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ALCA, Unión Europea y el precio de la libertad

El día en que la región frenó un proyecto desigual y abrió otro horizonte político. Por Eric Calcagno.

¿Cómo habrá sido en 2005 el día después de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata? Un escenario vacío siempre lleva a la melancolía, sobre todo frente a la inmensidad del océano, que todo lo refleja. Aunque por un día —ese día— la tristeza fue de los poderosos del continente, y la de George Bush más que nadie. Naufragaba así la idea lanzada por Bill Clinton en 1994 acerca de un único territorio abierto a la libre circulación de bienes y servicios (no de personas, claro) desde Alaska a Tierra del Fuego.

Por supuesto, esa propuesta tuvo defensores en el tiempo en que fue formulada. Eran los tiempos del Consenso de Washington, donde el camino al éxito y la prosperidad consistía en la aplicación del libre comercio, garantizar el acceso a mercados, la seguridad jurídica de las inversiones extranjeras, el respeto a la propiedad intelectual —en especial en medicamentos—, la provisión de servicios financieros, reformas laborales, entre otros.

Escuchemos lo que decía Néstor Kirchner en la apertura de la Cumbre de las Américas: “Las consecuencias nefastas que las políticas de ajuste estructural y del endeudamiento externo tuvieron para el pleno ejercicio de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales y culturales, se viven y recorren trágicamente el mapa de la inestabilidad latinoamericana. No se trata de ideología, ni siquiera de política, se trata de hechos y de resultados”. “Son los hechos los que indican que el mercado por sí solo no reduce los niveles de pobreza”. “Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes no sólo es una mentira sino que, además, resulta una trampa mortal”.

Lula da Silva no se queda atrás. “No queremos ser meros coayudantes en las decisiones que afectan nuestro pueblo. Queremos ser protagonistas de un nuevo momento de la historia. Las promesas de prosperidad automática basadas apenas en la apertura de los mercados no se cumplieron. La democracia debe significar algo más que el derecho de voto; debe significar el derecho a un empleo, a la educación y a una vida digna. Si queremos ser respetados, tenemos que decir lo que pensamos, sin arrogancia pero con dignidad”.

En una intervención breve, Hugo Chávez abundó sobre el tema. “El libre comercio no va a resolver los problemas de empleo, de pobreza, de miseria, ¡olvídense!”. Luego habló de las privatizaciones, que sólo aumentaban el desempleo. “Flexibilización de las normas laborales, eliminación de prestaciones sociales, borraron los avances de los trabajadores con los acuerdos con el FMI”. “Las políticas de ajuste estructural han sido un verdadero veneno para nuestras sociedades”. En la Cumbre de los Pueblos, celebrada no lejos de allí, con la presencia de Diego Armando Maradona y Hebe de Bonafini, Chávez podría afirmar con razón que “el ALCA fue sepultado en Mar del Plata”.

En esa contra-cumbre también participó Evo Morales. “El ALCA no es integración, es la colonización del siglo XXI. Es la continuidad del saqueo que comenzó hace más de quinientos años, cuando los pueblos originarios perdimos nuestra tierra, nuestra libertad y nuestra dignidad”. “Nos quieren hacer creer que abrir nuestras economías nos traerá desarrollo. Pero ya lo hemos probado durante veinte años, y el resultado es más pobreza, más desigualdad y más exclusión”.

El fracaso del ALCA fortaleció al MERCOSUR, tomó fuerza el ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas) creado en 2004, la UNASUR nace en 2008 y la CELAC comienza el camino en 2010. Era la primavera de los pueblos, aunque acaso hayan florecido demasiadas flores en un jardín que debió ser más cuidado. Pero era el justificado entusiasmo de la época.

“El tiempo es veloz”, la política esencial. Y la historia no para. Es así como en la región durante un momento conocimos nacionalizaciones de servicios públicos por aquí, de hidrocarburos por allá, instrumentación de políticas sociales a gran escala que sacaron de la pobreza a millones, masiva creación de empleos, reivindicación de pueblos originarios, de la mujer y de las diversidades, autonomía en política exterior, repagos y renegociación de deuda externa, e incluso en algunos casos reindustrialización. Si los buenos precios internacionales de las materias primas habilitaron un “viento de cola”, sería atribuir al azar del mercado lo que fueron decisiones políticas. Tal vez la culminación de la época fue durante el Bicentenario Argentino en 2010, en la que la Patria nos llevaba en las alas. Podemos ser héroes, aunque sea por un día.

En la Argentina, Cristina Kirchner es electa después de Néstor, y afronta en 2007 una sublevación de las patronales terratenientes, que logran articular a la oposición antiperonista por entonces dispersa, incluso paralizan el país y crean una crisis política de gran magnitud. Néstor Kirchner falleció en 2010. Aunque Cristina fue reelecta en 2011, la derecha neoliberal ganó por escaso margen las elecciones de 2015. El peronismo volvió al gobierno con Alberto Fernández en 2019, en una gestión algo deslucida. En 2023 sería el “libertario” Javier Milei quien asumiría la presidencia, también por un margen mínimo.

Para la Cumbre de Mar del Plata, Hugo Chávez ya transitaba el segundo mandato presidencial, había reformado la Constitución de Venezuela e incluso había sufrido un golpe de Estado en abril de 2002, así como un lockout insurreccional por parte de la dirigencia de PDVSA que duró dos meses. Tampoco había demasiado margen para la generosidad con una oposición golpista. A veces no participaban en las elecciones para deslegitimarlas; otras tantas concurrieron para denunciar fraude. Chávez obtuvo el 55% en las presidenciales de 2012 y falleció en marzo de 2013. El vicepresidente Nicolás Maduro ocupa el cargo. Desde el principio, Venezuela fue presentada como la suma de los vicios públicos y privados por los grandes medios globales, como activos empresariales confiscados en Estados Unidos y el oro en Londres. Además de sanciones, hoy campea frente a las costas de Caracas una flota norteamericana, sin duda dispuesta a defender la libertad hasta que duela.

Evo Morales tuvo que lidiar con la rebelión de la parte oriental de Bolivia en 2008, el Beni, Pando, Santa Cruz, zonas más hidrocarburíferas y agropecuarias que mineras, más mestizas en el llano que indígenas en el altiplano, que incluso propuso la secesión de Bolivia. Con todo, Evo Morales pudo mantener la conducción del Estado Plurinacional de Bolivia hasta que en 2019 decidió presentarse a una nueva reelección, lo que despertó disidencias internas y escándalos internacionales. Invalidadas por la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea, estos comicios dieron lugar al golpe de Estado perpetrado por Jeanine Añez, no sin imágenes de dirigentes golpistas evangélicos que purgaban el Palacio de Gobierno con biblias para que el diablo se aleje. La normalización institucional llegó con otro candidato del MAS, Luis Arce, en conflicto con Evo Morales, lo que llevó a ganar las siguientes elecciones a Rodrigo Paz, que prometió “capitalismo para todos”, liberó a Añez y prohibió la wiphala.

En Brasil Lula da Silva fue presidente dos veces, desde 2003 hasta 2011. Si bien afrontó el escándalo de los sobresueldos llamado “mensalão”, logró que Dilma Rousseff lo sucediera hasta 2016, cuando ella fue destituida por una formalidad de técnica presupuestaria. Lula sería encarcelado en 2018, lo que luego se revelaría falso, pero permitió la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro al gobierno en 2019. A principios de 2023, Lula asumió una tercera presidencia. Es el sobreviviente de aquella reunión de Mar del Plata, que ahora es miembro de los BRICS, puesto que cuando un problema no se puede resolver a un determinado nivel, hay que pasar al nivel superior.

La cumbre de Mar del Plata que terminó con el ALCA en 2005 frenó por un tiempo las apetencias imperiales. El MERCOSUR jugó bien, y las palabras de Néstor Kirchner, Lula da Silva, Hugo Chávez y Evo Morales merecen figurar en algún futuro preámbulo de una probable Constitución de integración regional entre iguales. Es cierto que cada uno de los países mencionados tuvieron diferentes evoluciones. También sucedió que las sucesiones en los movimientos nacionales nunca son fáciles ni simples: Fernández no fue los Kirchner, Dilma no fue Lula, Arce no fue Evo y Maduro no es Chávez. Quizás deberíamos inspirarnos en el sabio México de López Obrador y de Sheinbaum. Porque el sueño de Occidente en la conquista de mercados extranjeros sigue igual. De hecho, está en aumento, puesto que el contexto internacional impulsa a las potencias a reindustrializar frente a una China, Rusia e India cada vez más importantes en la economía real. El gobierno norteamericano aplasta a Europa con aranceles e incita a las empresas europeas a emigrar a Estados Unidos. La Unión Europea sufre y acepta las presiones, mientras el costo de la energía encarece la producción y busca un mercado para los productos que vende. De allí que el tratado entre el MERCOSUR y la Unión Europea que se evoca en la actualidad sea del mismo talante y con similar objetivo que el fenecido ALCA. De instrumentarse, el viejo mundo nos mandará manufacturas, desde automóviles a productos químicos, sin olvidar los servicios financieros, mientras que tendremos el honor y el placer de exportar materias primas. No es sólo un mal negocio para nosotros, sino que contribuirá a fijar las relaciones de poder que se asientan sobre ese tipo de intercambio desigual. El caso de Argentina es excepcional, por supuesto. Los acuerdos financieros confidenciales que existen entre el régimen de Milei y el gobierno de Trump preparan un tratado comercial entre ambos países, con las consecuencias esperadas de la unión del elefante y la hormiga. ¿Estará en preparación una dolarización? En ese caso, la pérdida de soberanía, que siempre entrañan los tratados desiguales, también será el fin de la libertad como la deseamos. Para los países del Sur no puede haber libertad sin soberanía. Ahora que nos habita la melancolía, vale la pena recordar las palabras del abogado y patriota irlandés John Philpot Curran en 1790: “Dios le otorgó la libertad a los hombres con la condición de la eterna vigilancia; y si quebrantan esa condición, la servidumbre será la consecuencia de su crimen y el castigo por su culpa”. ¿De qué estará hecho mañana?

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