Por Causa Popular
El ex presidente Raúl Alfonsín declaró el martes 31 de agosto que la derecha con apoyo «de grupos especulativos y algunos inversionistas extranjeros», están planeando un golpe de Estado contra el gobierno de Néstor Kirchner, cuya fecha de concreción sería «marzo de 2005». «La derecha está decidida a sacarlo y se impuso un plazo: marzo del año que viene», sostuvo Alfonsín en un programa de cable. A pesar de las alarmantes advertencias, ni Alfonsín ni el elenco que apoyó sus palabras aportó ni un solo dato concreto. Parece que hasta saben cuándo, pero ¿por qué nadie se anima a decir quién?
Para varios analistas consultados por Causa Popular, “es visible el descontento de varios representantes del capital concentrado nacional y extranjero que ni siquiera toleran pautas medianamente transparentes para el funcionamiento del prebendario capitalismo argentino”.
Pero a pesar de ello, ni el ex presidente, ni los que salieron a apoyar las advertencias alfonsinistas se animaron a señalar con algún nombre o con algún dato específico cuáles son los planes y objetivos del supuesto complot. A pesar de tratarse de una derecha todavía fragmentada que no logra articular una estrategia opositora eficaz desde diciembre de 2001, todos dicen saber de qué se trata pero nadie explica como funciona. Pareciera que es más fácil responsabilizar a algún sector visible y activo del arco político que especificar cómo trabajan quienes valoran a la democracia solamente cuando no les altera su tasa de ganancia.
Dentro de esa lógica, Alfonsín además dio detalles de quienes estarían siendo funcionales a “la derecha”, pero no pudo precisar los nombres de los presuntos conspiradores contra el gobierno de Néstor Kirchner. «Tanto Lilita Carrió, con sus constantes manifestaciones de que todos son malos y de que todos se tienen que ir, como los sectores de piqueteros duros que acosan al Gobierno con sus protestas constantes y muchas veces ilegales, son funcionales a las tácticas de la derecha que quiere sacarlo al presidente«, advirtió.
Dos días después, luego de una reunión que mantuvo con la cúpula del Comité Nacional de la UCR, que preside el chaqueño Angel Rozas, el ex presidente dijo estar «persuadido y convencido, por los elementos de juicio que tengo que hay sectores que quieren que pase eso. Si tuviera una prueba judicial me iría inmediatamente a la justicia y al propio presidente.”
Más allá de las intenciones del líder del radicalismo, el mismo presidente Néstor Kirchner en otras oportunidades advirtió y sospechó de conspiraciones producidas por algunos militares retirados, (viejos, pero actuales operadores menemistas) y empresarios. El jueves 20 de mayo el propio Kirchner al recibir la información de la realización de una cena en el regimiento Patricios entre algunos llamativos personajes, le ordenó al ministro de Defensa José Pampuro que asistiera. En esa oportunidad Pampuro declaró que el argumento que se le dio con respecto al motivo del encuentro era «la celebración del 25 de mayo»
Raúl Alfonsín se entusiasmó cuando el gobierno convocó al dialogó a distintos actores de la política nacional, entre los que se encontraban los dirigentes del partido radical, luego de los incidentes fogoneados por el macrismo en la legislatura porteña.
En las declaraciones realizadas el mismo día en que estuvo en el país el titular del Fondo Monetario Internacional -claro representante de los inversionistas extranjeros a los que apuntó Alfonsín-, el ex mandatario volvió a reclamar el diálogo con el gobierno nacional «para lograr entre todos propuestas superadoras que permitan afrontar las terribles presiones que van a venir desde el FMI y de EEUU, como por ejemplo con el ALCA. Nos están poniendo en penitencia, en el rincón, como ejemplo en el mundo de lo que no se puede hacer, y para enfrentar eso tenemos que estar todos unidos, con el interés de los argentinos como horizonte«, enfatizó.
El juez federal Jorge Ballestero quedó a cargo de la investigación sobre la presunta existencia de una conspiración luego de que los abogados Denis Pitté Fletcher y Juan Carlos Iglesias presentaran al día siguiente varías denuncias penales por el presunto delito de atentado contra el orden constitucional y a la vida democrática.
Un día después el abogado Adolfo Casabal Elía defensor del genocida Miguel Etchecolatz, presentó otra denuncia, de una carilla de extensión, ante el juez federal Rodolfo Canicoba Corral. Finalmente los dos expedientes quedaron radicados ante Ballestero. Los tres letrados coinciden en reclamar que Alfonsín sea llamado a declarar «como testigo» para que amplíe sus dichos.
No es la primera vez que el ex presidente hace este tipo de advertencias, el 14 de mayo de 2002, mientras gobernaba Eduardo Duhalde, ya había expresado el peligro que existía de un «putsch de derecha». Esta vez las reacciones no se hicieron esperar, y hasta el diario La Nación le dedicó una página entera para reflejar las repercusiones.
Dentro de las filas del mismo radicalismo estas no fueron muy favorables, sin embargo Leopoldo Moreau exageró para defender de la manera más encendida las declaraciones de su tradicional jefe político: “Alfonsín tiene información precisa, además de ser uno de los políticos de mayor prestigio en el mundo y con una amplia gama de contactos internacionales, ha demostrado más de una vez tener una cualidad poco común en estos tiempos que es la de la capacidad anticipatoria».
El alfonsinismo además recibió el inesperado apoyo del diputado kirchnerista Miguel Bonasso (PRD-Capital), que compartió las denuncias y calificó su actitud como de «franca defensa del sistema democrático».
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, coincidió con el viejo caudillo radical y expresó que «si bien no tengo pruebas de que sea cierto que exista una conspiración, estoy seguro de que cosas que ocurren en la Argentina hoy, desde el punto de vista de la distribución del Ingreso, ponen a ciertos grupos que han estado beneficiados antes, y que extrañan otras políticas, en condiciones de rumiar permanentemente por qué no se irá Kirchner».
Y agregó al término de una acto donde se anunció un programa de asistencia financiera a pequeñas y medianas empresas que «Alfonsín puso el dedo en la llaga, y lo que dijo es correcto desde el punto de vista de lo que desearían muchos, pero no creo que, ni por asomo, lo puedan hacer».
Por el lado del gobierno nacional, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández quién fuera funcionario de Domingo Cavallo cuando era ministro de Economía de Carlos Menem, coincidió con Moreau y Solá y agregó que «hay sectores que resisten los cambios. El Gobierno toca intereses y los intereses reaccionan. Es una visión muy difundida que Alfonsín ha tenido el coraje de contar».
El que se encargo de ponerle paños fríos a las declaraciones de Raúl Alfonsín a la par que les retrucaba a quienes pudieran estar conspirando contra su gobierno, fue el mismo presidente Néstor Kirchner quien señaló que:
“Me pueden generar acciones y movimientos, que lo hacen permanentemente los sectores del privilegio en la Argentina, pero no me van a parar en el cambio y en el trabajo por una nueva Argentina».