Alfie: “Caputo puede ‘caer bien’ para el mercado, pero el problema es de fondo”

El economista Martín Alfie desentraña las razones de la crisis, evalúa los cambios de roles en el elenco oficial y anticipa: "El camino del gobierno está perdido, y los cambios que impone el FMI no son la solución".

Martín Alfie es economista Jefe de la consultora Radar y docente de Estructura Económica Argentina en la UBA. Pero más allá de sus pergaminos (o quizá gracias a ellos), en el Mundo Twitter es reconocido por su facilidad para hilar explicaciones simples sobre la compleja actualidad económica argentina.
En esta entrevista con Revista Zoom, Alfie aceptó el desafío de analizar antecedentes, características y consecuencias del vertiginoso escenario de crisis que hace semanas sacude al país.

 

¿Cómo evalúas el acuerdo con el FMI?

Es un plan tradicional del FMI, en el cual se plantea que el principal problema de la economía es el déficit fiscal y, por lo tanto, un programa de ajuste del gasto público es la solución. Yo creo que si bien un sendero fiscal consistente es necesario, la visión estrictamente fiscalista es errada y dañina. Por un lado, no soluciona los problemas estructurales -como la poca capacidad de generar dólares genuinos-, e inclusive el recorte del gasto en rubros como obra pública o ciencia y tecnología implican retrocesos en la agenda productiva y de búsqueda de mayor competitividad sistémica. Y hay que tener cuidado con la «trampa de la austeridad», es decir, que la caída de la actividad por menor gasto implique menor recaudación y por lo tanto tampoco cierre la brecha fiscal. El acuerdo no impone medidas regulatorias que podrían ayudar a reducir la volatilidad y los riesgos, como controles de la entrada y salida de capitales, que creo que son efectivas y necesarias. Y la apuesta a la flotación del tipo de cambio, dada la historia económica y el actual entorno inflacionario, es riesgosa: el país no está preparado para flotar libremente sino que se necesita una administración de la volatilidad.

 

¿El acuerdo es un plan de contingencia ante la crisis o es la excusa para aplicar el plan que el gobierno siempre tuvo en carpeta, pero que la ausencia de «explosión inicial» postergó, como sugirió el economista y ex funcionario macrista Carlos Melconian?

Había voces en el gobierno que planteaban un shock más fuerte a principio de gestión, como Melconian, pero el gobierno apostó al «gradualismo». Igual me gustaría aclarar que para mí no fueron dos años de inacción, y tampoco que si el financiamiento no se cortaba íbamos en buen camino. Para mí fueron dos años en los cuales se agrandaron desequilibrios recibidos con malas políticas productivas (excesiva apertura, por ejemplo) y macroeconómicas, como la mala implementación de metas de inflación. Y además, se agrandaron los riesgos de los desequilibrios por la total desregulación financiera, que fue muy imprudente y contradijo inclusive el consenso macroeconómico más «mainstream».

Fotos | Georgina García
¿Esa imprudencia fue mala praxis o por cortocircuitos entre las políticas «gradualistas» y de shock?

Hubo malos diagnósticos y subestimación de impactos, como cuando decían que el aumento tarifas no generaba inflación. También sobreestimación de otros factores, por ejemplo, creer que iban a crecer la inversión extranjera por mayor confianza. En términos estrictamente productivos, hay una idea de que con políticas «horizontales» y facilitadoras del mercado, con menos distorsiones del Estado, la economía iba a ganar competitividad. Desde mi punto de vista, un proceso de desarrollo implica un cambio estructural que necesita un Estado presente, inteligente, que no se limite a solucionar las «fallas de mercado» sino que impulse y promueva nuevas actividades productivas y la generación de capacidades innovativas locales.

 

O sea que además de equivocar las herramientas, el problema de fondo es el modelo. En ese aspecto, digamos, ideológico, la letra del acuerdo con el Fondo parece estar en línea con las ideas de Cambiemos. ¿Subestiman la conflictividad social que provocan esas medidas?

Es muy probable que haya un aumento de la conflictividad social. Si se quiere, ese es uno de los grandes problemas de la Argentina: no hay un acuerdo distributivo estable a largo plazo. Por suerte para los trabajadores, hay un movimiento sindical que garantiza un nivel de salarios relativamente alto. Algunos dicen que eso es un problema porque no permite tener un tipo de cambio más alto, lo que sería la solución. Creo que la discusión es más profunda y va más allá del tipo de cambio. El camino es un Estado inteligente, moderno, eficiente y desarrollista que impulse el desarrollo, sin perder de vista la sustentabilidad macro, en el marco de una estrategia productiva clara que permita incrementar la producción, exportaciones y productividad para garantizar buenos salarios de manera estable.

 

En las últimas semanas llamó la atención que el Banco Central dejara correr el dólar con un mercado que operaba con poco volumen. ¿La intención es licuar el “costo argentino” con devaluación e inflación? ¿Tienen margen para contener las consecuencias o están jugando con fuego?

No sé cuánto hay de intención, cuánto de desorientación y cuánto de mala praxis. Puede ser que el objetivo sea «adelantar» lo más posible el ajuste al 2018 para tener más margen para crecer en 2019 de cara a las elecciones. Igual, sin dudas que están jugando con fuego: la aceleración de la inflación va a ser fuerte, y el riesgo de espiralización está presente.

Fotos | Georgina García
El día que se anunció la renuncia de Federico Sturzenegger a la presidencia del Banco Central, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ratificó la continuidad del plan y sugirió que los problemas se suscitaron por una “crisis de confianza”. ¿Coincidís en el diagnóstico?

Sturzenegger venía herido de muerte desde el día de cambio de metas. Además, su manejo de la corrida cambiaria de abril / mayo fue muy errática y criticada por todos los analistas económicos, desde los más cercanos al gobierno a los más críticos. Tuvo un voto de confianza con el acuerdo del FMI ya que incluye como punto importante la «independencia» del BCRA. Sin embargo, los últimos días volvió a manejar muy mal la corrida, ya era bastante insostenible. Me parece que fue el fusible: la decisión fue cambiarlo antes de que empiece a funcionar a pleno el FMI porque echarlo más adelante iba a ser aún más costoso.

 

Entiendo, ¿pero el problema es la «crisis de confianza» o el plan, que Dujovne ratificó?

La falta de confianza sigue, todavía no se sabe cómo va a funcionar el nuevo esquema que plantea el FMI. (Luis) Caputo (sucesor de Sturzenegger) puede «caer bien» en el mercado, pero el problema es de fondo. El plan es un corset que limita excesivamente la política monetaria: hay fuertes límites a la intervención, ya sea vía venta de reservas, tasa de interés y contratos futuros. Hay que reportar al FMI constantemente y hay muchos puntos que pueden ser conflictivos (por ej. flotación) y entrar en contradicción con otros objetivos, como bajar la inflación. La «crisis de confianza» es simplemente la otra cara de la moneda de las inconsistencias del programa económico.

 

Con la designación de Caputo y el ascenso de Dujovne ¿el Gobierno ratifica que el plan oficial es fomentar una economía agroexportadora y de servicios, y dejar «a su suerte» a la industria local?

En este contexto pensar cuál es el plan productivo es una quimera. Todos los cañones están puestos en intentar estabilizar la macroeconomía, que está en una situación muy delicada. Originalmente, el plan productivo apostaba más al agro y a los «servicios basados en conocimiento», y buscaba reconvertir -o achicar- gran parte de la industria manufacturera. Pero con esta volatilidad, me cuesta creer en que haya alguna perspectiva clara.

 

¿Estamos en una «turbulencia», como insiste el Gobierno, o es una «crisis estructural»?

30 por ciento de devaluación en dos meses, la economía entrando en una recesión, elevada volatilidad cambiaria, la inflación acelerándose y muy probablemente empezando con 3. Me parece que es más que una turbulencia. Es un reflejo de problemas estructurales que no fueron atacados correctamente, sino que como decíamos antes, se profundizaron en estos dos años de gestión. Creo que el camino del gobierno está perdido y los cambios que impone el FMI no son la solución: el enfoque fiscalista (reducción del gasto) y monetarista (reducción de emisión para el Tesoro) llevarán a una recesión y no estabilizarán la economía. Ni hablar de los problemas productivos.

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