No transcurre una semana donde una noticia sobre criptomonedas no tenga lugar en los medios de comunicación. Es un mundo “nuevo” que no deja de darnos sorpresas. Parece ser que las criptomonedas llegaron para quedarse y que cada vez son más las personas que demuestran interés en involucrarse en esta novedosa concepción del dinero.
Pero en el marco de una revolución tecnológica, concebida por algunos como la famosa “cuarta revolución industrial”; parecen ser puras siglas o palabras abreviadas que poco definen de qué van realmente este tipo de activos.
Recordemos que cuando hablamos de una criptomoneda, nos referimos a una moneda complementaria digital o virtual si se quiere, que está sustentada por la “tecnología del momento”, la blockchain (o cadena de bloques). Esta tecnología trabaja descentralizadamente mediante la criptografía para garantizar seguridad en todas las transacciones.
La cadena de bloques, una fuente “inagotable” de funciones
Blockchain es el soporte detrás no solo de criptomonedas para un uso financiero, sino que forma parte del desarrollo de muchísimos proyectos con diversos fines. Y para la diversidad de utilidades es interesante pensar en Ether.
Esta criptomoneda nace bastante después que Bitcoin, en el año 2015. Al igual que el denominado “oro digital”, también utiliza la tecnología blockchain para garantizar seguridad en todas sus operaciones. A diferencia de Bitcoin, con Ether un usuario puede celebrar un contrato inteligente. Es decir, un individuo puede realizar un contrato inteligente para transferirle un monto de “Ethers” a otro individuo en una fecha predeterminada. Para implementarlo, los participantes del contrato construyen un código en la “cadena de bloques”. Llegada la fecha estipulada previamente, los Ether serán enviados de inmediato.
Los famosos NFTs
La red Ethereum (Ether es su token), también permite otras posibilidades. Los bienes no fungibles son parte de ella. Estos bienes son todos aquellos que no pueden ser sustituidos o que no tienen una equivalencia.
A diferencia del dinero (bien fungible) por ejemplo, donde un billete de cien pesos se puede reemplazar por otro billete de 100 pesos sin inconvenientes; un NFT es justamente un Token No Fungible. Por sus siglas en inglés, (Non – Fungible – Token), los NFTs son activos digitales únicos. Un NFT es una pieza única que no puede ser sustituida por otra y que no se consume al utilizarla como sí lo hace el dinero.
Por eso, es que los NFT están vinculados a algún tipo de ilustración digital u obra de arte. El valor de uno de estos tokens es el que las personas le quieran dar dependiendo qué contiene o a qué hace alusión el “crypto arte” que incluye.
El precio de los NFTs puede ser muy cuestionado y muy variable. De hecho, hay dibujos en formato de 8 bits por más de cinco millones de dólares cada uno, los famosos “Cryptopunks”. Pero sin embargo, el diez de diciembre pasado, Pepsi lanzó una colección de NFTs totalmente gratuitos. En ella proyectó 1.893 tokens no fungibles como homenaje al año en que se fundó la compañía y en honor a la historia que la marca tiene en la industria de la música. La multinacional Mc Donald´s tampoco se quedó afuera y siguió a Pepsi. Si bien también eligió la opción de regalarlos, lo hizo a través de un sorteo en Twitter.
¿Alcance masivo?
La accesibilidad a este tipo de operaciones, ya sean las financieras con criptomonedas o las de obtención de NFTs y otros activos basados en blockchain, parece ser para un público un tanto exclusivo en un punto, ¿qué tan al alcance están estos activos digitales?
Lo cierto es que es un mundo tan novedoso como cambiante, donde parece que existe un glosario interminable de terminología para poder entender cómo funciona sin tener la frustración de que resulte otro idioma para el que recién lo explora. Lo importante a la hora de adentrarse es tener noción del amplio abanico que hay en este revolucionario universo.
En esta línea y para un público menos arriesgado, se lanzó el mes pasado la primera tarjeta de débito para pagar con cryptomonedas. Sí, en Argentina. El proyecto nace de la billetera virtual de la aplicación Lemon Cash. En este espacio es posible cargar pesos argentinos para comprar y vender varias de las cryptomonedas más transaccionadas del mercado. Lo novedoso es que es una tarjeta de débito de la multinacional VISA, con la que cada vez que se realiza un pago, se reintegra a su usuario un 2% del monto en Bitcoin.
¿Para siempre y sustentable?
Como todo lo revolucionario y controversial, la cuestión de si ésta forma de transaccionar activos digitales llegó para quedarse o no, está latente. No solo porque hablamos de un sistema que desde lo teórico cuestiona las bases del dinero convencional. Si no, porque tiene quizás un talón de Aquiles en la sustentabilidad. Ocurre que el proceso de minería (en el lenguaje crypto “minar” implica crear cryptomoneda), requiere de servidores muy grandes los cuales al trabajar consumen muchísima energía. Estará en la agenda de desafíos superar esta cuestión y encarar el proceso en un camino amigable con el medio ambiente.