Ajedrez de minorías

2015 marcó el fin de la hegemonía de la fase K del peronismo y, al mismo tiempo, el inicio de otra etapa en la que no sólo el nuevo gobierno no tiene mayoría, sino nadie.

De los distintos análisis que se han publicado desde las PASO surge una única coincidencia: el oficialismo y su mayor antagonista, Unidad Ciudadana, compartirán un rito en el no muy largo trecho que queda de campaña hasta el comicio definitivo de octubre próximo: el rezo. Se trata de pedir por la permanencia en combate de otros dos actores: Sergio Massa y Florencio Randazzo. Por el primero ruega Cristina Fernández; por el segundo, Mauricio Macri. Cuidado: no hay imputaciones aquí, apenas simple lectura de posiciones y conveniencias. Sucede que 2015 marcó el fin de la hegemonía de la fase K del peronismo y, al mismo tiempo, el inicio de otra etapa en la que no sólo el nuevo gobierno no tiene mayoría, sino nadie.

 

La escena se ha quedado congelada en la noche del 22 de junio de 2013, cuando el ex alcalde de Tigre presentó su candidatura a diputado nacional y, con eso, fracturó la sociología peronista. Desde aquella jornada y hasta hoy, las proporciones estructurales de voto no se han alterado significativamente. Lo que cada tanto parecen novedades, al tiempo se comprueba que no son más que episodios laterales de una ecuación compleja que no hay quien atine a despejar porque no la abordan en su esencia. La posibilidad de una competencia en primarias entre CFK y Randazzo tenía buenas chances de suturar el drenaje porque el perfil del ex ministro lo hacía presumiblemente apto de convocar voluntades representadas por el massismo que su antigua jefa ya no logra penetrar.

 

Las cosas no sucedieron así, y no sólo por voluntad de la líder de UC. Ninguno de sus críticos construyó algo alternativo desde la consagración macrista, con lo que ella al final puede hasta haber dado en el clavo cuando diseñó otro frente. Encerrándose en una aritmética que la tiene a maltraer desde que labró una reelección rotunda, pero pateando lejos una polémica interna que, cerca de las urnas, se vuelve inflamable en tanto previamente no haya otros entendimientos. No se arregla en dos meses. Sería justo y necesario que Jorge Taiana ingrese al Senado, porque esto sigue y cada poroto vale. Además, el ex canciller sintetiza varias cualidades que a veces parecen incompatibles. Aquello de diplomacia en las formas y dureza en el fondo. Pero, se sabe, no es suficiente con los merecimientos en estos negocios.

«Asistimos a un ajedrez de minorías donde cada jugada viene precedida de un engorroso equilibrio entre los intereses y las necesidades de los múltiples duelistas en que se ha fragmentado el mapa político»

Aunque el kirchnerismo logre su cometido, ello no implicará que se destrabe el paisaje balotajista en que ha quedado atrapada Argentina, donde se crece a través del descrédito ajeno (así se vota en tales instancias: en contra y no a favor de). De ahí tanto protagonismo de los tribunales en la política por estas épocas. Mientras el desgaste de este gobierno no alcance un punto determinante, seguir apostando a esa lotería es un riesgo altísimo. Con ventaja CEOcrática aún en la derrota. Es que si bien no da igual perder que ganar, para maniatar al statu quo no basta con un sufragio más. Para algo son poder permanente. Y no variando esa perspectiva, difícil, cualquiera sea el reparto de bancas, frenar nada. Asistimos, pues, a un ajedrez de minorías donde cada jugada viene precedida de un engorroso equilibrio entre los intereses y las necesidades de los múltiples duelistas en que se ha fragmentado el mapa político. Por eso, por su composición social, el macrismo lo tolera sin mayor drama: se sabe naturalmente minoritario.

 

Hoy se presume que quienes en las primarias optaron por Massa migrarían mayormente hacia Esteban Bullrich, y quienes lo hicieron por Randazzo al ciudadanismo. ¿Y si la arremetida de María Eugenia Vidal en las horas previas al 13 de agosto ya chupó todo el massismo que podía, y por eso se emparejó una contienda que muchos presumían liquidada, habiendo pues ya explorado su techo los amarillos? ¿Y si la herida abierta entre la presidenta mandato cumplido y su otrora ministro, más que un espadeo de narcisismos, expresa incapacidades recíprocas de sintetizar al otro? ¿Qué rol jugarán, en este marco, los votos de las izquierdas ya eliminadas del juego y los de las que aún viven? ¿Cuál los ausentes?

 

Frente a tanta incógnita, quizás habría que ser menos duro con los encuestadores. Tal vez resulte difícil pronosticar comportamientos en un mosaico social hiperfragmentado.

 

***

 

Alejandro Bercovich contó, en su columna del 1º de septiembre en el diario BAE Negocios, que, tras las PASO, el establishment saldó sus disidencias domésticas para comprometerse, en bloque, con Macri. Para relegar esas contradicciones fue preciso el espanto por un gobierno que les mostró los dientes como desde hacía medio siglo no se veía. Es la novedad de una elite conduciendo un proceso político después de décadas de contentarse con influir culturalmente sin partido que la represente en el trámite democrático (lo que motivara tantas interrupciones institucionales), acierta María Esperanza Casullo en la última edición de Le Monde Diplomatique Argentina.

«Frente a tanta incógnita, quizás habría que ser menos duro con los encuestadores. Tal vez resulte difícil pronosticar comportamientos en un mosaico social hiperfragmentado»

Y es lo que falta en la vereda de enfrente: sacudirse la modorra que aquieta. En el reportaje con Luis Novaresio, sin embargo, CFK hizo explícito por primera vez algo que jamás se le había oído. Dijo que sería capaz de correrse si su persona fuera un obstáculo para la reunificación peronista. ¿Indicativo de que estaría dispuesta a participar en otro marco de alianzas, incluso uno que no encabece? No habrá salida del laberinto si, por lo menos, no exhibe disposición a tomar ese riesgo. Quizá no alcance pero, ¿quién más está haciendo algo, lo que sea? Con todos sus defectos a cuestas, intenta y se esfuerza en hablarle a la gente. Será la justicialista más votada en octubre, y ya tiene su banca propia y las de un buen pedazo de su tropa aseguradas. Le sobrará paño para condicionar, aún si no le tocara recuperar la lapicera. Ha recibido apoyos gremiales y no todos los gobernadores la rechazan. Quienes crean que la receta pasa por jubilarla cometen el mismo error que quienes dilapidaron el 54%, pero a la inversa.

 

Se comprenden tantos tropiezos del campo popular en la empresa de revertir este cuadro por las novedades de desintegración de sus bases que lo aquejan, tan comentadas en los últimos tiempos. Y porque, como nunca antes, lo reta un adversario que aprendió las mañas del arte partidario. Asimismo, perdió la timidez para doblar la apuesta, como se observa en el caso de la desaparición forzada de Santiago Maldonado y ya se había comprobado en el escrutinio provisorio de las primarias. Dos episodios en los que la nueva derecha se parece mucho a la tradicional.

 

La pregunta para el peronismo es si se quedará en, apenas, la denuncia de las maldades ajenas.

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