Cuando la libertad se vuelve poder contra los débiles

La libertad usada como excusa no libera: somete. El poder gana, el pueblo pierde. Por Julián Denaro

La flexibilización laboral establece que el trabajador es libre, en total libertad (y soledad), de negociar las condiciones de trabajo, la jornada laboral y el salario con su empleador, sin que nadie interfiera desde fuera. La resultante es un acuerdo puro, consecuencia de las habilidades y los méritos de cada uno. Sin embargo, la relación de disparidad en el ejercicio del poder ocasiona que el trabajador acabe sometido, abusado por el poder de su empleador.

Para equiparar y equilibrar las negociaciones, reparando las desigualdades estructurales, los trabajadores proceden a organizarse para defenderse unidos, en bloque. Así, se agrupan en sindicatos y asisten a las negociaciones como conjunto, con el fin de emparejar el poder entre ambos lados. Por esta razón, las negociaciones colectivas adoptan el nombre de paritarias, ya que el poder se vuelve más parejo en dichas instancias.

La legislación peronista erige como derechos inalienables las paritarias, la jornada laboral limitada de ocho horas, las vacaciones pagas y el sueldo anual complementario. Respecto a este último asunto, atiéndase el caso de un trabajador que se toma dos semanas de vacaciones por año, trabajando así cincuenta de las cincuenta y dos semanas del calendario. Sin la legislación peronista cobraría cincuenta semanas (las que trabaja), pero con la legislación peronista cobra cincuenta y seis, ya que recibe el pago de las dos semanas de vacaciones además del sueldo anual complementario.

Se destaca, asimismo, que a raíz de las negociaciones paritarias, los convenios se elevan al rango de ley, con validez constitucional, validando los derechos de los trabajadores.

Aquí se vuelve imperioso analizar lo que ocurre con la empresa. Por un lado, la academia manejada por la ortodoxia conservadora, la derecha, dice que —en palabras de Macri— el salario es un costo para la empresa que debe reducirse al mínimo posible. ¿Pero qué ocurre cuando bajan los salarios de los trabajadores, que son la mayoría del pueblo?

Al reducirse el poder adquisitivo de las familias, bajan los niveles de consumo y, así, disminuyen las ventas de las empresas. En consecuencia, se contraen la actividad y la producción, aumenta el desempleo al necesitarse menos gente para producir y, en definitiva, las empresas ganan menos.

Para ejemplificar esto, se recuerda a Cavallo, ministro de Economía del gobierno de Menem, quien en la década de 1990 sostenía que, reduciéndose el costo laboral, las empresas estarían ávidas por contratar trabajo. Pero ocurrió lo contrario: un cierre masivo de empresas y un incremento dramático del desempleo, que alcanzó el 27%, su máximo histórico, producto de las políticas conservadoras.

En sentido totalmente inverso, un aumento en los niveles salariales impulsa el incremento del consumo, que —como afirmaba Perón— es el verdadero motor de la actividad económica. Al aumentar el consumo, deben elevarse los niveles de producción para satisfacer la mayor demanda, lo cual conlleva más empleo para producir, distribuir y comercializar una cantidad creciente de bienes. Seguidamente, el mayor nivel de empleo también significa un mayor consumo, que va traccionando el efecto multiplicador, en un acierto de la visión keynesiana. El consumo aumenta la producción, que genera empleo y, a su vez, más consumo, en una dinámica espiralada.

Por cierto, no debe desatenderse el hecho de que el mayor nivel de actividad también eleva los niveles de recaudación del Estado, ya que esta proviene en un 75% de la generación de producción, a través del impuesto al consumo, el impuesto a las ganancias y los aportes y contribuciones a la seguridad social. Con ello, el Estado obtiene recursos para financiar un mayor gasto en inversión social, que también impulsa el efecto multiplicador.

El error de la ortodoxia puede comprenderse al responder la siguiente pregunta: ¿a la empresa le conviene bajar los sueldos para incrementar sus márgenes de ganancia por unidad? Si la empresa procede a bajar los sueldos con el afán de achicar costos, consigue aumentar sus márgenes de ganancia por unidad de producto. En cambio, si procede a subir los sueldos, verá reducido su margen de ganancia medio, siendo el margen igual al precio menos el costo por unidad.

Véase el ejemplo que sigue: si la empresa baja los sueldos y su margen de ganancia asciende a 100 pesos por unidad, pero el consumo de los trabajadores se contrae tanto que sus ventas disminuyen a 10 unidades, entonces su ganancia será de $1.000. Pero si la empresa aumenta los salarios, su margen de ganancia unitaria puede achicarse a 50 pesos, pero el mayor poder adquisitivo de la clase trabajadora puede aumentar las ventas a 100 unidades, con lo cual la ganancia se eleva a $5.000. Esta exposición numérica refleja lo que ocurre en la realidad, aunque de forma más gradual.

El problema radica en que, lamentablemente, la formación en todos los niveles está dirigida bajo un pronunciado sesgo ortodoxo, conservador y de derecha, por cuanto se caracteriza como deshumanizado y claramente desprovisto de argentinidad. No es casual que la economía, siendo una ciencia social, se enseñe como un compendio de modelos matemáticos abstractos que solo conducen a soluciones internas, divorciadas de la realidad concreta en la cual habitan seres humanos.

La planificación de deshumanizar la formación académica está en línea con una planificación destinada a reducir el pensamiento crítico. Así, los núcleos de poder dominante pueden manipular más fácilmente a las sociedades desprovistas de conocimientos básicos. Por ese mismo motivo, los gobiernos de derecha, que responden a los intereses del poder real, desfinancian, anulan o desarman políticas sociales creadas por gobiernos de tinte socialista.

Pakapaka es un canal de televisión abierta argentino enfocado en la audiencia preescolar, infantil y juvenil. Fue lanzado originalmente en 2010, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, para estimular el sentimiento solidario, cultivar el amor por una Argentina integrada en una Latinoamérica fuertemente hermanada y aportar a la formación histórica, geográfica, humanitaria y científica. El gobierno conservador de Milei cambió todo ese contenido que enriquecía la mente por otro deshumanizado que promueve la meritocracia individualista y el desprecio por la Patria Grande latinoamericana, exaltando la admiración (injustificada) por Estados Unidos de Norteamérica.

Del mismo modo, en 2011 se creó Tecnópolis, la megamuestra de ciencia, tecnología, industria, arte, cultura y entretenimiento más grande de Latinoamérica, con acceso gratuito y estacionamiento gratuito, para que las familias pudieran concurrir y nutrirse de formación e información mientras se divertían en ingeniosas actividades diversas. El gobierno conservador de Macri la cerró y la transformó en un espacio privado para eventos y negocios varios. El gobierno nacional y popular de Alberto Fernández la reconstruyó y volvió a poner a disposición del pueblo argentino. Milei repitió la fórmula macrista.

En suma, será esencial para el próximo gobierno nacional y popular resolver todos estos asuntos que tienen que ver con la formación, la información y, necesariamente, con el disfrute y la cultivación del amor, “para que reine en el pueblo el amor y la igualdad”.

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