Cuando en Tucumán se imponía el rubor incendiado de los lapachos y los azares oxigenaban los pulmones, el capítulo Tucumán de Zoom iniciaba su camino. Con una nota de lanzamiento, escrita con las manos pioneras de Rossana Nofal, María José Bovi y Yeyé Soria, dábamos cuenta de lo que deseábamos que fuera nuestra búsqueda: el deseo de recuperar un tesoro en vías de extinción: la conversación. Es decir, una forma del compañerismo y de la controversia, el propósito de reunirnos para dar vuelta algo. Decíamos, además, que estábamos en el interior mismo de un pliegue epocal. Nuestra conjetura, entonces, era que los modos, las formas, incluso los contenidos, la práctica y el discurso político en el que se había formado nuestra conciencia ciudadana parecía haber llegado a su fin. Algo se había roto entre las palabras y las cosas.
Nos preocupaba que, mientras en la sociedad profunda crecían el hartazgo y el desasosiego, balbuceábamos una lengua ensimismada, incapaz de penetrar la prepotencia totalitaria de la “clausura algorítmica”. Este tiempo —decíamos— propone nuevos lenguajes, una forma inédita de existencia digital, la prisa que se hace vértigo de la desinformación, la ruptura de la dimensión colectiva, que da paso a una mutación perceptiva y sensorial, característica sobresaliente de los fenómenos cibernéticos de eso que persistimos en llamar “las derechas del siglo XXI”.
Sentíamos que nos habían expropiado las dimensiones temporales, pues el capitalismo ilimitado pretende un presente infinito, genera más de siete mil pobres por día (esto es a razón de cinco pobres por segundo), mientras se arrodilla frente a los tecnócratas del poder mundial concentrado que prometen la superación de las limitaciones actuales del ser humano, tanto en sus capacidades físicas como psíquicas, mediante el desarrollo de la ciencia y la aplicación de los avances tecnológicos.
Dijimos, también, que la conversación que vinimos a proponer(les) necesitará fundar una lengua que esté entre nosotros, que ocurra en este espacio y se multiplique para hacerse palabra política y, entonces, pueda construir comunidad. Porque es ahí donde han venido a dar un golpe que sueñan definitivo: en el espinazo mismo de la patria, que es su tradición nacional-popular. En esa conversación de lo común, con la que hicimos un país.
Se trataba, entonces y ahora, de reparar una lengua rota. Fundar talleres —como dice la canción— donde reparar alas de colibríes. Y, también, como en la canción, declaramos desde ya que se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar/ desaparecidos deudores del banco mundial.
Reparar la lengua y construir un puente hacia atrás y hacia adelante. Un puente que recupere las conversaciones fundamentales de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestras mujeres y de nuestros hombres. De Tucumán arde, a los tucumanazos del 69 y del 72. De la marcha blanca a las lluvias fértiles de abril. Un puente que vuelva a pronunciar los nombres entrañables: Chivo Valladares, Pancho Galíndez, Pepe Núñez, Oscar Quiroga, Ernesto Dumit, Lola Mora, Timoteo Navarro, Juan José Hernández, Rosa Ávila, Gerardo Vallejo, Mercedes Sosa… nombres que esperan por nosotros en el futuro para preguntarnos qué hicimos con la historia común.
En esta búsqueda que es, sobre todo, una propuesta, queremos encontrarte este 12 de noviembre a las 17:30 horas, sesenta notas después de aquel comienzo. Para continuar trazando conjeturas, indagando en los dolores y haciendo cuanto esté a nuestro alcance para volver a parir a esa indispensable de todos los empeños: la esperanza.
El encuentro será en un lugar entrañable de la ciudad: la librería El Griego, en la calle Muñecas. Nos van a acompañar Carlos Benítez Gibbons, titular de Zoom, Ricardo Ragendorfer, prestigioso escritor y periodista, Victoria Daona, Doctora en Ciencias Sociales e Investigadora. Pedro Ponce Uda, cineasta y docente universitario. Y todo el equipo Zoom Tucuman: Silvia Rojkés, Rossana Nofal, María José Bovi, Carlos Díaz, Yeyé Soria, Romina Ramírez y Carlos Zeta.
Zoom Tucumán quiere renovar la propuesta del mismo sueño. Nos gustaría mucho que quieran soñarlo con nosotros.
