Explotación offshore: ¿cada vez más cerca?

En Mar del Plata transcurre la audiencia pública consultiva sobre la exploración hidrocarburífera offshore, que abrió un debate el pasado verano. Analizamos sus beneficios y sus contras.

El último lunes de mayo comenzó en Mar del Plata la audiencia pública consultiva sobre la exploración hidrocarburífera offshore en el Mar Argentino a 300 kilómetros de la costa bonaerense. Se trata de una instancia donde los ciudadanos brindan su opinión en el marco de  un asunto de interés general (la exploración costa afuera en este caso), ante una determinada decisión administrativa o legislativa del Estado, en el que pudieran verse afectados directa o indirectamente. En esta oportunidad, a lo largo de varias semanas expondrán sus opiniones más de 600 oradores, entre particulares e instituciones, aunque cabe resaltar que sus conclusiones no serán vinculantes.

Este proyecto de explotación de hidrocarburos se dio a conocer a fines del año pasado cuando se publicó la Resolución 436/2021, donde se aprueba la realización del proyecto: “Adquisición sísmica 2D-3D-4D off shore en bloque CAN 114” presentado por la empresa Equinor Argentina AS sucursal Argentina. Tres años antes en el 2018, las licencias fueron adjudicadas por medio de una licitación internacional a la compañía noruega Equinor, asociada con YPF. Esta licitación incluyó otras áreas en distintas cuencas offshore del país. Se entregaron un total de 18 áreas a 13 compañías distintas. Luego de la aprobación en diciembre del 2021, el 11 de febrero del 2022 la justicia marplatense dio lugar a una medida cautelar (propulsada por la Organización de Ambientalistas Autoconvocados y por el intendente de la ciudad Guillermo Montenegro) y se ordenó suspender la exploración que estaba llevando a cabo Equinor.

Es importante destacar que Argentina no es un principiante en estas exploraciones; Tierra del fuego es una de las principales provincias con explotación offshore con yacimientos situados en la Cuenca Austral (aloja más del 30% de las reservas de gas del país). Sin embargo, nuestro país,  ya inició un camino de transición hacia energías “más limpias” que las fósiles (100% limpias no existen). Pero, el carbón a nivel mundial aún representa un tercio de la fuente de energía. El petróleo y el gas son hidrocarburos que van a seguir necesitándose en las próximas décadas.

Así las cosas, recientemente comenzó la audiencia pública, la cual ha sido criticada desde los frentes anti explotación petrolera por no tener la suficiente representatividad de la ciudadanía y por cerrar de manera temprana la inscripción a la misma. Desde la oposición al proyecto, la agrupación Ecos de Mar es una de las principales referentes activistas. Esta agrupación se hace presente en todas las jornadas de la audiencia pública manifestándose en contra de un modelo productivo “extractivista y fosilista”. Plantean que el proyecto arruinaría el ecosistema marítimo y la biodiversidad marítima dada la alta probabilidad de derrames de petróleo.

Otro de los argumentos en contra del proyecto, se vincula a la incompatibilidad de las industrias: “la pesca no es compatible con la explotación petrolera”. El puerto de Mar del Plata concentra el 60% de la pesca nacional y de realizarse el proyecto, la ciudad sería el centro logístico del mismo. Desde el ambientalismo argumentan que la convivencia de ambas actividades no es posible. En este sentido es interesante acercarse al caso Noruego. En el país escandinavo hace más de 50 años coexisten la explotación offshore con la pesca. Según el Observatorio de Complejidad Económica (OCE), para 2019 en Noruega, los bienes que se exportaron fueron hidrocarburos en primer lugar, representando un 54,8% del total de exportaciones. Casualmente, el segundo lugar lo tiene la pesca, representando el 11,3% del total.

Desde el apoyo al proyecto es interesante resaltar varias cuestiones. Yendo del plano local al nacional, para la “ciudad felíz” representa una oportunidad en términos económicos. La ciudad costera es uno de los centros turísticos más importantes del país, posee uno de los cordones frutihortícolas más sustanciales de la zona, cuenta con un parque industrial con empresas que aportan gran valor agregado a sus productos y la pesca tiene un lugar primordial dentro del sector. Sin embargo es la ciudad que siempre encabeza los rankings de desempleo. Con lo cual, este proyecto tendría un efecto muy notable en la generación de puestos de trabajo de calidad. Se estiman que podrían generararse un total de 100.000 puestos de trabajos.

En términos macroeconómicos, la explotación offshore representa una oportunidad para Argentina. La necesidad de incrementar el nivel de ingresos de divisas al país es un hecho, y las reservas gas y petróleo que se podrían obtener podrían engrosar ampliamente la cantidad de dólares relajando la restricción externa. Como comentaba Manuel García Mansilla: (Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos) “solo el desarrollo de un bloque offshore puede generar ingresos públicos por  32.000 millones de dólares”.

¿Hay una ilusión de autosuficiencia energética?

Dentro del plan Argentina Productiva 2030 se proponen siete objetivos generales. La primera misión de este plan consiste en: “desarrollar la economía verde para una transición ambiental justa”. Se trata de bajar el impacto ambiental derivado del crecimiento económico mitigando el calentamiento global, pero sin que eso implique la prohibición de actividades productivas, destruyendo empleos y relegando divisas. Esta misión va en línea con la séptima: desarrollar el potencial minero argentino a través de la mejora persistente de las prácticas productivas y ambientales, la transparencia y la participación de comunidades locales.  Según la última edición de la revista de la Fundación de Investigaciones para el desarrollo (FIDE): “Argentina comparte la misma cordillera que Chile y su producción minera es menos del 10% de la chilena, de modo que hay un potencial muy sub aprovechado”. El último informe plantea que la actividad extractiva vinculada al petróleo es altamente formal y de salarios altos.

El titular del parque industrial de Mar del Plata manifestaba que el proyecto es una gran oportunidad para la ciudad y para el país y que “no podemos quedarnos afuera”. En este sentido planteaba: «necesitamos generar autoabastecimiento de energía. No podemos seguir pendientes de cuántos barcos van a llegar para el funcionamiento de nuestra industria”. Además resaltó que: «las pymes generan más del 70% del trabajo del país y para que funcionen y den más empleo», por lo que «necesitamos una matriz energética propia, segura y previsible».

Como indica el Informe mensual de coyuntura económica del CESO (Centro de estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz), en abril la balanza comercial energética fue deficitaria en  226 millones de dólares, acumulando un déficit de 681 millones de dólares en lo que va del año (conflicto bélico mediante que elevó los precios internacionales de la energía y de los alimentos).

Volviendo a la primera audiencia, desde el diario local marplatense “La Capital”, se indicó que “más de la mitad de las exposiciones volcaron posturas a favor de avanzar en el desarrollo de esta industria”. Pero, diez posturas pronunciaron un ferviente rechazo y hubo cuatro exposiciones (instituciones de investigación del sector pesquero e instituciones educativas privadas del nivel superior) que evitaron sentar posición. Llamativa fue la postura del rector de la Universidad Nacional de Mar del Plata que no sólo se manifestó en contra: “hay un claro consenso internacional sobre la influencia negativa de los combustibles fósiles para el futuro de nuestro planeta (…) urge profundizar una transición energética. El planeta se aproxima a un punto de no retorno”; sino que aclaró que su posición no era la de la casa de altos estudios.

Abierto el debate, es primordial contar con un Estado que promueva la inversión, controlando y regulando la actividad dentro estándares internacionales de seguridad y encaminando la transición energética. Sin dudas el tema es más que relevante, quizás más aún por la necesidad que tiene la economía argentina de ver una luz al final del túnel ante tanta inestabilidad económica y social.

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