Evita de las mujeres

Evita de todos, Evita de todas. A 71 años de su paso a la inmortalidad, un recorrido a través del inmenso rol que tuvo "esa mujer" en la construcción del poder feminista y popular.

Es bandera, es guía, capitana, la abanderada de los humildes, la actriz, la política, la compañera, la jefa espiritual de un movimiento, la que incentivó la participación política de las mujeres, la que dio el impulso final para el voto femenino, María Eva Duarte de Perón, Evita, fue, es y será todo eso y mucho más. A 71 años de su paso a la inmortalidad es importante, entre todos estos aspectos, recordar su rol con las mujeres.

La situación política de las mujeres se modificó notablemente durante el primer gobierno peronista, en 1947 se sanciona la ley del voto femenino, una lucha histórica que venían llevando adelante las mujeres sufragistas. Esto permitía la posibilidad de que las mujeres pudieran votar y ser votadas. Para eso en 1949 se conforma una de las ramas del Partido Peronista, el Partido Femenino Peronista, y quien estaba a la cabeza de dicha rama era Eva. En 1951 las mujeres por primera vez –y luego del renunciamiento histórico de Eva Duarte de Perón—, pudieron votar y ser electas.

Desde años anteriores la participación política de las mujeres había comenzado a estar en agenda, la lucha de las mujeres sufragistas había cobrado visibilidad a principio de siglo pero desde 1943 el gobierno comenzaba a dar los primeros movimientos buscando posibilidades para que las mujeres puedieran participar del acto eleccionario. Sin embargo ese camino iba a cobrar un nuevo sentido a partir de 1945 con la aparición de Evita en el escenario político. Su figura cobraría cada vez más importancia no solo para la política en general sino que su figura iba a incentivar la participación política de las mujeres.

Eva tuvo un rol novedoso y destacado como Primera Dama. A diferencia de lo que se acostumbraba, ella buscó desde su lugar construir un espacio de representación de los trabajadores, los humildes y las mujeres, del pueblo del cual ella se sentía parte. Desde ese lugar se puso al hombro la campaña para la sanción de la ley de sufragio femenino. En La razón de mi vida planteó su nuevo rol como primera dama y la relación con las mujeres de la Patria “¿Qué podía hacer yo, humilde mujer del pueblo, allí donde otras mujeres más preparadas que yo, habían fracasado rotundamente? Lo primero que tuve que hacer en el movimiento femenino de mi Patria fue resolver el viejo problema político de los derechos de la mujer” (La razón de mi vida). Finalmente el 9 de septiembre de 1947 se sanciona la ley de voto femenino, de esa forma las mujeres obtenían los mismos derechos y obligaciones cívicas que los varones habían obtenido con la llamada Ley Sáez Peña de 1912. La sanción de la ley no solo significó un cambio para la política en general, también lo fue para la vida cotidiana de cada una de las mujeres que habitaban el país. A partir de este momento la mujer oscilaría entre lo privado (las tareas de su hogar) y lo púbico (como ciudadana): “Aspiramos a que, en el seno de ese hogar –en la médula de la familia— se haga carne la preocupación de elegir mejor y más sanamente con el apoyo activo de la mujer, reserva cívica incontaminada e insobornable” (Evita, febrero 12, 1947)”.

Luego de la sanción de la ley, aunque las mujeres debieron esperar cuatro años para poder sufragar, las reglas de la política cambiaron y los partidos políticos debieron ajustarse a ello, es por eso que el 29 de julio de 1949 se fundó el Partido Peronista Femenino que venía a completar una tríada que se iba a conformar entre el Partido Peronista, la Confederación General del Trabajo y el Partido Peronista Femenino, es decir, estaban en igualdad de condiciones con sus pares varones. La creación del partido terminó de consolidar el liderazgo de Evita. Para organizarlo decidió nombrar 24 delegadas (una por provincia o territorio nacional) con el objetivo de que sean leales a la causa: “De aquellas treinta mujeres sin otra ambición que servir a la causa justicialista solo muy pocas me fallaron (…) quiere decir que eligiéndolas por su amor a la causa más que por otras razones, elegí bien” (Eva, 1952). Las delegadas tenían como tarea censar a las mujeres del territorio, conformar el Partido Peronista Femenino en cada provincia donde luego se fueron conformando las Unidades Básicas que se organizaban en las casas de las mujeres, llevando adelante nuevamente la idea de la confluencia entre lo público y lo privado.

Entre la sanción de la ley de sufragio femenino, la conformación del Partido Peronista Femenino y las primeras elecciones en las que la mujer pueden votar, ocurre un hecho que marcaría la historia argentina, el histórico renunciamiento del 22 de agosto de 1951 en ese mítico discurso que Evita le da a sus descamisados que la esperan en la Plaza de Mayo. De esto es importante destacar el rol que Evita llega a ocupar. En tan solo seis años se había transformado en la mujer más importante de la política argentina, pilar fundamental del movimiento peronista. Había transformado el lugar que las mujeres ocupaban en el espacio público y político. Evita había logrado que las mujeres sean fundamentales en la ecuación política, al punto tal que el 22 de agosto de 1951 “esa mujer” estaba renunciando a la posibilidad de presentarse como candidata a Vicepresidenta conformando la fórmula Juan Domingo Perón – Eva Duarte de Perón. “Es el pueblo, son las mujeres, los niños, los ancianos, los trabajadores, que están presentes porque han tomado el porvenir en sus manos, y saben que la justicia y la libertad únicamente la encontrarán teniendo al general Perón al frente de la nave de la Nación (…) Mi general: aquí está el pueblo y yo aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos los humildes, a todos los trabajadores, a todas las mujeres, niños y hombres de la Patria, que en su corazón reconocido han levantado el nombre de una mujer, de una humilde mujer que los ama entrañablemente y que no le importa quemar su vida si con ello lleva un poco de felicidad a algún hogar de su Patria. Yo siempre haré lo que diga el pueblo, pero yo les digo a los compañeros trabajadores que así como hace cinco años dije que prefería ser Evita antes de ser la esposa del presidente, si ese Evita era dicho para calmar un dolor en algún hogar de mi Patria, hoy digo que prefiero ser Evita, porque siendo Evita sé que siempre me llevarán muy dentro de su corazón. ¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o una ciudadana que al amor del pueblo argentino!” (Eva, 22 d agosto de 1951).

Finalmente en 1951 se realizaron las elecciones, 109 mujeres fueron elegidas, 23 diputadas y 6 senadoras nacionales sumadas a las legisladoras provinciales. Las mujeres electas asumieron su compromiso político como representantes de Evita. En 1953 por primera vez una mujer fue nombrada vicepresidenta primera de la Cámara de Diputados.

Evita no solo buscó promulgar la participación política de las mujeres, sino también su liberación en otros aspectos como por ejemplo el económico. En un discurso que da frente a trabajadores textiles en 1946 decía: “Entre todas las cosas que yo quiero para las mujeres de mi país quiero que a igual rendimiento igual salario. ¿Por qué si rendimos igual nos han de pagar menos? Eso es una de las tantas conquistas que yo quiero para las mujeres de mi país y creo que ese sueño se ha de lograr en todas las ramas de la industria y en todo el país…” (Eva, 1946). Para Evita el reconocimiento de la labor de las mujeres no se debía dar solo en la fábrica, también era importante reconocer el trabajo de las mujeres dentro del hogar como pilar fundamental de la familia: “La madre de familia está al margen de todas las previsiones. Es el único trabajador del mundo que no conoce salario, ni garantía de respeto, ni límite de jornadas, ni domingo, ni vacaciones, ni descanso alguno, ni indemnización por despido, ni huelgas de ninguna clase” (La razón de mi vida).

Muchas veces vemos la historia con el lente de la actualidad, y es desde la actualidad que juzgamos a la historia. Desde la modernidad muchas veces se juzga el rol de Evita frente a las mujeres, sobre todo se pone el foco en el lugar que Evita ponía a la mujer en sus discursos, como constructora del hogar y como madre de la Patria. Sin embargo, debemos comprender la obra de Evita en su contexto, impulsar la participación política de las mujeres, conformar un partido político femenino, criticar la poca paga que percibían las mujeres en sus lugares de trabajo, criticar la no paga del trabajo doméstico fue sumamente revolucionario para las mujeres. Por primera vez, una mujer que era partícipe activa del gobierno lograba que las mujeres sean visibles en la agenda política.

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