Por Teodoro Boot, especial para Causa Popular.- Es un error insistir en intentar explicar qué pasó, siendo que a lo sumo se puede aspirar a demostrar qué es lo que no pasó. Parecería que nadie se dedicó a investigar el hecho en sí, y muy rápidamente todos elaboraron teorías para explicarlo. Resulta extraño eso de poder explicar las motivaciones de un hecho que en concreto se desconoce. No dudo de que existe y/o existió una intencionalidad en el juez, los fiscales y algunos organismos del Estado, pero tampoco resulta muy conducente elaborar teorías para explicar esa intencionalidad.
Lo lógico hubiera sido investigar el encubrimiento, dejando de lado las motivaciones, autorías intelectuales e interpretaciones, porque en todo encubrimiento está implíctamente revelado lo que se quiere cubrir.
Ya es tarde para eso, porque gracias a los investigadores de buena y mal fe, este caso se trasformó en una tela en la que se han pintado sucesivamente numerosos óleos. Pero al menos todavía se puede insistir en desarmar algunas premisas falsas sobre las que se edificó la «investigación» oficial. No dudo de que la principal de ellas es la de la camioneta bomba.
Por supuesto, se puede argumentar sobre la debilidad del testimonio de la enfermera-policía María Nicolasa Romero, que por otra parte no es apoyado por ningún otro, sino más bien desmentido por los demás testigos presenciales. Pero no es lo central.
La teoría de la camioneta tiene muchos huecos, el principal de ellos es a la vez la única prueba que se exhibe para demostrar su existencia: un pedazo del block del motor, que no en vano se llama «block».
Cualquier mecánico se preguntará, azorado, cómo diablos pudo estallar un block, a no ser que el explosivo estuviera adentro, en cuyo caso el vehículo-bomba debería haber sido trasportado por una junta de percherones.
Un block consiste en partes muy sólida y herméticamente unidas, de manera que sean capaces de resistir la presión interior: si ésta se despilfarra o pierde, el motor carece de fuerza para mover el árbol de levas, el cigüeñal y al cabo, las ruedas.
Un minúsculo orificio en la junta de la tapa de cilindro perjudica el normal funcionamiento del motor, y así y todo, sacar la tapa supone un considerable trabajo, ya que aun sin junta, la tapa permanece firmemente unida al block.
El chasis de un vehículo cumple la función se sostener tanto la carrocería como el motor de un vehículo. Pero para que sea un vehículo, ese chasis tiene que ser sostenido por ruedas, que es lo único, además del sistema de trasmisión y amortiguación, que está por debajo del chasis.
Un explosivo colocado debajo del chasis puede a lo sumo, y con suerte, volar el vehículo, y no mucho más, con lo cual un explosivo que aspire a más debe colocarse sobre el chasis. Y si queremos que el vehículo ruede impulsado por un motor y no por una yunta de matungos, el explosivo va en la carrocería.
Estamos así dentro de una estructura despareja, digamos dentro de una caja cuyas diferentes paredes no son del mismo grosor. En consecuencia, la fuerza producida por la explosión se expandirá a expensas de las paredes más blandas, en desmedro de las más sólidas.
Que en este caso vienen a ser el chasis (no por el chasis en sí, sino por el suelo) y el motor. Inevitablemente, el chasis va hacia abajo y debería quedar aplastado contra el suelo (y hay grandes posibilidades de que en su ida hacia abajo arrastre a los amortiguadores, aunque esto exigiría una comprobación práctica), la carrocería sale volada según las direrentes resistencias que ofrezcan sus partes, siendo la mayor de ellas la que corresponde al motor.
Sospecho que en la mayoría de las explosiones con vehículos-bomba, el motor ha quedado aferrado al chasis, y el chasis contra el piso, en el lugar de la explosión. Pero de no haber sido así en este caso, el motor debería haber salido volando en alguna dirección, con su block intacto: la mayor fuerza producida por la explosión se canalizó a través de las partes blandas de la carrocería: ventanillas y puertas.
Y luego, de las duras, las paredes de chapa o simil chapa. Y finalmente, por los puntos de mayor resistencia, el motor, lo que de ninguna manera alcanza para partirlo.
La presentación como prueba de una parte del block del motor, es una confesión de culpabilidad.
Podríamos mencionar además, que el chasis no apareció. Como el Subte no pasa por debajo de la calle Pasteur, es inútil buscarlo bajo tierra.
Sobre esta falsedad se montó toda la causa y se sigue montando, ahora con un suicida que si no hubo vehículo, no pudo haber sido «conductor». Y este debería ser el punto en el que concentrarse, si se pretende aclarar algo y no confundirlo todo más.