Por Colectivo S
La unidad de la oposición es una idea recurrente en la escena política argentina. En general, está asociada a la necesidad de vencer al oficialismo en una coyuntura electoral.
Desde Colectivo S vemos con beneplácito todos los esfuerzos tendientes a derrotar al proyecto neoliberal expresado hoy en Cambiemos. No obstante, entendemos que la definición de un mecanismo que permita dirimir una fórmula presidencial competitiva puede ser útil en algún momento, pero no constituye el principal elemento de un proceso de unidad del campo opositor.
Es necesario precisar de qué hablamos cuando hablamos de unidad. La unidad puede referir a un conjunto definido (casi) exclusivamente en torno al Peronismo, en sus distintas variantes, o puede aludir al conjunto de las fuerzas del campo popular decididamente opositoras al proyecto neoliberal, en el que la identidad peronista probablemente prevalezca. La diferencia no es menor.
Una alquimia electoral que junte al PJ, Peronismo Federal, FPV/kirchnerismo, Unidad Ciudadana y Frente Renovador, puede llegar a ser contraproducente tanto para ganar las elecciones como para asegurar la legitimidad necesaria para afrontar la embestida de los poderes fácticos locales y globales.
La segunda alternativa apunta a superar la dispersión de las fuerzas políticas y sociales, construyendo un espacio más abierto y programático –basado en acuerdos firmes, aunque no necesariamente institucionalizados– que proponga un modelo de futuro y un conjunto de compromisos necesarios para construirlo y sostenerlo. Puede resultar en un recorte diferente de la unidad, pero proporcionar, a la vez, mayor legitimidad al proyecto.
Los llamados a la unidad frecuentemente terminan restringiendo el desafío a las decisiones de las cúpulas dirigentes y, en ese marco, un mecanismo para dirimir internas adquiere relevancia. La segunda opción, en cambio, apuesta a un proceso de construcción política y articulación social. La dimensión electoral es importante, en la medida que logremos la confluencia de intereses, proyectos, sectores y movimientos políticos y sociales.
Si bien el campo nacional y popular tiene una historia de liderazgos personalistas y fuertes, su dispersión actual requiere de nuevas estrategias. No es posible sumar, sin más, espacios políticos y sociales diversos. Es necesario un proceso de integración en el que se construya un liderazgo colectivo con lugar para la multiplicidad de cuadros que un proyecto de tal naturaleza demanda. Sin dudas, es importante cómo se resuelven los liderazgos al interior del campo nacional y popular. Sin embargo, es probable que esto se delinee a partir de un proceso de confluencia y acuerdos, que –sin descartar la posibilidad de un mecanismo eleccionario– difiere de una decisión de dirigentes acerca de una interna entre el peronismo federal, el frente renovador y el kirchnerismo.
Si la unidad es la confluencia de las fuerzas políticas y sociales que hoy batallan contra el neoliberalismo; si entre sus propósitos se encuentra vencer a Cambiemos en las urnas, pero también construir un verdadero frente popular; si los liderazgos se irán resolviendo en el proceso y los acuerdos son importantes; cabe preguntarse por algunas de las definiciones básicas del proyecto, ya que éstas podrán, de alguna manera, incidir en el perfil de dicha unidad.
Un acuerdo básico que comparten estos espacios es que la oposición al proyecto neoliberal debe ser frontal, explícita y consecuente. Es decir, no escudarse en cuestiones de gobernabilidad, en la medida que las respuestas se ajusten a los arreglos institucionales de la democracia.
Un segundo acuerdo básico es que a la ideología de la modernización de la sociedad –basado en el individualismo, la competencia, el emprendedorismo y la meritocracia– el proyecto contrapone la idea del bienestar colectivo, expresado en derechos ampliados y políticas universales, fundadas en la fraternidad, la solidaridad, la redistribución del ingreso y en una democracia participativa que complemente las instancias de la representación política.
Otra definición básica es reconocer al Estado como el actor decisivo para garantizar las transformaciones que permiten construir sociedades más justas e igualitarias. En el marco de un proyecto nacional y popular, el Estado debe recuperar la capacidad de obtener recursos a través de la política fiscal y redireccionarlos hacia políticas de desarrollo inclusivo. Debe potenciar las políticas públicas universales inclusivas; impulsar una política decidida de ciencia, tecnología, innovación y formación superior; incrementar la inversión pública; asegurar la estructura de servicios públicos y provisión de consumos esenciales; y promover los sectores estratégicos de la actividad económica. El Estado debe recuperar el poder de intervención y regulación sobre la economía, ya que es necesario consolidar un sector productivo privado orientado al desarrollo y las exportaciones, que complemente al sector agropecuario en la generación de divisas. Para ello es necesaria una estrategia de alianzas con actores económicos dispuestos a sumarse a un proyecto que combine la ampliación del mercado interno con el desarrollo de sectores de punta que produzcan para un mercado global. Todo esto es posible sólo si el Estado recupera su autonomía, tanto respecto de los poderes fácticos locales como de los organismos internacionales de financiamiento.
La unidad no implica la construcción de algo homogéneo, sino una articulación de sectores con intereses al menos parcialmente diferentes, pero convergentes en un fin común que es superar el régimen neoliberal. Estos acuerdos deben constituir lineamientos básicos del proceso de recomposición del campo nacional y popular, porque la unidad se construye en torno a posicionamientos políticos más que en función de personas.
Colectivo S es un espacio de análisis y acción política que reúne a especialistas en Estado y políticas públicas, con amplia experiencia en la administración nacional y provincial, constituido para contribuir al proyecto nacional y popular. Contacto: colectivoese@gmail.com