Aunque las criptomonedas hace tiempo que juegan un rol importante en el mundo financiero, hasta hace poco más de dos años hablar de ellas era una novedad absoluta. Hoy día, el interrogante ¿vienen para quedarse? parece un poco obsoleto para los pro crypto. Desde esta óptica, la continuidad en la existencia de estas monedas digitales ante diferentes escenarios, parece volverlas más sólidas, aunque siempre está presente la alta volatilidad que las caracteriza.
Según un informe de la consultora Finder (Australia), publicado en diciembre del 2021, Argentina ocupa el puesto número trece (de un total de veintisiete) en países latinoamericanos adoptantes de criptomonedas, superando a México. Y es en el año pasado donde más escaló esta adopción. El resto del mundo también acompaña este crecimiento. Tan solo de octubre a diciembre del 2021, Noruega creció un 3% en poseedores de criptomoneda, Rusia un 2,9% y Colombia un 1,9% liderando en América Latina. Para los puestos cuatro y cinco, le siguen Filipinas con 1,7% y la India con 1,5%.
Pero en los papeles …
Post publicación de los Memorandos de entendimiento con el Fondo monetario Internacional (FMI) el primer viernes de marzo, parece que la postura del gobierno argentino complicaría la expansión antes mencionada. Particularmente en el Memorando de políticas económicas y financieras, en el apartado de “Políticas de crecimiento y resiliencia” el gobierno se expidió explícitamente sobre el tema, cosa que no había hecho en otra oportunidad. Bajo la premisa de “salvaguardar mejor la estabilidad financiera” explícita:
“estamos tomando medidas con el objetivo de 1) desalentar el uso de criptomonedas con miras a prevenir el lavado de dinero, la informalidad y la desintermediación; 2) brindar más respaldo al proceso actual de digitalización de los pagos para mejorar la eficiencia y los costos de los sistemas de pagos y gestión de caja; y 3) salvaguardar la protección del consumidor financiero”.
Ocurre que el FMI entiende que las criptomonedas son un riesgo «mayor» en países emergentes porque los ciudadanos comunes y corrientes las pueden utilizar para «reemplazar la moneda nacional» y entonces «eludir las restricciones cambiarias y las medidas de gestión de capital». Es esperable que un organismo de tal magnitud “sugiera” este tipo de medidas a países como el nuestro. Lo que no es tan esperable es que logre el cumplimiento de esta medida en particular, (del resto tampoco) en una economía con un gran porcentaje de actividad en negro.
Así las cosas, resulta fílmico recordar que allá por el año 2014, Santiago Siri recomendaba que el Banco Central contemple la posibilidad de tener el 1% de las reservas en Bitcoin, o que se le pague a los fondos buitres en la negociación de aquel entonces con este “oro digital”… ¿un visionario?
En la guerra…
Ante sucesos mundiales de gran repercusión como lo es una guerra, las criptos juegan un rol interesante. Por un lado, una vez que Rusia invadió Ucrania, el valor del Bitcoin cayó un 18% y el valor de Ether un 22%. En el contrafrente, bajo el intento de “buscar refugio en un activo tangible” el valor del oro comenzó a trepar de manera sostenida tocando precios históricos por encima de los usd 2060 la onza. La plata también vió su valor incrementado pero no con récords históricos como el oro. Es posible que el valor del oro se mantenga cercano a los usd 2000 por onza mientras la tensión en Europa del Este.
De todas formas, el mundo cripto tiene otra carta en la guerra de la que se habla menos. Los grupos separatistas de Ucrania junto con grupos de voluntarios financian su ayuda mediante Bitcoin. Hay un financiamiento colectivo hacia Ucrania en esta moneda, según un informe de Elliptic. Se estima que este país logró recaudar más de 47 millones de dólares en donaciones mediante Bitcoin, Dogecoin y Ether.
Si no lo veo no existe, si no lo veo no existe
Que cada vez son más las personas que se involucran en el mundo de estas monedas, es una realidad. Conforme pasa el tiempo, son más las personas que aunque no operen directamente con el objetivo de obtener una ganancia (trading), contemplan la posibilidad de holdear (comprar criptomonedas y “atesorarlas” por largos períodos de tiempo con el fin de esperar un incremento de su valor). En Argentina de hecho, tanto en los medios de comunicación tradicionales como en cartelería de la vía pública y en redes sociales, hoy en día se publicitan exchanges. Para un público más adverso al riesgo existe la posibilidad de obtener criptomoneda mediante una billetera virtual donde se cargan pesos argentinos y con una tarjeta de débito ligada a esa billetera, cada vez que se realiza un pago, se reintegra a su usuario un 2% del monto en Bitcoin.Desde otra óptica -la que implica una concepción convencional del dinero- la criptos no son un activo tangible y lo que no se ve no existe. En este eje, “conservar el poder de compra” implica ligarse al dólar estadounidense o hacer otro tipo de inversiones más ¿seguras? (bonos, letras, oro). Sin embargo, que no sea tangible podría ser otra ventaja. Siri, en el 2014 comentaba: “el valor fundamental de Bitcoin reside en algo que ningún billete impreso puede lograr: intentá romper un bitcoin y contame”.