser una medida recomendable para evitar la recesión. Así lo aconseja Paul Krugman, flamante Premio Nobel de Economía, para Estados Unidos: “…El gobierno puede proporcionar mayores beneficios a los desempleados, algo que ayudará a muchas familias en mala situación y pondrá dinero en manos de personas que probablemente lo gastará. Puede dar ayuda de emergencia a gobiernos estatales y locales para que no se vean obligados a realizar grandes recortes presupuestarios que degradan los servicios públicos y destruyen empleos. Puede comprar hipotecas y reestructurar los términos para ayudar a las familias a quedarse en sus casas. Y también es un buen momento para realizar algunos serios gastos en infraestructura, que el país necesita con urgencia…”.

No deben asustarnos las posibles consecuencias de la crisis sobre la economía real. Por el contrario, deben alentarnos para profundizar un modelo de crecimiento sostenido en el trabajo, la producción, y en una presencia activa del Estado.

Si estos fundamentos nos sacaron de la crisis recesiva más profunda de nuestra historia y nos colocaron en la senda del crecimiento, con niveles récords para nuestra historia económica, no es momento de abandonarlos. Hay que despertar la creatividad, utilizándolos para continuar por el camino del crecimiento. Habrá llegado la hora de profundizar la distribución del ingreso y el modelo productivo.

El autor es economista y teólogo.

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