De la lucha gremial a la lucha electoral

Tiene 47 años y tres hijos. Se excusa de no hablar correctamente en español y afirma sus ideas claras en guaraní, el otro idioma oficial del Paraguay. Belarmino Balbuena es un campesino paraguayo que hoy aspira a ocupar una banca en el Senado de la nación paraguaya, donde pocas veces ha llegado un chocokué (trabajador del campo) a pesar de que la mayoría poblacional en ese país es de extracción campesina. No ostenta un título universitario, pero cualquier interlocutor puede descubrir su lucidez en el análisis político.

La maravilla de la globalización no ha encandilado viejas ideas de igualdad social de los sudamericanos. En Brasil, Lula da Silva, excluido del privilegio de la educación terciaria, ha logrado convertirse en uno de los presidentes más populares tras militar fuertemente en una organización de trabajadores metalúrgicos. En Bolivia, Evo Morales, de ascendencia indígena, ha sido electo por la mayoría de los bolivianos para llevar adelante su revolución democrática.

El Paraguay también pone esperanzas en nuevos referentes provenientes de organizaciones sociales. Belarmino Balbuena, campesino y luchador que emerge de Ligas Agrarias Cristianas perseguidas durante la dictadura representa un liderazgo importante en la fuerza opositora. En el año 2006, con su movimiento independiente, logró los primeros concejales socialistas del país.

En una conversación con ZOOM durante su visita a Buenos Aires, Balbuena hace un análisis objetivo con vistas a las elecciones de este domingo.

—Belarmino, su militancia viene de lejos…

—Comencé allá por el año 76, durante la dictadura de Alfredo Stroessner cuando aún era un adolescente. A los 15 o 16 años empecé a frecuentar las Ligas Agrarias. En el departamento de Caaguazú, en mi pueblo Karanda`yty había llegado el cura Ramón Cardozo, quien era mi tío. El era dirigente de la Liga Agraria Cristiana y quería formar un comité de base en ese lugar. Yo era muy joven, no me había percatado de muchas cosas hasta entonces. Sólo recuerdo que cuando hubo represión, tratamos, junto con otros compañeros, de esconder a la gente y yo me encargué de la parte logística, de llevar comida a los escondites. Desde ahí, participo y creo en la organización.

—En Paraguay, los movimientos campesinos siempre despreciaron el sistema electoral. ¿Cómo es que ahora usted encabeza la lista 33 de la Alianza Patriotica Socialista?

—Siempre hubo participación de votantes campesinos en las elecciones. Sin embargo, nosotros denunciábamos la farsa electoral de los partidos tradicionales, que son la misma cosa, que transan con los intereses nacionales. Decíamos que los votos no eran elecciones y en esa posición nos mantuvimos durante mucho tiempo hasta que vimos algunos avances en países vecinos como Venezuela, Bolivia, Uruguay e incluso Argentina, donde se dieron procesos democráticos interesantes de conseguir representación de la mayoría a través de este sistema. Es por eso que decidimos cambiar nuestro análisis y nuestra postura respecto a las elecciones.

—¿Cómo surge esta candidatura?

—Fue una iniciativa del MCP -Movimiento Campesino Paraguayo- donde yo milito. Es decir, la participación en elecciones y la creación de herramientas necesarias para eso fue una decisión del MCP. Fundado en 1980, ya en su Carta Orgánica contemplaba luchar por los intereses no solamente de los campesinos sino de todos los trabajadores. Tal es así que el movimiento decidió que debía crear las herramientas políticas para la toma del poder, que no es lo mismo que la toma del gobierno. Entonces, con el paso del tiempo, nuestra ideología nos exigió aprobar otras formas de lucha política y ahí entra el sistema electoral. Comenzamos a ensayar en el 2006 participando en 4 municipios, donde conseguimos ocupar 5 concejalías.

En aquella oportunidad, me postulé para Intendente del Municipio de Capi´ibary y logramos constituirnos en tercera fuerza política después de los tradicionales Colorados y Liberales, los cuales pelearon con la logística de un presupuesto de 800 millones de guaraníes para el día D. Ese día, recuerdo, nosotros teníamos sólo 1 millón de guaraníes, sin embargo, tuvimos más votos que UNACE y Patria Querida.

—¿Qué implica el día D de las elecciones en Paraguay?

—Gastos de todo tipo. El Partido Colorado utiliza mucha plata y todo el aparato del Estado, el Partido Liberal también tiene un presupuesto alto. Es difícil competir con esa estructura. Además, los agentes del Partido Liberal en el Tribunal de Justicia Electoral también son comprables. Entonces, no se puede depurar ni perfeccionar el sistema electoral, porque allí adentro, no se trata de oficialistas y opositores. Se trata de quién pone más dinero. Y en esta oportunidad, sufriremos todavía las consecuencias de esta situación.

—También existen otras formas más folclóricas de comprar votos…

—Sí, realizan fiestas 3 o 4 días antes de las elecciones y continúan hasta ese día. Dan de comer a la gente, reparten caña, cigarrillos y dinero. Compran cédula, dan medicamentos a cambio de votos. Y como la necesidad de la gente es mucha… es algo ya visto incluso con normalidad. Entonces resulta particularmente difícil hacer frente a algo que está culturalmente establecido.

—¿Cómo la Alianza Patriótica Socialista hace frente a esa estructura?

—En la medidas de nuestras posibilidades, apostamos por la concienciación de la gente antes que pelear con los mismos elementos. Y en este caso, tratamos de explicar a la gente la falta de representantes campesinos en el gobierno, precisamente para que se vele por los derechos de los ciudadanos y las obligaciones del Estado para con ellos.

—¿Cuáles son las prioridades después de las elecciones y en caso de ser electo como senador?

—Por la realidad del país, la necesitad del campo es lo prioritario. El Paraguay es un país notablemente agrario hasta hoy. En nuestro país no hay industria. Entonces, apoyar a los campesinos, pequeños y medianos productores y a los «sin tierras» es fundamental para hacer frente a la arremetida del capitalismo agrario- especialmente de los sojeros.

—¿Se podrá adelantar la ansiada revolución agraria?

—La revolución agraria no se puede adelantar en estos momentos. Eso, se realizará con otro gobierno revolucionario y no con Fernando Lugo. Sin embargo, en este momento Lugo es la opción e insistiremos en la Reforma Agraria con cambios de leyes. Debe haber un estatuto agrario que la reglamente. Lamentablemente, el estatuto aprobado en la última constituyente atenta contra todas las posibilidades de una reforma verdadera, ya que el 95% de los parlamentarios son representantes de los latifundistas. El 95 por ciento de los parlamentarios paraguayos son terratenientes, son estancieros o bien sojeros. Lamentablemente, esta vez, creo que volverán a ser mayoría en el parlamento y nuestra tarea no será fácil.< —La gente tiene muchas esperanzas en Fernando Lugo. Usted lo apoya, pero objetivamente: ¿Se podrá realizar un cambio profundo con Lugo y el Partido Liberal?

—Definitivamente, no. Con Lugo vamos a preparar la pista para el aterrizaje. Podemos decir que Lugo será un puente para pasar al otro lado del río. Una vez que tengamos el puente, ahí definitivamente podremos decir que Paraguay comenzaría una transición democrática formal. Ahora bien, dentro de esa transición se pueden avizorar proyectos más comprometidos, debido a la realidad regional. Sin embargo, y siendo optimista, no creo que esos proyectos de izquierdas puedan desarrollarse durante el gobierno de Lugo, pues es cierto: están los liberales y presionarán al presidente. Lo que sí se lograría durante este gobierno es la institucionalidad. A pesar de que habrá que pelear mucho, ya que Lugo no tendrá muchas opciones con el Partido Liberal a cuestas y no hay otro grupo con estructura que pueda sostenerlo. El Movimiento Tekojojá es un movimiento nuevo y sus bases no son fuertes, sino más bien coyunturales. Los movimientos de izquierda también tienen dificultades y carecen de aparatos para mover las piezas. Es decir, en vez de un Partido Colorado con gobernantes que manejan a su antojo el país, con Lugo se crearía un proceso interesante.

—¿Cuáles son las propuestas por las que usted batallará en el parlamento?

—Desde el gobierno de Lugo y desde el parlamento, nosotros propondremos declarar un plan de emergencia que consiste en democratizar el presupuesto nacional. Haremos una consulta con el pueblo y procuraremos invertir los gastos actuales. Es decir, trataremos que se destine más gastos al área social: salud, educación, apoyo técnico, creación de mercado. Principalmente las tres áreas que más necesitan son: salud, educación y reforma agraria. Queremos un presupuesto participativo y acorde a las necesidades más urgentes del país.

—¿Cuál sería la nueva estrategia para aplicar en ese contexto?

—Para obtener recursos se debe cazar a los evasores de impuestos, poner límites a los sojeros cobrándoles el impuesto que corresponde y que actualmente es simbólico (3% por tonelada). Otra propuesta es la de auditar las entidades binacionales Yacyretâ e Itaipú y generar recursos de los gastos superfluos de dichas instituciones.

La Aduana debe ejercer un control riguroso y no tolerar a los peces gordos del contrabando. Además, deben reducirse los gastos innecesarios de las Fuerzas Armadas a través de una contraloría que debe investigar los casos de corrupción en la esfera militar. Finalmente, deben aplicarse impuestos a las empresas multinacionales. Con estos recursos, se podría financiar la Reforma Agraria y desarrollar una política de vivienda y trabajo.

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