A propósito de la “Convivencia”….

“Buenos Aires es la ciudad del mundo con más prostíbulos”

Por Enrique Oliva 26/VII/04

El título de esta nota lo hemos visto en distintos medios europeos y, de vez en cuando, en especial en Francia, lo repiten en comentarios de viajeros, por el asombro que les provoca.
Esa apreciación la genera el hecho de que hayan tantos hoteles que suponen dedicados exclusivamente a negociar con la prostitución, a los que llamamos “muebles”, “amuebladas”, “telos”, “posadas”, etc.). “Hay espacios con tantos de ellos y tanta luz en sus letreros, que hace pensar, salvando distancias, a Las Vegas con sus casinos”.

Es que la prostitución en Francia está reglada en forma muy distinta a la Argentina. La principal preocupación de la ley es allí proteger a la mujer de la explotación y castiga con cárcel a toda persona que se beneficie con su “trabajo”, a veces ejerciendo la fuerza sobre su víctima. Entonces, cualquier intermediación interesada es delito. Estas reglamentaciones no han eliminado totalmente a los proxenetas (“cafisos”, diríamos), pero corren un riesgo cierto de ser descubiertos y la reincidencia agrava considerablemente la sanción.

La mujer en Francia disfruta del derecho de hacer con su cuerpo cuanto quiera, retribuida, tanto en su propio departamento o compartidos con otras colegas, siempre que no provoquen escándalos, cuando todas pagan impuestos. Pero nadie puede anunciar lugares alquilados por horas para el ejercicio de esa profesión. En la llamada “ciudad luz”, ocurre en hoteles de gran categoría, como sucede en Buenos Aires y otras ciudades argentinas, que los conserjes suelen ofrecer a clientes de paso los servicios de señoritas (o señoritos, según los gustos) y algunos hasta disponen de catálogos con fotos. Por supuesto, a cambio de jugosas propinas del cliente y comisiones de las prostitutas.

Pero hace unos pocos años, en Paris, fue noticia de primera página una gran redada policial deteniendo a una serie de conserjes de hoteles de renombre internacional, enriquecidos por prestar esa ayuda a los clientes. A todos ellos les secuestraron abundantes fotos y teléfonos de prostitutas y de algunas que solo lo hacían con extranjeros y fuera de allí llevaban una vida normal. A partir de entonces, las listas de contactos en hoteles siguen existiendo, aunque más discretas, pues las buenas ganancias llevan a afrontar el riesgo. Además, las empresas o personas propietarias de tales establecimientos no se preocupan mucho por evitar ese tráfico, porque suele ser un atractivo más para la afluencia de clientes del exterior, en especial poseedores de plata tan dulce como los petrodólares. Es un servicio más de habitación, como si fuera enviar un café.

El diccionario de la Real Academia Española (última edición del 2001) define a prostituta o prostituto, como “persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero”. Y al proxeneta (cafiso) como “persona que obtiene beneficio de la prostitución de otra persona”. Por eso, por proxenetas, fueron encarcelados los conserjes. Algo impensable en la Argentina, donde se explota el turismo sexual (incluso infantil) en nuestro país pobre y barato.

Aquí también, en Argentina, está legislado el castigo a los proxenetas, pero en nuestro país, como en el mundo, suele convertirse en un “negocio” para ciertos policías, jueces y políticos corruptos.

En cuanto a la publicidad ofreciendo los servicios de prostitución (rubro 59) en Francia no está prohibido, como ocurre en otros países, pero no la admiten los diarios calificados de serios, como Le Monde o Le Fígaro de Paris, el ABC de Madrid o el Times de Londres, por citar unos pocos.

Eso si, las mujeres (como prostitutos, travestis y todas las variantes del sexo) pueden exhibirse en la calle insinuándose, a veces por la simple razón de estar paradas en una esquina o vereda, para obtener clientes. Y cosa curiosa, nadie protesta por esa situación junto a un edificio de viviendas familiares o templos.

Por ejemplo, en la exclusivísima Avenida Foch de París desde hace muchos años, siempre hay alguna en la cuadra de la Residencia de la Embajada Argentina o de cualquiera similar en tal arteria donde viven también gente muy conocida y rica, incluidos algunos argentinos.

Allí, en la suntuosa Avenida Foch, que une al Arco del Triunfo con el cercano Bosque de Boulogne, no falta alguna profesional que tiene estacionado un auto de gran valor, que privatiza con cortinas, junto a otros con patentes diplomáticas.

Y nos preguntamos:

¿Qué pasaría si algunos de los tipos de prostitución se instalaran en nuestra Avenida Alvear?

Nota para Argentina

En estos momentos, en especial en los países empobrecidos del Este europeo y Latinoamérica (sin excluir a Argentina) hay un intenso movimiento mafioso que recluta mujeres con el engaño de promesas de visas de residencia o trabajos bien remunerados en otras naciones desarrolladas. Una vez en destino, les retienen el pasaporte y las esclavizan violentamente, obligándolas a ejercer la prostitución. También se las vende o reeexportan.

Es lo mismo que ocurrió después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), trayendo mujeres a la Argentina, con fama entonces de ser muy rica.

Pero ahora en lugar de traerlas, las sacan del país, invadiendo al viejo mundo occidental con esa “mercadería”. Tal gravedad adquirió esta situación, que se preocupa por ella Naciones Unidas, como antes lo hiciera su antecesora, la Liga de las Naciones.

Con investigaciones propias realizadas en Argentina en los años de 1920 y principios de los 30, el periodista francés Albert Londres escribió un libro espectacular llamado “Camino de Buenos Aires”. Para documentarse recorrió los mayores centros de prostitución como San Fernando, Avellaneda, Rosario, Córdoba y Mendoza. Todo este tráfico estaba dirigido por una mafia de polacos que hasta tuvo un banco propio. Hoy, Albert Londres se llama el premio mayor anual de periodismo en Francia.

Más meditemos en las víctimas jóvenes argentinas. ¿Cuáles serán los sufrimientos que padecerán nuestras compatriotas cuando son vendidas en aisladas y remotas zonas petroleras, auríferas y diamanteras africanas, donde el común de los trabajadores son también esclavos misérrimos.

Y no olvidemos las angustias de las miles de familias humildes que denuncian desapariciones nunca aclaradas de jovencitas.

¿Esto no merecería una investigación?.

COMPARTÍ ESTE ARTÍCULO

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

Recibí nuestras novedades

Puede darse de baja en cualquier momento. Al registrarse, acepta nuestros Términos de servicio y Política de privacidad.

Últimos artículos

La discusión en el Congreso sobre el veto al financiamiento universitario desencadenó una sucesión de crisis internas en las principales fuerzas políticas de Córdoba. Por Lea Ross
“Sólo quien fue o va a una universidad pública sabe las cosas que se pueden generar en un aula, las ideas y sensaciones que pueden florecer en un espacio bastante austero, con un escritorio y unos bancos realmente incómodos ocupados por personas.” Por Martina Evangelista
Megaoperativos que parecen «razzias», declaraciones estigmatizantes del jefe de la Policía de Tucumán. En la semana en que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, el Jardín de la República ¿ataca o defiende a sus ciudadanos? Por Carlos Alberto Díaz