Durante estos días llovieron pedidos de renuncia y repudios por las declaraciones de la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, la cual estigmatizó a jóvenes que viven en barrios humildes y villas. No es la primera dirigente de JUNTOS qué opina de esta manera. Primero fue Macri haciendo referencia “a la desgracia de caer en la escuela pública”, luego Vidal relacionando adicciones con barrios humildes, y la misma Soledad Acuña reincide, porque ha tenido otras desafortunadas opiniones.
Pero en la Ciudad donde gobernó Macri, y hoy conduce Horacio Larreta, el desprecio por la educación pública se expresa en números, y podemos comprobar cómo ha disminuido la participación del Presupuesto del Ministerio de Educación en el presupuesto total de la Ciudad. Es decir, como los recursos del Ministerio de Educación pierden peso en la distribución de los recursos de la Ciudad.
Así como en el año 2008, el primero de la gestión de Macri jefe de Gobierno, dicha participación fue del 26,65%. Ya en el 2016, en el primer presupuesto de la gestión de Larreta, tenemos una participación del 19,64%, es decir siete puntos menos. Pero el 2022, después de quince años de gestión del PRO/CAMBIEMOS/JUNTOS en la Ciudad, la participación va a ser menor porque el presupuesto del Ministerio de Educación abarcará un 17,56% del total, casi diez puntos menos que en el inicio de gestión.
Estos puntos, traducido en pesos, significan miles de millones de pesos que no fueron a políticas educativas. Como ya hemos remarcado muchas veces, aumentaron los recursos destinados al pago de servicios de la deuda contraídas por esta gestión.
Podemos observar por qué se dan diversas situaciones problemáticas en la Ciudad: bajos salarios docentes, falta de vacantes para chicos y chicas en jardines, denuncias corrientes por el estado de la comida en diversas escuelas, retrasos en obras de infraestructura y la poca inversión en construcción de nuevas escuelas.
Tal vez, y es la recomendación para las autoridades de la Ciudad, las preocupaciones por el futuro de nuestros pibes y pibas deba ser acompañado con más humildad, respeto y sobre todo, mayor presupuesto para Educación, para que esta posibilite más y mejores políticas de Educación Pública, que eviten la deserción y que promuevan la inserción y la integración social.
Tal vez se trata de pensar cómo formar más y mejores personas y no tanto en la educación financiera.