Fue una noche larga, aunque no por el tiempo. Dicen que cuando hay incertidumbre, la espera es interminable; y eso fue lo que pasó en el búnker de Unión por la Patria y hasta en la última de sus unidades básicas.
CFK ya había anticipado los tercios y una vez más tuvo mucha razón, pero como siempre con tener solo razón no vamos a ningún lugar. El problema es cómo se ejecuta ese análisis certero, y eso fue en lo que fallamos. Seguimos atrapados en lógicas que son más bien de comité radical.
Está claro que el voto de Milei en una buena parte es el voto bronca. Y esa bronca es con los últimos ocho años. Es decir, con el macrismo, y con nosotros (que en el 19 prometimos la revolución del asado).
También, en este triunfo de Milei, hay algo del “que se vayan todos” pero con los votos y ya no como en el 2001 con la gente en la calle y con muertos. En buena medida, el voto de Libertad Avanza no es ideológico porque cuando se les consulta a sus votantes si están de acuerdo de manera puntual con cada propuesta, ellos responden que no. Ayer en plenos comicios un votante de Milei decía que los votaba a ellos porque no se presentaba Cristina Fernández de Kirchner. Se trata del voto “bronca”, del desánimo, la desesperanza.
Patricia Bullrich, la otra ganadora
Todo hace suponer que es una victoria pírrica, ya que ese 27% no lo podrá sostener enteramente. Quedó atrapada entre La Libertad Avanza y Unión por la Patria. No se puede correr mucho para ningún lugar, y la interna entre los suyos fue tan sangrienta que muchos están esperando octubre para cobrársela (y el voto más de derecha se irá con La Libertad Avanza). Con esta cuenta podemos disputar la segunda vuelta entre La Libertad Avanza, y Unión por la Patria.
El gran perdedor de la jornada fue Larreta, empezando con esas máquinas infames con las que nos hizo votar a los que votamos en CABA. Esa fue su primera derrota de la jornada. A la noche tuvo que ponerse al hombro la derrota de su pollo en la Ciudad, el radical Lousteau y, finalmente, su propia derrota ante Patricia Bullrich. En esto se demostró que el aparato no sirvió de nada. Tenía a todos los gobernadores, intendentes, y ganadores de la UCR, más otros aliados, y no pudo ni siquiera estar palo a palo, perdió mal.
El partido centenario UCR, como estructura partidaria, fue la gran derrotada. Ya no alcanza con alquilar la estructura al señor de la caja, tal vez es hora de pensar en una nueva generación que vuelva a poner a la UCR histórica en su lugar, y que dejen de seguir siendo segundones por los carguitos en una coalición donde lo único que prima es maximizar ganancias; o, de lo contrario, terminarán siendo un sellito partidario más, cada vez más sin trascendencia.
Sergio Tomás Massa también quedó lejos de sus aspiraciones. Lejos de arañar el 30% en términos personales tendrá que revisar para encontrar las fallas que hicieron que quedara bastante lejos de sus cálculos. Queda por ver ahora cómo se traslada el porcentaje que obtuvo Grabois. Pero más importante que eso es cómo hacemos para ir a buscar a ese votante que ayer se quedó en la casa mascullando bronca. Que no le quiere dar su voto a esos que más temprano que tarde irán por sus derechos, pero que tampoco tienen en claro que seamos nosotros los que vamos a resolver sus problemas si sienten que somos los que los están generando.
No queda más que militar y militar. Ahora no podemos salir corriendo y empezar a hacer nada. Tenemos que generar muchas reuniones, debatir, discutir, dejar de creer que solo algunos grupos minúsculos son los que pueden darnos la posta para octubre, porque en esta ni cerca estuvieron.
La única lucha que se pierde es la que se abandona.