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El fiasco de Provincias Unidas

Juan Schiaretti es cabulero. Siempre iba a votar con una campera colorada. Pero había algo distinto el domingo pasado: no usó su prenda habitual con costuras horizontales, sino una camisa de mangas largas, bien planchada y lisa. Ambas vestimentas coinciden en la tonalidad chillona. Parece que no bastó mantener la cualidad cromática.

En los resultados legislativos de 2025, La Libertad Avanza logró federalizar su voto. Por eso convirtió el proyecto de Provincias Unidas en un fiasco. Le quitó su triunfo en las dos provincias de la franja centro nacional donde debía tener su principal peso territorial: Córdoba, gobernada por Martín Llaryora, y Santa Fe, por Maximiliano Pullaro. En la tierra del fernet con coca quedó anonadado ante el grito leonino, con el 42% frente al experimento de unidad de gobernadores, que obtuvo el 28%.

El tercer lugar, con 8% de los votos, fue para la austera Natalia de la Sota, que no alcanzó los dos dígitos, pero que ahora tendría espalda para negociar con los varones del PJ cordobés, al haber podido capitalizar gran parte de los votos K.

La medalla de bronce para la diputada “salmona” fue tan predecible como el rechazo a las expresiones partidarias más tradicionales, como el kirchnerismo en Fuerza Patria (5%), enfocado más en una “Cristina Libre” que en escuchar lo que decían las mayorías, la Unión Cívica Radical (3%) y el PRO (0,6%), ambos desentonados con sus bases.

Otro dato: el principal bastión en porcentajes ya no fue Córdoba, como ocurrió en las elecciones de 2023, sino Mendoza, donde la lista del gobierno reunió 53,8%. Cuyo es donde más se acobijan las fuerzas del cielo.

Porotos

A nivel geográfico, la distribución de votos cordobeses es muy acorde con lo que viene ocurriendo en años anteriores. La franja norte y noroeste provincial marcó un triunfo de Provincias Unidas, en una zona donde la vida es más humilde, como es el caso del departamento Minas, único en el que el “Gringo” Schiaretti superó la mitad de los votos.

La excepción es el departamento San Javier, cuya capital es Villa Dolores, donde se crió Gonzalo Roca, el gran ganador de La Libertad Avanza, y donde invirtió en una estación de servicio.

Lo irónico es que esa convivencia serrana norteña, apegada al espeso bosque nativo, se contrapone con la proclama meritocrática del vocabulario cordobesista, mostrándose como un representante de quienes impulsan el emprendedurismo mediante el cultivo de altos rindes de soja y maíz. Esos campos están principalmente en el sur y sudeste de la provincia, donde la principal cosecha fue para la alianza con el presidente Javier Milei.

Mapa

De esta manera, ingresan cinco diputados de La Libertad Avanza: encabezados por Roca, la esotérica Laura Soldano, el “bornorista” Marcos Patiño Brizuela, la ex-PRO Laura Rodríguez Machado y Enrique Lluch, el menos conocido. Además de Schiaretti, Provincias Unidas suma a Carolina Basualdo, exintendenta de Despeñaderos y de la camada de la senadora Alejandra Vigo, y a Miguel Siciliano, un legislador capitalino que pretende ser tan verborrágico como incapaz de interpelar en los barrios. Finalmente, la número 9 que ingresa a la Cámara Baja es De la Sota.


¿Por qué fue un fiasco en Córdoba?

Un cordobés, quizás como el resto de los humanos, vota por alguien que garantice buena gestión, pero a la vez le prometa algo que haga valer la pena. Ese algo debe ir por fuera de la proclama republicana. Por eso los peronistas cordobesistas ganan las ejecutivas provinciales, pero les va mal en las legislativas nacionales. El tono épico que trascienda lo administrativo es lo que permitió que, por ejemplo, resurja un Luis Juez apoyado por la mitad de los votos en 2021, con el lema “Un Juez para Cristina”, y así ocurrió con el experimento anarcocapitalista.

El aumento de precios se hizo sentir. Pero el pluriempleo no apunta al gobierno nacional como chivo expiatorio, sino a la frustración de no monetizar lo suficiente el tiempo propio. Ese es un paradigma que atraviesa incluso a quienes no votaron a Milei, y donde la gran urbe cordobesa expone los mayores niveles de insatisfacción laboral, según las planillas del INDEC, preexistentes a la era mileísta, tal como lo advirtió este portal.

Ensanchar la avenida del centro utilizando como mantra las palabras “Córdoba”, “producción” y “trabajo”, desprendidas de la realidad callejera, no parece ser un sonido que alcance los oídos de quienes prefieren escuchar cuarteto.

Ese cortocircuito se hace notar cuando se amplifica ese discurso con enormes gastos en propaganda electoral, sea en las calles como en las redes sociales. Los fondos para solventar esa campaña son tan opacos como escandalosos. A esto se sumó que, en los últimos días hábiles, aparecieron enormes filas de cordobeses que acudieron a los bancos de la provincia, debido a un aviso de un “bono” especial a su beneficio. La incapacidad de disimulo dejó al descubierto la peor faceta de la política, por no decir incongruente, al señalar con el dedo al kirchnerismo como un gobierno de “planeros”.

Un dato incómodo: en la ciudad de Córdoba, Provincias Unidas solo ganó en zonas aisladas, principalmente en el contorno de la ciudad. Pero la que tiene más peso es la seccional quinta, donde pocos taxistas se animan a cruzar esa zona, cuya violencia es administrada por quienes le pagan a los transas. Incidir en ese terreno afila la animosidad político-narcotráfico cordobesa.

El fiasco Seita

Desde el lado optimista, Schiaretti y Llaryora muestran a Provincias Unidas como el tercer proyecto nacional, diferenciándose de los “pituquitos de Recoleta”. Pero el principal operador proviene de ese ecosistema.

Se trata de Guillermo Seita, exjefe de Gabinete del Ministerio de Economía, en la época de Domingo Cavallo, bajo la presidencia de Carlos Menem. Allí conoció a Juan Schiaretti cuando el “Mingo” lo designó secretario de Industria y Comercio. Desde entonces, sus recomendaciones para proyectos presidencialistas, en mayor medida para las futuras figuras del cordobesismo, lo llevaron a mantener contactos con Córdoba desde su ciudad predilecta, Mar del Plata.

Seita fue el impulsor de la famosa consultora Management & Fit, cuyas encuestas han tenido fuerte impacto en las portadas de los diarios Clarín y La Nación. Entre ellas, aquella fotografía sacada en su consultora (Av. Libertador al 600, piso 21), donde se orquestó el encuentro de 2018, en una misma mesa, entre Schiaretti, Sergio Massa, Juan Urtubey y Miguel Ángel Pichetto. El plan era crear el “peronismo republicano”, ensamblando una alternativa electoral que atrajera a quienes no se identificaban ni con el kirchnerismo ni con el macrismo. Para 2019, ese proyecto se llamó “Alternativa Federal”. O, como dijo una vez el periodista Carlos Pagni, “Alternativa Seita”.

La fotografía de Seita se hizo pedazos en el momento en que Cristina Fernández de Kirchner subió, desde sus redes sociales, el video donde anunciaba que iba a ser candidata a vicepresidenta junto con Alberto Fernández. De manera improvisada, el gobernador cordobés de ese entonces grabó un brevísimo video ratificando el rumbo de su proyecto, incluso alentando la entrada del animador televisivo Marcelo Tinelli. Al final, Massa se fue con Alberto, Pichetto con Macri y Urtubey se cortó solo.

Se señala que Guillermo Seita nunca se rindió. Lo intentó en 2023 con Hacemos por Argentina, donde un austero Schiaretti fue candidato a presidente, y volvió a hacerlo con Provincias Unidas en 2025, siendo otro tropiezo en su empedrado camino del medio, como las rutas abandonadas por la motosierra.

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