En el último mes estalló la discusión sobre la instalación de una plataforma de exploración petrolera offshore en el mar argentino. Imágenes de personas llenas de petróleo saliendo de las costas marplatenses ilustraron todas las campañas en los medios de comunicación. Con esa ilustración es casi imposible no empatizar de inmediato…
Pero, ¿de qué viene el tema? Ya estaba culminando el 2021 y desde el gobierno dieron a conocer la Resolución 436/2021, donde en el artículo 2° se aprueba la realización del proyecto: “Adquisición sísmica 2D-3D-4D off shore en bloque CAN 114” presentado por la empresa Equinor Argentina SA sucursal Argentina.
Inmediatamente se hicieron presentes las organizaciones medioambientales locales e internacionales y todas aquellas personas que trabajan directa o indirectamente en el proteccionismo medioambiental. Es que la noticia de la posibilidad de una nueva explotación petrolera desde esa óptica es solo sinónimo de irresponsabilidad ambiental. Desde el proteccionismo, el hecho de aprobar esta actividad implica poner en riesgo otras actividades económicas que se realizan en la costa atlántica: pesca y turismo, haciendo convivir a las mismas en el marco de “un elevado riesgo ambiental”.
El debate: ¿a favor o en contra? Nunca grises…
Parece más que sólida una postura en la que se intenta “preservar la condiciones medioambientales a salvo”. Nadie quiere un mar contaminado por el petróleo o sus derivados. Pero a la hora de operativizar un proyecto así, hay varias aristas a tener en cuenta.
La ley. Ese es un buen punto. Desde la FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales), entienden que la resolución ignora los argumentos que rechazan el proyecto, que se han ido manifestando a lo largo de la Audiencia Pública del mes de julio del año pasado.
Además, sostienen que la extracción offshore no debe ni puede contradecir la Ley General de Ambiente (25.675). Es decir en estos casos, existe un “principio precautorio” que indica: “cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente”.
Ahora bien, ¿cuáles son las posibilidades concretas de que Argentina empeore su ecosistema al dar curso a un proyecto de éstas características?. La respuesta es que exista una alta probabilidad de derrames. Entonces, ¿la hay?…
Al fin y al cabo, “todo es un número”
Si de derrames se trata, es imposible obviar un artículo del CTAE (Centro de Tecnologías Ambientales y Energía) que circuló con furor las últimas semanas. Esta famosa publicación fue uno de los caballitos de batalla de las personas que se oponen al proyecto dado que mencionaba el 100% de probabilidad de derrame (sí) se produce la módica suma de 10.666 millones de barriles anuales. Esa cifra implica un poco más de 29 millones de barriles por día (básicamente cerca de un tercio de la producción mundial anual). Esta publicación no pertenece a un artículo registrado como científico y claramente muestra un valor extremadamente alejado de las posibilidades de producción reales.
En esta línea, si de evidencia se habla, la cantidad de derrames viene en baja en los últimos años y de hecho la mayoría de ellos no proviene de plataformas offshore, sino de buques de carga. Desde ya, que un solo accidente implica contaminación, pero cada vez son más robustas las investigaciones y los procesos sobre los cuales se analiza el riego.
Nuestro país no es un principiante en este tipo de exploraciones. Tierra del Fuego es una de las principales provincias con explotación offshore con yacimientos ubicados en la Cuenca Austral. La misma aloja más del 30% de las reservas de gas del país. Cabe aclarar que de los combustibles fósiles, es el más “limpio”. Lo que sí se da por primera vez, es la exploración en aguas profundas y ultra profundas, como resaltó el IAPG (Instituto Argentino de Petróleo y Gas).
En síntesis, Argentina como otros países del mundo ha comenzado un camino de transición hacia energías “más limpias” que las fósiles (porque 100% limpias no existen). Pero aún hoy, el carbón a nivel mundial representa un tercio de la fuente de energía. El petróleo y el gas son hidrocarburos que van a seguir necesitándose en las próximas décadas, dado que su reemplazo por completo es mucho más complejo de lo que parece.
Por otro lado, la crítica de: “empresas extranjeras vienen a saquear nuestro recurso”, se queda un poco vacía, ya que se trata de una iniciativa del propio Estado nacional y de hecho, YPF es una de las que participa en el consorcio de empresas, junto a otras firmas de capitales extranjeros.
Ante las alternativas que están sobre la mesa, es fundamental contar con un Estado que no solo promueva la inversión, sino que también controle y regule la actividad dentro estándares internacionales de seguridad. Desde ya que la premisa es reducir el riesgo de derrame lo más posible. La explotación offshore presenta, para los adentrados en el desarrollo económico sostenible, una oportunidad económica para Argentina. La necesidad de incrementar el nivel de ingresos de divisas al país es un hecho.