“Al final los que nos salvan la ropa no son los intelectuales porteños sino los cabecitas negras de la provincia”

Juan José Tangari habla de su libro sobre la historia de UPCN y de los debates políticos al interior del gremio. “Yo voy a apoyar a Cristina”.
Foto: Maximiliano Luna | Zoom

Juan José Tangari es subsecretario de cultura de UPCN y uno de los autores de Unión del Personal Civil de la Nación. Nuestra casa, nuestra historia, libro que narra el devenir del gremio conducido por Andrés Rodríguez. La publicación del texto fue una excusa para dialogar con este dirigente de larga trayectoria cultural y sindical, y tratar de indagar en la vida interna y las discusiones de un sindicato que, señalado tras la razzia amarilla sobre el empleo estatal, ocupando un lugar de peso en el rearmado de la CGT y navegando la aguas del “posibilismo” en un tiempo cruzado por las invocaciones a la “gobernabilidad” y la tan mentada renovación del peronismo, aparece como un actor y una pieza clave para entender las particularidades de este momento político. En la siguiente entrevista, Tangari habla de sus años en el sindicato, pero también de política, afirma que el modelo económico macrista “va a llevar a la Argentina a una nueva crisis”, habla del Ministerio de Modernización y la “convivencia”, dice que Cristina Fernández de Kirchner “no tiene sustituto” y reconoce que su posición política no es la compartida por la mayoría del gremio. “Tenemos discusiones pero con respeto”.

¿Cómo llega a la política, Juan José?

Bueno, primero hay que decir que nací en Buenos Aires, y me fui a vivir a la provincia muy chico. Mi padre era un maestro mayor de obras socialista que terminó en el peronismo como muchos otros. De Hurlingham me fui a vivir a Santos Lugares, que todavía era San Martín. Y ahí empecé a militar en el peronismo. La primera vez que fui a una unidad básica fue a los catorce años con mi viejo. Una unidad básica que había abierto Lorenzo Pepe. Milité desde los diecisiete. Hice dos ingresos a la universidad, el de Exactas, para ciencias biológicas, y el Filosofía y Letras, para antropología, y al final opté por Filosofía y Letras. Mi generación estaba muy cruzada por el humanismo cristiano, por el peronismo y por el mensaje guevarista. Todo eso generaba algo muy fuerte. Tuve, entonces, una etapa de militancia de los sectores de la izquierda peronista, y en el año 72 hice una crítica fuerte a esa visión. Luego milité durante un año y medio en el Frente Estudiantil Nacional con Roberto Grabois. Y en el 74 me voy del Frente Estudiantil y ya estaba el proceso de unidad por trasvasamiento, y me fui a trabajar a San Martín, en un colegio secundario. Era estudiante avanzado de la carrera de antropología y ya en esa etapa, con veintitrés, veinticuatro años, mi idea era trabajar con la cultura popular desde un punto de vista nacional. Trabajé en Villa Lynch, Villa Progreso. Ahí llegó el golpe. Dejé la facultad. Armé una familia. Terminé la carrera en el año 80 y ya en ese momento tenía trabajo sindical en el gremio, en la administración pública. Y ahí me volví a vincular con Andrés Rodríguez con quien habíamos estudiado juntos. Y desde entonces lo acompañé en la recuperación de UPCN. Fui secretario general de la seccional Capital del sindicato, del 94 al 98, y terminé muy vinculado con la gestión cultural en sindicatos.

 

A partir de la publicación del libro, ¿usted se piensa como un historiador militante?

Yo soy un militante político, y entiendo que la historia es un auxiliar de la política. No conozco un solo historiador objetivo. Si algo deformó la historia argentina es el mitrismo. El liberalismo mitrista es lo más deformante del proceso histórico que hay. Ese es mi punto de partida.

 

Foto: Maximiliano Luna | Zoom
¿Cómo surge la idea de hacer el libro?

Bueno, escribir la historia de un gremio es, con todo respeto a nuestra organización, algo limitado. No hay ninguna organización que pueda tener una historia aislada del contexto donde nace, se desarrolla y eventualmente desaparece. El tema del libro, entonces, su motivo, era contar la historia del sindicato en el contexto de la historia argentina. En el libro hay una introducción que tiene que ver con la casa histórica en la que estamos ahora, donde funciona la sede central del sindicato. Y hay un segunda parte, donde se empieza a trabajar el empleo en la Argentina en función de la historia del Estado argentino. No hay empleo público sin estado nacional o sin estados provinciales. Así que la idea era mostrar cómo en determinado momento de la historia del Estado argentino aparecen las organizaciones gremiales de trabajadores del Estado, particularmente de UPCN. Luego, en la tercera parte hay ensayos dedicados a la vida sindical contemporánea.

 

¿Qué momento rescata como clave en esa historia?

El gremio tiene un momento de inflexión claro con la llegada de la Agrupación Blanca. Más allá de las líneas políticas con las que lo quieras abordar, esto es innegable. Esta agrupación es peronista. Y la reconstrucción de UPCN se da en 1982 y sigue hasta la actualidad. Hay un proceso que se viene dando desde esa época.

 

¿Qué fue lo primero con lo que se encontraron?

Con una crisis económica. Los tres interventores militares de la Marina, que lo habían manejado durante la dictadura, lo habían dejado con una deuda muy grande, sobre todo por los juicios por el incumplimiento de un plan de viviendas. Eso fue difícil. Y lo otro que fue muy difícil fue ganar las elecciones en el 84 en un contexto político que no nos era favorable. El gobierno de Alfonsín prefería a ATE. En la primera etapa del gobierno de Alfonsín la vinculación más importante con el sector público la tenían con ATE, a través de Víctor De Gennaro y de Germán Abdala. En ese momento, tuvimos que trabajar mucho para ganar la confianza de los trabajadores, sobre todo de la administración pública central. Y creo que lo logramos.

«Andrés tiene posiciones políticas que tienen que ver con la coyuntura. Pero nosotros separamos claramente nuestra tarea gremial de nuestra tarea política»

¿Cómo ve la actualidad?

¿Querés que te diga qué pienso yo o qué piensa el gremio?

 

Lo que piensa usted.

Yo tengo una posición política que no es la mayoría del gremio. Yo soy kirchnerista. Soy peronista y comparto, en general, los lineamientos del kirchnerismo. La organización tiene una definición muy sindical, muy de coyuntura, y en función de lo posible. Pero yo en lo personal estoy alineado en el kirchnerismo hace muchísimos años. Yo soy peronista y he simpatizado desde el año 1999 con Néstor Kirchner. Esa es mi posición. Tengo amplia libertad en el sindicato para opinar políticamente. Ahora, soy orgánico. Eso significa que comprendo y apoyo las movidas políticas que Andrés tiene que llevar adelante para la gestión gremial.

 

Bueno, pero yo le preguntaba por la actualidad.

En la actualidad, yo voy a apoyar a Cristina.

 

¿Por qué?

Soy un peronista de la provincia de Buenos Aires, más concretamente del partido de Tres de Febrero.

 

Foto: Maximiliano Luna | Zoom
¿Estas discusiones se dan dentro del sindicato?

Este sindicato tiene una función fundamental que es responder a las necesidades gremiales, sociales, educativas y culturales de los trabajadores públicos. La tarea gremial, entonces, tiene un aspecto profesional. Andrés tiene posiciones políticas que tienen que ver con la coyuntura. Pero nosotros separamos claramente nuestra tarea gremial de nuestra tarea política. Aparte, muchísimos de nuestros afiliados no son peronistas. Han elegido una conducción peronista históricamente desde 1984 hasta la fecha por algo. Ahora, tenemos discusiones sobre esto pero son discusiones con mucho respeto porque este sindicato tiene una conducción vertical, esto es así, y eso sí tiene que ver con las tradiciones más añejas del sindicalismo peronista. En este sentido me parece que la unidad sindical es fundamental. Hay que cuidarla. No hay que perderla. Y mucho menos por algún matiz político dentro del peronismo.

 

¿Qué piensa del Ministerio de Modernización y las políticas que está llevando adelante el gobierno en esa cartera?

Entiendo que los muchachos de la seccional trabajadores públicos nacionales tiene que convivir. Pero en una mirada más amplia, y en lo personal, creo que el modelo económico, de gestión social y cultural de este gobierno es pésimo. Creo que es un modelo de dependencia, de endeudamiento, creo que es un modelo que transforma la estructura productiva argentina en una estructura dependiente de las estructuras transnacionales. Y este modelo económico va a llevar a la Argentina a una nueva crisis, que espero que no sea violenta y que pueda resolverse de forma pacífica y democrática. Pero yo soy absolutamente pesimista con la política económica y social del gobierno de Mauricio Macri. No sé qué va a pasar ahora en octubre y no sé qué va a pasar en el 2019. Pero hay que ir hacia una política de reconstrucción, sobre todo, regional, con un lineamiento de independencia económica, justicia social y soberanía política.

 

¿A qué región se refiere?

A lo que Perón ya, en 1952, llamó el ABC, incluyendo hoy a todos los países latinoamericanos, ahondando en la línea hispánica continental y no la anglosajona. Tenemos que reconstruir la estructura de poder que se empezó a definir con Néstor, con Lula, con Correa, con Morales, con el lamentablemente fallecido Hugo Chávez. Creo que no hay alternativa a eso y que estamos en un momento de mucho conflicto. Creo que Argentina, dentro de ese proceso de integración, tiene que ser más generosa. No lo fue con Paraguay, no lo fue con Uruguay. Soy crítico de eso. En la política exterior habría que haber apostado más fuerte a consolidar esos vínculos. Pero volviendo a lo que me preguntabas, hay que leer La Nación. El primer diario que leo todos los días es La Nación para saber para dónde tengo que rumbear. Y como La Nación permanentemente ataca a Cristina, yo voy a votar a Cristina. No defino mi voto por las deficiencias de Cristina sino por los ataques de La Nación. Yo voto contra la oligarquía.

«La organización tiene una definición muy sindical, muy de coyuntura, y en función de lo posible. Pero yo en lo personal estoy alineado en el kirchnerismo hace muchísimos años»

Leí algunas críticas suyas al concepto de “industria cultural”.

Sí, me da la sensación de que cuando se habla de “industria cultural” se soslayan muchas cosas… A ver, la noción, me parece, apunta a perfilar al trabajador de la cultura como una estructura ideológica independiente de la vida cotidiana del pueblo. Las industrias culturales son capitalistas. Y nosotros, los peronistas, tenemos que tener en claro que la idea estratégica de Perón de la comunidad organizada tiene que ver con una cotidianidad cultural que poco tiene que ver con la rentabilidad económica. Tiene mucho más que ver con solidaridad social que con la rentabilidad económica. Yo no abjuro del concepto “industria cultural” porque existe. Lo que digo es que ese concepto no te puede hacer perder la perspectiva de que nosotros trabajamos por una vida con justicia social. La communitas tiene que ser hegemónica, no el mercado. Y desde ese punto de vista es que yo fui crítico de muchos proyectos del kirchnerismo.

 

¿Por ejemplo?

La Ley Federal de las Culturas. Mirá, hay elitismo por derecha pero también hay elitismo por izquierda. Y creo que los peronistas no podemos favorecer a la elite oligárquica. Vengan de donde vengan. Tenemos que ser nacionales y populares, que es una categoría superadora. Pero es difícil esta discusión. En general, cuando planteás esta discusión te tildan de reaccionario.

 

Foto: Maximiliano Luna | Zoom
¿Por qué?

Bueno, creo que hay que tener cuidado con el tilingaje. Porque vos podés ser un tilingo oligárquico del PRO, pero también podés ser un tilingo progre de la Ciudad de Buenos Aires. Pero sos tilingo. Y eso lleva a cuestiones muy curiosas. Hoy todos estamos pensando cómo va a votar el conurbano bonaerense, a ver si nos salva la ropa con un triunfo del peronismo contra Mauricio. Los que nos salvan la ropa al final no son los intelectuales de la Ciudad de Buenos Aires, son los cabecitas negras de la provincia. ¿No? Entonces, hay que ser conscientes de que el peronismo es sucio, no es limpio. La patas en la fuente implica ensuciar la claridad del agua de la Plaza de Mayo.

 

¿Eso significa que en algún momento hubo un peronismo que fue expulsivo?

Sí, y que en alguna medida lo sufrimos electoralmente. Creo que en el 2015 cometimos un error. Pero en el dispositivo general yo lo que veo es que Cristina no tiene sustituto. A veces Cristina estas cosas que decimos las ve, y a veces no. Y creo que no hay mucha gente que se lo plantee en estos términos. No sé si ella soportaría que alguien se lo plantee. Una mujer brillante, Cristina. Es un cuadro insustituible en muchos aspectos. Pero le falta entender esta otra etapa. Y creo que los pibes de La Cámpora y los pibes de otras agrupaciones de jóvenes tienen que empezar a ver esto.

 

Pero si el peronismo es excluyente y resta en vez de sumar, no es tan peronismo.

Estoy de acuerdo con esa lectura. Pero también hay un problema cuando para no ser tan excluyente te terminás metiendo el enemigo adentro. Perón lo dijo: “Somos todos peronistas.” ¿Era una joda? Bueno: creo que no podés ser peronista si no sos anti-imperialista.

 

¿Ese sería el corte?

Comunista, norteamericano, chino, indio, boliviano, nosotros en el peronismo somos anti-imperialistas. Estamos por la libertad de los pueblos y la construcción de la gran comunidad latinoamericana de hermanos, la que planteaba José Gervasio Artigas, uno de los grandes patriotas. Y no se lo lee. ¿Vos sabés dónde pasó Perón su infancia? ¿Sabés?

 

En la Patagonia.

A veinticinco kilómetros de Río Gallegos. Y escribió un diccionario.

 

La Toponimia patagónica de etimología araucana.

Ese libro lo escribió con la ayuda del Cacique Curruhuinca. Si no entendemos, no recordamos estas cuestiones, difícilmente podamos comprender la dimensión completa del peronismo. Entonces, ahí tenemos una deuda. Desde el sindicato intentamos formar a nuestros cuadros, con todos los matices que hay dentro del peronismo, intentando respetar esos matices. Falta todavía. Nos falta mucho. Pero hay un esfuerzo ahí. Y esa deuda también se ve con mucha claridad en las agrupaciones de jóvenes del kirchnerismo. Se nota mucho, hay mucha diferencia entre las agrupaciones que sí se preocupan por la formación política de su cuadros y las que no.

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