Por Causa Popular.- Si un desafío le esperaba al presidente Néstor Kirchner luego de las elecciones del 24 de octubre, ese era el control de los precios. La inflación y la distribución de la riqueza representan al día de hoy los principales puntos en la columna del debe de su gobierno. Entre los cambios de gabinete al que estaba obligado realizar luego de las elecciones, el pedido de renuncia al ministro de Economía Roberto Lavagna y su reemplazo por la presidenta del Banco Nación Felisa Miceli, parecen apuntar directamente a la implementación de políticas económicas que salden estas deudas. Extrañamente, quienes parecen indicar cual será la orientación de estos cambios, no son los funcionarios de gobierno, sino las expresiones públicas de la derecha argentina que ve con mucho temor no sólo los cambios en la cartera de economía sino también en Defensa, Relaciones Exteriores y Desarrollo Social.
El debut de la ministra Felisa Miceli al frente de la cartera de Economía dejó pocas dudas respecto a las razones por las cuales el presidente la eligió para reemplazar a Lavagna. Miceli debutó el jueves 30 de noviembre con el anuncio de un acuerdo con las principales cadenas de supermercados para reducir en 15% los precios de los productos de consumo masivo.
Con la designación de la nueva ministra de Economía el presidente parece haber dado inicio a la última etapa de su mandato hasta 2007, enfocada en la misión de combatir el alza del costo de vida y la pobreza. La flamante ministra de 51 años, la primer mujer que ocupa este cargo en la historia argentina, comenzó su lucha contra la inflación a pocas horas de asumir su cargo, lucha que constituye la mayor preocupación del gobierno y amenaza con sobrepasar la tasa de 10,5% en 2005.
En su primer conferencia de prensa en la que anunció los acuerdos con los supermercados, los mismos que el propio presidente días atrás había señalado como los principales responsables de la inflación, Miceli expuso el principal desafío de su ministerio al expresar su intención de que la inflación “que es producto de la mayor demanda en productos de bienes y servicios, llegue a un nivel que sea compatible con el crecimiento”.
La premura del gobierno por encarar el combate a la inflación es tal que Miceli se abstuvo de detallar otros ejes de su gestión, como ocurre con los ministros tras asumir sus cargos. Dentro de ellos se encuentra el Fondo Monetario Internacional (FMI), y los acuerdos pendientes con este organismo que respetaba a Lavagna como interlocutor.
El mismo día en que asumió Miceli, el portavoz del FMI para Argentina, Thomas Dawson, expresó: “Esperamos mantener un diálogo activo con la nueva ministra y su equipo”, indicó Dawson en una conferencia de prensa en la que especificó que el director general del FMI, Rodrigo Rato, envió una carta a Miceli para felicitarla por su nombramiento.
Las negociaciones entre Argentina y el FMI por un acuerdo de reprogramación de la deuda con el organismo están congeladas desde 2004 y, según adelantaron colaboradores de Miceli, el gobierno de Kirchner no tiene apuro en reanudarlas.
Como muestra de esto, en la última visita del gobierno a la Republica Bolivariana de Venezuela, el presidente Néstor Kirchner se garantizó financiamiento alternativo para pagar los próximos vencimientos y asistir más fortalecido a las negociaciones que se avecinan.
Como parte de esa cruzada contra la inflación, Kirchner lanzó además una polémica propuesta, la llamada “liga de seguimiento de precios”, que se apoyará en una primera etapa en los 134 intendentes de la provincia de Buenos Aires. “Controlen las góndolas (de los supermercados), no sea cosa que se vacíen ahora para que cuando lleguen las fiestas suban los precios”, dijo Kirchner con ironía ante los intendentes el pasado miércoles.
Los analistas que criticaron está medida, cuestionaron que los “intendentes mafiosos” -como los calificó el diputado provincial Luis D’ Elia-, puedan controlar los precios de supermercados a los que favorecen permanentemente con rebajas en las tasas municipales, e incluso a los que suelen comprarles mercadería a bajo precio para reforzar el suministro alimento en los comedores.
El pasado jueves Kirchner tomó también el juramento a los nuevos ministros de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana; de Defensa, Nilda Garré; y de Desarrollo Social, Juan Carlos Nadalich, los tres cambios obligados porque sus antecesores fueron elegidos legisladores en las parlamentarias del 23 de octubre pasado.
Miceli y Garré son las dos primeras mujeres en asumir los cargos de Economía y Defensa, y ambas con un pasado de militancia combativa en la década del 70, el mismo de Jorge Taiana, quien suma una amplia trayectoria diplomática.
La designación de la ahora ex embajadora en Venezuela Nilda Garré es toda una señal para los Estados Unidos que esperan que Kirchner pueda contener a Chávez y a Evo Morales. Garré estará al frente de unas Fuerzas Armadas que probablemente sean convocadas por el imperio para intervenir como lo hacen actualmente en Haití, conjuntamente en otros países de América Latina. Es probable que su designación signifique un giro en esta política del gobierno.
La derecha grita desde La Nación. Todo un signo
Entre los análisis periodísticos que intentaron comprender los cambios realizados por Kirchner, el tradicional diario La Nación, “Tribuna de doctrina” tradicional de la derecha argentina, y que cuenta entre sus redactores estrella a un amanuense de la última dictadura militar como Joaquín Morales Solá, en su edición del martes 29 fue una vez más vocero del establishment.
“Más kirchnerismo, más disciplina interna y un corrimiento hacia la izquierda” fue el nada sutil comienzo que eligió Morales Solá para su nota publicada en la edición del pasado martes. “En ese párrafo se encierra, tal vez, la definición de los cambios producidos ayer en su gabinete por el presidente Néstor Kirchner.
La lectura presidencial de los resultados electorales de hace un mes lo llevó, evidentemente, a la conclusión de que un importante porcentaje de la sociedad lo votó a él y a su proyecto político e ideológico. Guste o no, la conclusión es sólo parcialmente cierta”, comienza la nota este conocido vocero de los intereses empresarios, claramente ofuscado por el pedido de renuncia a Roberto Lavagna, a quién más adelante describe como “un hombre de posiciones firmes, pero que nunca abandona las buenas formas, la puntualidad y el diálogo”, para luego rematar “¿Quién podría ser, entonces, más distinto de Kirchner que el ministro que se fue?”
Otro de sus redactores estrella, Hugo Alconada Mon, corresponsal del diario en Washington, es el encargado de otorgarle a los empresarios aliados permanentes de los intereses del norte, la opinión de los cambios que tienen los Estados Unidos. Algún día este matutino deberá evaluar seriamente cambiar los colores celestes y blancos de su sitio de internet.
Alconada Mon arranca la nota buscando no dejar dudas: “Fluctuando entre la cautela y el pesimismo, funcionarios del gobierno de los Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional (FMI), analistas de Wall Street y académicos especializados en América latina de esta capital mostraron ayer signos palpables de preocupación al conocer los cambios de gabinete decididos por el presidente Néstor Kirchner.”
Como tiene acostumbrados a sus lectores este matutino, los analistas más versados para estas lides son los funcionarios del FMI. Este periodista cita uno de ellos: “El escenario que ahora sí parece viable es que la Argentina se apoye en Venezuela para obtener financiamiento y piense realmente en irse del FMI, en lugar de plantear esa variante como una estrategia de negociación, como parecía hasta ahora”
Por su puesto que si de referentes de opinión se trata, no podían estar ausentes los bancos extranjeros, los mismos que fugaron los depósitos de sus clientes a sus casas matrices antes de la devaluación, y luego pidieron millonarias compensaciones al Estado por una supuesta pesificación asimétrica, cruzada que La Nación acompañó desde sus páginas.
Según Alconada Mon, “El economista jefe para la región del Bank of America, Manuel Suárez-Mier fue más contundente: «El presidente Kirchner optó por otro curso de acción» al seguido por Lavagna desde 2002. Kirchner, afirmó ante la consulta, optó por «profundizar el tono populista de su administración ya que honestamente piensa que ha cambiado permanentemente el paradigma económico de su país».
“Populismo y heterodoxía” acompaña como subtítulo esta parte de la nota el corresponsal desde Washington, cómodo con la etiqueta puesta por el banquero, utilizada por todos los economistas del establishment para etiquetar y satanizar las políticas económicas que se apartan un centímetro de sus recetas.
Mientras La Nación sigue aferrada a las jugosas ganancias que sus lectores obtuvieron en los 90, que Lavagna intentó garantizarles, y las que ahora más que nunca no están dispuestos a perder, los vientos en América Latina amenazan con un tibio cambio de dirección.
El poder económico más concentrado se prepara para resistir que estos vientos terminen de llegar a la Argentina.
En definitiva, el matutino de los Mitre no hace ni más ni menos que posicionarse como “Tribuna de doctrina” para encabezarla.