“Nuestros” recursos

Desde hace pocos meses, Estados Unidos viene transformando en debate público lo que hasta ahora se trataba de una disputa velada. Entre otros fines, se intenta empujar a a los gobiernos de la región a definiciones más claras sobre sus posicionamientos en un mundo que vuelve a dividirse en bloques. Estados Unidos, China, Argentina y el litio.

Ni la injerencia estadounidense, ni el avance de las inversiones chinas en América Latina son fenómenos nuevos o que puedan sorprender a quienes siguen el acontecer de la política internacional de la región.

Sin embargo, lo que hasta hace unos meses fue una disputa velada que no trascendía algunos ámbitos especializados de la política internacional se transformó –luego de la pandemia y de la invasión rusa a Ucrania— en un debate público que escala mes a mes y que intenta empujar a los gobiernos de la región a definiciones más claras sobre sus posicionamientos en un mundo que vuelve a dividirse en bloques.

Un caso paradigmático de esa nueva política de disputa pública es el rol que ha tomado la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (SOUTHCOM), quien se ha transformado en la principal voz crítica a la presencia China en la región, en esta etapa en donde Estados Unidos ha vuelto a poner su mirada imperial en su “patio trasero”.

Fue Richardson la que alertó el pasado jueves contra “la injerencia externa y las coacciones” de China en Latinoamérica y el Caribe, donde aseguró que Pekín está expandiendo su influencia económica, diplomática, tecnológica y militar.

Las declaraciones se dieron en el marco de la presencia de la generala junto al jefe del Comando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD), general Glen Van Herck, ante el comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos para hablar de presupuesto de defensa para 2024.

Según la funcionaria militar yanqui, China ha ampliado su capacidad de extraer recursos y consigue el 36% de sus importaciones de alimentos de la región y el 75% del litio de Sudamérica y afirmó que Pekín lidera la pesca furtiva en las aguas del continente americano, causando una pérdida de beneficios de unos 3.000 millones de dólares.

“China ha establecido también puertos en varios países, manipula a los Gobiernos a través de prácticas inversoras depredadoras”, subrayó Richardson, una de las principales críticas de la iniciativa de La Ruta de la Seda impulsada por Xi Jumping desde 2013, y que ya cuenta con la adhesión de 19 países de Latinoamérica entre ellos la Argentina, adherida el año pasado.

La pelea por el futuro

Lo que más preocupa a Richardson y su gobierno es sin duda el control de los recursos de la región y no hacen ningún esfuerzo por disimularlo.

En una entrevista para el Atlantic Council, un organismo vinculado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y hablando sobre la importancia que América Latina tiene para Estados Unidos planteó que el 60% del litio del mundo se encuentra en un triángulo que comparten Argentina, Bolivia y Chile, y se trata de un elemento «necesario hoy en día para la tecnología».

En la misma entrevista, difundida por redes sociales (que causó incluso la respuesta de funcionarios argentinos como el gobernador de Tierra del Fuego Gustavo Melella), la generala también se refirió a las reservas de petróleo, y mencionó que Estados Unidos tiene mucho por hacer para “proteger” lo que denominó “nuestros” recursos.

Sin dudas que el caso del litio es uno de los paradigmáticos en el enfrentamiento con China, por la presencia del gigante asiático en el sector en nuestra región, y por la importancia estratégica de este elemento en el futuro inmediato.

Argentina junto con Bolivia y Chile conforma el Triángulo del Litio, donde se aloja el 55% de las reservas mundiales de este producto considerado “oro blanco”. Argentina es uno de los países con más proyectos de explotación en curso y con menor cantidad de regulaciones al respecto y en el último tiempo recibió una avalancha de inversiones y anuncios de capitales chinos para su extracción y explotación.

Así, este “oro blanco” se ha convertido en uno de los sectores económicos de más rápido crecimiento del país, aunque sólo se encuentre en unas pocas provincias. En Salta está el 41% de las reservas, mientras que en Catamarca está el 22%, y en Jujuy el 21,45 %.

Múltiples compañías estadounidenses y europeas se han percatado de este escenario y han tratado de ingresar en el negocio pero, por el momento, Argentina ha favorecido el desembarco chino y los ha dejado en desventaja.

El precio del principal material para la fabricación de las baterías de litio se ha triplicado aproximadamente en el último año y es más de un 1.150 % más alto que en julio de 2020 y se estima que seguirá creciendo.

China es el principal consumidor de la materia prima extraída de la minería ya que en este país se encuentra la mayor parte de las plantas de conversión y la mayor producción de autos eléctricos del mundo. Esto sumado a los altos precios registrados durante el 2022 (según datos de la consultora S&P Global Platt’s los precios del carbonato de litio han aumentado un 531% en un año) empuja al gigante asiático a salir a la búsqueda de nuevas fuentes de aprovisionamiento, además de las tradicionales como Australia, el mayor productor de litio del mundo.

Esto implicó por ejemplo que en el primer semestre del año los envíos de carbonatos de litio desde Chile a China tuvieran un incremento del 601,5%, al totalizar ventas por más de US$ 81,6 millones, según consignó la aduana chilena.

La búsqueda de fuentes de aprovisionamiento incluye el aumento o la concreción de inversiones que habían sido anunciadas. Y en ese aspecto Argentina aparece en un rol central como receptora de las mismas.

Argentina es el país con mayor cantidad de proyectos en desarrollo. Desde finales de 2020 hubo 13 anuncios de inversión en proyectos vinculados a litio en el país, por más de US$4.000 millones.

Hoy solo dos proyectos se encuentran operando comercialmente: Salar de Olaroz, en Jujuy de la empresa australiana Allkem (fusión de Galaxy Resources y Orocobre); y Fénix en Catamarca, de la estadounidense Livent.

Se calcula que para 2025 estarán operando ampliaciones de estos dos emprendimientos y otros ocho que están en la actualidad en etapa de construcción. Además existen 35 proyectos en etapas de factibilidad, pre factibilidad, evaluación económica preliminar y exploración avanzada.

Según se desprende de los informes de la Secretaría de Minería de Argentina son las empresas chinas las que aceleran sus inversiones y anuncios en medio del “boom” del litio argentino.

Empresas como Jiangxi Ganfeng Lithium Co., Hanaq Group, Tsingshan Holding Group, Zangge Mining Group Ltd. y Tibet Summit Resources son controlantes o tienen participación accionaria en numerosos proyectos en estados avanzados de desarrollo. Ganfeng está en Cauchari, Jujuy; Tsingshan en el yacimiento Centenario Ratones, en Salta; Zangge en Laguna Verde, Catamarca; Jiangxi Ganfeng en el de Mariana, Salta; Tibet Summit Resources en Sal de los Ángeles, Salta; y Zijin en Tres Quebradas, de Catamarca.

De los 9 proyectos mineros que hoy cuentan con capitales chinos en el país, 6 son de litio y en 2021 se observó el predominio total de exportaciones de carbonato de litio, con el 98,2 por ciento del total de las exportaciones mineras al país asiático. El 42,3 por ciento del total de exportaciones de este commodities fueron destino a China, por 88 millones de dólares, según consigan el periodista económico Néstor Restivo en “Cash”, suplemento económico de Página12.

Esto es una gigantesca preocupación para Estados Unidos que intenta reducir su dependencia de China en todos los ámbitos. En el del litio la cuestión es crítica. Las importaciones de iones de litio de Estados Unidos alcanzaron un récord de 142.053 toneladas métricas en el primer trimestre de 2022, un aumento del 153,9 % con respecto al año anterior, y del 38,7 % con respecto al cuarto trimestre de 2021. Y China representó el 77,5 % de las importaciones de baterías de iones de litio de Estados Unidos. En el primer trimestre de este año con 110.081 toneladas métricas, frente a las 83.306 toneladas métricas del cuarto trimestre de 2021.

Las inversiones chinas en Argentina son vistas por Estados Unidos en esa sintonía, como demostraron las declaraciones de la general del Ejército de los Estados Unidos y jefa del Comando Sur, Laura Richardson, quien en reunión con ministros de Defensa de América Latina el 14 y el 15 de septiembre y utilizando una narrativa de supuesta defensa ambiental criticó fuertemente las inversiones chinas en América Latina como “problemas de seguridad nacional”.

En un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington publicado por Página12, Estados Unidos aborda abiertamente el tema del litio en clave de seguridad nacional.

“Dado el conflicto comercial geopolítico con China, ésta podría usar su posición para dirigir el futuro de la transición mundial a una energía limpia. En vistas del estado actual de la cadena de suministro de litio, Estados Unidos se encuentra muy poco preparado para satisfacer el aumento exponencial de la demanda durante la próxima década y con posterioridad”, asegura el informe, que hace hincapié también en las facilidades que brinda la Argentina a la inversión extranjera por su falta de regulaciones y su provincialización de la administración del litio.

Lo que está claro que en la perspectiva de la nueva situación mundial signada por la amenaza de guerra y el corte de los suministros mundiales, la energía y en especial el litio se va transformando en un bien estratégico y en un arma de presión.

Las decisiones que tome Argentina, estarán signadas por la presión de las grandes potencias que se disputan ese recurso único, y el desafío será aprovechar soberanamente el mismo para el desarrollo autónomo (con industrialización y agregado de valor) o quedar preso de la guerra del oro blanco y los intereses externos.

Así en el cielo como en el agua

Pero no solo el litio está en la mira de la disputa interimperialista, en su primera visita a la Argentina, en abril del 22, la representante militar del comando sur mantuvo reuniones con las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas argentinas, el ministro de Defensa, Jorge Taiana, y la vicepresidenta, Cristina Kirchner y en declaraciones a la prensa dejó claro “las líneas de trabajo” que seguirán en la región.

“La pesca ilegal, no reportada y no regulada está absolutamente ligada a China. En un día cualquiera, tenemos entre 350 y más de 600 embarcaciones chinas en el área bajo la órbita del Comando Sur. China obtiene el 36% de sus fuentes de alimentación en la región, no sólo en Argentina, sino en toda la región. Nosotros llamamos a esto actividades maliciosas; extraen recursos, pero no generan inversiones para el país”, afirmó casi desconociendo la historia de saqueo de Estados Unidos en la región.

Y se refirió también a la presencia “militar” china en nuestro país a través de la base en Neuquén. “Yo lo veo así: son instalaciones de un gobierno autoritario, que no deja que los argentinos accedan a ellas, excepto si van de visita. ¿En qué andan? Ellos no tienen las mismas preocupaciones que nosotros en términos de libertad y de un hemisferio occidental libre, seguro y próspero. Me preocupa. Y está manejado por una empresa del Estado y del Ejército Popular de China. ¿Para qué están usando eso?”

Mientras Richardson realiza estas denuncias públicas, con cierto tono de escandalizada, su país avanza por ejemplo en la ejecución del plan Maestro en Paraguay, que permitirá instalar una base controlada por el cuerpo de ingenieros del ejército de Estados Unidos sobre el Paraná para terciar en la disputa por el control de la hidrovía. Haz lo que yo digo, pero…

El imperialismo y sus modales

Si bien el reforzamiento de la presencia política de Estados Unidos sobre la región es cada vez más evidente (y toma cada vez mayor estado público), lo hace de la mano de los demócratas que (sin éxito) intentan buenos modales en la disputa. Distinto es el caso de la congresista republicana de Estados Unidos, María Elvira Salazar, quien la semana pasada directamente amenazó al Gobierno de Argentina con que su país tomará acciones ante un supuesto acuerdo de la nación austral con China para fabricar aviones caza JF-17.

“Lo voy a decir en español para que quede muy bien claro a mis amigos argentinos. Su presidenta (en referencia a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner) y su presidente (Alberto Fernández) están haciendo un pacto con el diablo que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas. EE.UU. no se va a quedar con los brazos cruzados, porque no se puede tener un aliado que fabrique y exporte aviones militares chinos y que los venda a los vecinos”, señaló la legisladora en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

Salazar indicó en su sitio oficial que la política argentina sigue la tendencia de acuerdos similares que los chinos hicieron con Venezuela y Bolivia.

La congresista que preside el Subcomité del Hemisferio Occidental de la cámara baja pidió mayor atención a la administración de Joe Biden. Denunció que el Departamento de Estado “ni siquiera parecía estar al tanto de la existencia de esta estación espacial en el suelo argentino” y que eso le causaba “decepción”.

Esa peligrosa disputa

Lo que es innegable es que Argentina, y toda la región, están en medio de la disputa de los intereses de las grandes potencias en un mundo que se abroquela en bloques y se prepara para la agudización de los enfrentamientos.

Y esto, más allá, de las supuestas intenciones de las políticas locales de mantener y sostener el multilateralismo, ira tensionando el escenario internacional y puede empujar bruscos cambios del escenario político en países como el nuestro.

La preocupación por defender “nuestros” recursos, y recuperar los que hoy están en manos extranjeras, debería ser sin dudas la que presida la política Argentina para pensar cualquier proyecto de futuro próspero y de desarrollo, en un mundo donde su posesión se ha transformado en un arma.

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