Todos los fuegos, el fuego.

Los incendios forestales como conflicto ambiental regional
indencio

Dame un balde de agua o de arena
O pásame el matafuegos
El incendio está cerca y no voy a quemarme
Sin antes pelear
Se prende fuego mi pelo, mi piano, mis discos
La ropa y el perro
Puede ser que otra vez no sea cierto
Pero siento como el fuego quema por dentro
Fuego, fuego, fuego, fuego, fuego, fuego
Fuego – Intoxicados

Fuegos invernales. El incontrolable fenómeno ígneo en áreas boscosas se ha transformado este invierno en una grave problemática regional. Los incendios no solo afectan al litoral argentino, sino que además se están propagando por todo el chaco paraguayo y el oeste brasilero. Las quemas de pastizales es un practica tradicional de algunas provincias que actúan en un nuevo escenario: los efectos perniciosos de una sequía que afecta a todos los acuíferos de la zona y su incidencia directa en el volumen de los caudales; alteraciones climáticas que se observan a lo largo y ancho del globo; el abordaje de la problemática de los fuegos en áreas forestales ligadas a un paradigma de la emergencia y la acción sobre los fuegos en curso. Para comprender los factores que inciden en este fenómeno conversamos con los especialistas Brian Ferrero y Bruno Carpinetti.

Nos hubiera gustado que esto sea un ensayo de realismo mágico, un recorrido de ficción en el que dos tiempos distantes convergen en abrazo ardiente. Lejos de eso, la literalidad de nuestro drama poco tiene de mágico, más si de angustia e impotencia. Y es que América Latina arde, yace ahogada por el negro humo. Gracias a la herramienta de georreferencia que nos aporta el programa Fire Information for Resource Management Sistem (FIRMS) desarrollado por la NASA podemos observar cómo se propagan puntos de fuego en casi todos los países de la region, en particular Brasil, Paraguay, Bolivia y Argentina. Aquello que es leído en clave localista con cierto encono hacia algunas provincias es realidad un fenómeno más extendido, que atraviesa las fronteras nacionales. En Paraguay, por ejemplo, el Instituto Forestal Nacional ha detectado unos 14.418 puntos de fuego entre julio y agosto de este año. Los departamentos más afectados son los que se ubican en el Chaco Paraguayo: Presidente Hayes, Boquerón y Alto Paraguay. En Brasil, el INPE detecto unos 31.513 focos de incendio en la Amazonia, que se suman a un total de 45.018 puntos ígneos en todo el territorio brasilero. Este número ha constituido un nuevo record de incendios para Brasil. Para el caso del Estado Plurinacional de Bolivia las cifras presentadas por Juan Carlos Calvimontes, Viceministro de Defensa Civil, rondan las 300.000 hectáreas afectadas por incendios forestales para este 2022. Si bien el área afectada está bastante alejada de los 3.6 millones de hectáreas afectadas por los focos ígneos durante el 2021, la situación es preocupante. Los países mencionados no son los únicos en padecer este drama. A estos hay que sumar a Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela, es decir todos aquellos que limitan con el Amazonas.

Imagen extraída de la plataforma FIRMS del 12 de agosto del 2022, desde la cual se pueden observar puntos de calor. Si bien tiene un margen de error relativo, cuando se trata de áreas forestales o rurales es muy efectivo.

Un nuevo escenario para un viejo fenómeno

Uno de los aspectos más discutidos por los especialistas y la sociedad en general es el que refiere a las causas de la propagación de fuego. Si bien el fuego es un fenómeno natural, esencial para los ciclos de renovación de pasturas y vegetación – incluso el uso tradicional atribuido a los productores ganaderos desde hace varios siglos – la extensión y el daño causado por los últimos incendios ha dado lugar a señalamientos que en general no comprenden la complejidad del nuevo escenario. Sobre este punto conversamos con Bruno Carpinetti -guardaparques, antropólogo social y docente de la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad de La Plata–, quien nos indica lo siguiente:
“Los fuegos de vegetación son un fenómeno multicausal y en los últimos años las variables que lo condicionan o determinan han sufrido cambios muy dinámicos. Estamos ante un escenario cambiante sobre el comportamiento del fenómeno del fuego. El fuego es un fenómeno natural, no siempre es una catástrofe, de hecho es parte sustantiva del funcionamiento de muchos ecosistemas: moldeando el ambiente, disparando ciclos de nutrientes. El fuego no siempre es lo que ecología llamamos disturbio. En lo que refiere a lo que vemos hoy hay que separar los tantos: una cosa son los disparadores antrópicos del fuego, ósea sus causales directas pero también hay que tener presente como se configura el escenario. El Cambio Climático y la variabilidad climática – que son dos conceptos distintos – determinan un escenario en toda la cuenca del Paraná que es singular. Yo no quiero quitar responsabilidad a la gestión ni a los actores locales, pero probablemente la intensidad y la frecuencia de los fuegos tiene más que ver con las condiciones ambientales que con los disparadores. Podemos analizar las causas de los mecanismos de ignición, donde algunos son intencionales y otros no lo son. En toda la Patagonia norte por ejemplo estamos viendo un montón de fuego iniciados a partir de rayos en zonas de altura, que era un fenómeno poco frecuente, haciendo que los fuegos se inicien en áreas inaccesibles. En el Delta se han dado cambios importantes en los últimos tres o cuatro años: una baja de la pluviosidad en toda la cuenca que ha generado una retracción de los acuíferos de las áreas lacustres asociada a cambios profundos en el patrón de los usos del suelo. Esto genera toda una situación nueva a la cual no podemos responder como lo hacíamos antes.”
El abordaje de los fenómenos ígneos estuvo en general ligado a la emergencia y la intervención desde la acción contra su propagación. En la mayoría de los países mencionados, la facultad de acción ha estado en los Ministerios de Seguridad e Interior, y cuando no es así, la metodología para abordaje no ha sentido modificaciones. Un nuevo escenario se cierne sobre la región y la magnitud del problema requiere nuevas soluciones.

El factor humano

Este coctel incendiario que se da en las zonas lacustres y linderas a los acuíferos o áreas forestales va de la mano de una serie de transformaciones productivas que han tenido lugar principalmente en los países el cono sur: la expansión del monocultivo de granos y la expulsión de las producciones ganaderas hacia los márgenes, en un proceso de corrimiento de la frontera productiva. Con respecto a este tema Bruno Carpinetti nos indica sus hipótesis y miradas sobre el asunto: “¿Por qué este fenómeno se da en todo el cono sur y especialmente en estas zonas? Yo creo que tiene que ver básicamente con el avance de la frontera agropecuaria. El fuego es una herramienta para modelar los ambientes productivos. Esto es algo que yo considero altamente especulativo pero muy probablemente este fenómeno esté ligado a los cambios en los usos del suelo. En lo que si tenemos información es que desde hace veinte años toda la región de los pastizales y malezales, la región pampeana donde estaba el área núcleo de la ganadería, está actividad se ha visto desplazada hacia áreas periféricas como efecto de la agriculturizacion de toda la región pampeana. Esto producto de la implementación de los paquetes tecnológicos desarrollados por grandes corporaciones del sector y que facilitan las ganancias siderales en agricultura. Estos patrones dinámicos del uso del suelo considero que pueden tener vinculación con los usos del fuego para modelar sistemas productivos. Este fenómeno que describimos esta en todo el sur de Sudamérica, está en Brasil, está en Paraguay y en toda la región.” El fenómeno aquí descripto lleva el nombre de pampeanizacion de los litorales y es observable en toda nuestra región. Aquí vamos encontrando algunas pistas para entender el porqué de la escala de este fenómeno emergente.
A propósito de la incidencia del fuego tanto a nivel regional como global también conversamos con Brian Ferrero, quien siendo antropólogo e investigador del CONICET se dedica a estudiar los vínculos entre cambios en los patrones de uso de suelo y la incidencia de los fuegos forestales. Él señala que:

“hay un modelo productivo que se viene dando globalmente, destinado a la producción de commodities y donde el sector agrícola tiene una ferviente necesidad de incorporación de tierras al ámbito productivo. La herramienta que se usa para eso es el fuego. En Argentina lo vemos con mucha claridad. La expansión de la soja necesita más tierra, más aun con la implementación de los granos transgénicos como el flamante Trigo HB4 desarrollado por la UNL y BioCeres. En todo este fenómeno se conjugan tanto el uso del fuego como la no prevención de los incendios. Lo que viene llamando mucho la atención son las posiciones que vienen tomando distintos sectores frente a esto: por un lado el Estado, por otro lado el sector productivo. Además esta situación es resultado más de una política de estado respecto al sector que de este gobierno específicamente o los gobiernos provinciales. Quien está en el discurso público es el gobierno de Entre Ríos pero también están involucrados los gobiernos de la provincia de Santa Fe, el de la provincia de Buenos Aires y el Gobierno Nacional. Por otro lado, también este tema ha atravesado a gobiernos de distinto signo político. Los primeros focos de incendios grandes aparecen en 2002, el problema de los incendias ya se manifiesta en el 2004 aunque todavía no había una movilización de la sociedad civil que los pusiera en el discurso público. Los incendios del 2008 ya son muy considerables y son acompañados por importantes movilizaciones. Ya desde ese momento empiezan a plantearse alternativas gubernamentales, como el PIECAS o las Áreas Protegidas. Para mí es muy significativo que solamente se hable de la provincia de Entre Ríos se le eche la culpa a esta provincia cuando esto afecta a las otras dos que ya mencione. Cuando uno ve las imágenes satelitales se observa que el delta bonaerense y el santafesino también esta prendido fuego.”

Foto satelital extraída de la plataforma FIRMS correspondientes al 19 de agosto del 2022. Allí se puede observar como los focos de ignición afectan al Delta de todas las provincias del Litoral.

La crisis como oportunidad

A partir del reconocimiento de un nuevo escenario en el cual la propagación de los fuegos causados por la acción antrópica se vincula tanto a la demanda de tierras del sector agropecuario como a las alteraciones climáticas que mencionamos al comienzo de este escrito, se pone de manifiesto una discusión relevante: ¿Qué hacer? ¿Cómo abordar este nuevo escenario? ¿Se puede seguir afrontando la generación de fuegos, al menos en nuestro territorio, a partir de las herramientas de la emergencia en seguridad? Este es un asunto que incumbe a toda la región, no solo a nuestro país. Sobre este tema, Bruno Carpinetti nos aporta algunos senderos posibles:
“Esta situación que se da es una oportunidad. El hecho de que el Servicio Nacional de Manejo de Fuego estuviera en el Ministerio de Seguridad reafirmaba el paradigma de la respuesta a la emergencia. Consideraba al fuego, claramente, un problema de seguridad exclusivamente. El paso del mismo de la órbita de Seguridad a la de Ambiente facilita este cambio de paradigma de la respuesta a la emergencia a la gestión del riesgo. Esta es una concepción más holística. Además, por esto que mencionábamos antes sobre el carácter natural del fuego y sus funciones ecosistemicas. Al estar en seguridad, el fuego siempre se trató como un problema de seguridad. Después, que hoy en día desde Ambiente no se haya podido avanzar es otra discusión. Si bien hay mucho trabajo por hacer, ese es un paso en la dirección correcta. En los años del gobierno de Cambiemos se había definido una política de dejar de formar brigadistas y formar a las Fuerzas Armadas como brigadistas de incendios. No esta necesariamente mal pero la especificidad del manejo del fuego no tiene nada que ver con las cuestiones bélicas. Si hay tareas en las que pueden funcionar como soporte, de hecho se suele trabajar con las FFAA en los Parques Nacionales. Lo mismo con las Fuerzas de Seguridad. Plantear el problema del fuego como una problemática de seguridad restringe mucho la mirada sobre el fenómeno del fuego. Este es un primer paso hacia políticas de gestión de riesgos y de prevención de la generación y el manejo de los fuegos”.
Las políticas de prevención deberán marcar pautas a los actores productivos a la vez que se necesita comprender que no se pueden sostener prácticas tradicionales de este tipo sin ningún control en un escenario marcado por alteraciones climáticas tan severas. Las poblaciones del litoral han manifestado su hartazgo ante la recurrencia de estos conflictos ambientales, a su vez el daño producido al patrimonio natural ha dejado auténticos parajes desolados. El nuevo escenario climático nos demandas nuevas herramientas y formas de intervención sobre estos conflictos ambientales, tan extendidos por nuestro continente.

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