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¿Adónde vas, país?

El desempleo por las nubes y en las nubes lo artificial de cierta inteligencia. Reforma, preguntas y urgencias en un país sin rumbo. Por Yeyé Soria

Decir que el mundo está cambiando no es aportar una novedad que vaya a captar mucha atención. En rigor de verdad, el mundo siempre está cambiando. Se trata de pensar, entonces, la magnitud de los cambios en cada momento, intentar situar sus niveles de complejidad y tratar de comprender si estamos frente a una mutación histórica. En especial en un aspecto que alcanza a la sociedad de conjunto, como es el del trabajo.

Si tomamos como referencia la reforma laboral que el gobierno nacional —que no sale de la borrachera de octubre— está impulsando, corremos el riesgo de decir “nada nuevo bajo el sol”. Pero, ¿de verdad que no hay algo nuevo bajo el impiadoso sol de diciembre?

Porque en el cambalache que es la escena contemporánea argentina, la biblia hace rato que se prende fuego junto al calefón. Y se mezclan, como en botica, cuestiones estructurales del mundo del trabajo (que enfrentan la exigencia de cambios que la realidad impone), con la voracidad libertaria con sus cuotas de crueldad y de sálvese quien pueda, con los cantos de sirena de la Inteligencia Artificial (IA) y la prisa, esa marca brutal de este tiempo sin tiempo.

¿Acaso sabemos, a ciencia cierta, el tipo de amenaza que representa la IA para el mundo del trabajo? Y antes, aún: ¿es amenaza, es herramienta, es inevitabilidad histórica, es una sombría distopía? ¿Cuál será la profundidad con que habrá de penetrar en las relaciones laborales, la cantidad y calidad de los empleos y, sobre todo, en la vida y la supervivencia de nuestra gente?

Mirando un poco por encima, el mundo parece discutir la necesidad de una nueva gobernanza que se adapte a estas nuevas tareas y formas de trabajo, a quienes trabajan en plataformas y a quienes las crean. Y ahí ya tenemos un asuntito que atender. La idea de gobernanza, introducida en la teoría política, es la de un concepto amplio que se propone definir cómo se toman y se implementan las decisiones colectivas dentro de una organización, comunidad, país e, incluso, a nivel global. Es decir, no se limita al gobierno; incluye a todos los actores que influyen en la dirección y en las reglas de un sistema. El escenario político laboral argentino, ¿podemos decir que es el de una gobernanza?

“Una reforma con olor a naftalina”, define el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, a la propuesta que el gobierno de Javier Milei comenzó a trabajar en el Consejo de Mayo y propuso tratar en sesiones extraordinarias del Congreso de la Nación antes de que termine este año: legalización de la precarización laboral, pérdida de garantías en casos de despidos, mayor desamparo para los trabajadores de las plataformas, a quienes les ofrecen las migajas de monotributistas, para que quede claro que son inclementes hasta con sus votantes.

Calidad de empleos

“Entre el 88 y el 90% de los argentinos usan IA en sus trabajos”, dicen los titulares con tono propagandístico. Compartamos otros números que no tienen tanta propaganda y que confrontan con lo alentador de esas cifras: en Argentina hay alrededor de 46 millones de personas y aproximadamente 10 millones tienen empleo, 4 de cada 10 argentinos trabajan sin beneficios, aportes jubilatorios ni cobertura de obra social, es decir en situación de informalidad, cifra que fue aumentando en los últimos años, según datos del INDEC. ¿Qué tal?

Lo que en verdad necesitamos es pensar el mundo laboral en su totalidad, puesto que es inseparable de definir un modelo de desarrollo. Cualquier otra propuesta sería de mera adaptación a exigencias anti nacionales.

¿Acaso la digitalización, la automatización, la IA, en la propuesta libertaria, están organizadas alrededor de una reorganización productiva, del desarrollo de la ciencia y la tecnología, de un mercado laboral con buenos salarios? ¿Cómo se proponen abordar la brecha digital? ¿Y para qué?

Si bien muchas personas tienen un celular con internet, la brecha persiste debido a la falta de infraestructura y a la ausencia de las habilidades digitales necesarias para interactuar y trabajar con la IA. Las mismas diferencias que existen en el acceso a internet las tenemos que trasladar al acceso a la IA, que es completamente desigual. Por ejemplo, de acuerdo con datos de 2024, el 93% de la población —en los países de altos ingresos— tiene acceso a internet, en comparación con apenas el 27% de la población en las economías de bajos ingresos; en las zonas rurales ese porcentaje es aún más bajo.

Estos números nos obligan a repensar las altas cifras que comparten empresas como Great Place To Work, que informa que el 78% de las compañías ya adoptó herramientas basadas en IA. ¿Cómo se traducen esas cifras a la población activa del país?

Cantidad de empleos

Aunque la Organización Internacional del Trabajo había dicho que la automatización con IA afectaría más a las mujeres porque hay muchas en trabajos de oficina, los datos más recientes del mercado laboral nos muestran otra cosa. Ahora, la preocupación principal es que la IA está afectando más fuerte a los jóvenes que recién se integran al trabajo. Cada vez hay más pruebas de que la IA generativa tiene un efecto negativo mayor en la gente joven que quiere entrar al mundo laboral.

El desafío

El peronismo presentó un documento base para una “reforma modernizadora, progresiva y de ampliación de derechos”, con ejes concretos: reducción de la jornada laboral, retomando el debate iniciado en 2023; derecho a la desconexión digital y licencias parentales ampliadas; regulación del trabajo en plataformas digitales, reconociendo derechos a repartidores y conductores; participación en las ganancias y protección ante despidos sin causa; transparencia en los algoritmos empresariales y defensa de la reputación digital de los trabajadores, entre otros disparadores dedicados al mundo del trabajo que implican mayor protección al trabajador, garantías de derechos y mejores condiciones, en coincidencia con otros países que discuten modelos de protección avanzados.

Aquí, en cambio, el peluquismo propone —bajo la fachada de raros peinados nuevos— el retorno a La Forestal, como el pago de parte del salario en especie, reviviendo la idea de los ticket canasta.

Estamos abiertos al debate alrededor de la IA, pero el foco debe estar tanto en los beneficios como en las consecuencias. La inquietud principal debe estar puesta tanto sobre los empleos que se perderán, como sobre la calidad de los empleos que sobrevivirán.

A desempolvar la memoria de tantas luchas, que es al calor de la acción conjunta, de la reflexión, de la organización y de recuperar el pensamiento de lo común como podremos trazar el camino de la reconstrucción.

De nuestras fuerzas y del país que están destruyendo.

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