La relación de la ciudad de Buenos Aires con el resto del país es un asunto de carácter estructural, de peso y trascendencia mayores para las posibilidades de una política nacional. Que la Argentina sea un país más igualitario, federal y democrático; que su crecimiento no se concentre en unos pocos sino en la felicidad de millones es el anhelo de toda la patria, pero hay obstáculos basilares. Las desigualdades de desarrollo regional en el país son bien evidentes y se han puesto en el primer plano de la agenda en lo relativo al régimen de coparticipación, la caída en la recaudación nacional que impacta negativamente en las transferencias a las provincias y en la necesidad de implementar una política pública unificada e integral contra la pandemia del COVID 19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
El asunto tiene perspectivas y razones de diferente índole, pasando de lo histórico a lo sociológico, económico (geoeconómico, en verdad), político y judicial. La ciudad es la única región con independencia económica del estado nacional. Mientras que, en promedio, para el resto de las provincias las transferencias por coparticipación representan alrededor del 70 % del total, en la ciudad de Buenos Aires es el 26,7%. Esta situación se ha consolidado en los últimos años hasta quedar casi naturalizada, como si se asumiera que se trata de una ciudad rica rodeada de provincias pobres, en diferentes grados. Parece la supervivencia del antiguo prejuicio elitista de una ciudad culta y rica, frente a los trece ranchos del interior, como se decía a mediados del siglo XIX. La ciudad que fue el municipio de la Capital Federal durante toda la vida pública del país, se convirtió, como legado de los años 1990, en una entidad con una autonomía reclamada similar al de una provincia, comenzando así una deriva fragmentada (y en ocasiones, a contramano del resto de la nación). ¿Y si no es una provincia, que es? Sigue siendo el mismo municipio de la única ciudad metrópoli del país, su capital federal, hacia donde debe orientar sus esfuerzos.
Que la ciudad porteña tenga poder de disposición sobre los abundantes recursos cooptados en el ámbito capitalino es un legado de la manera neoliberal de organizar el país, sustrayendo al desarrollo económico nacional una renta que debería estar al servicio de los intereses de todo el territorio. Esta renta proviene principalmente de: la recaudación capitalina, la asignación por coparticipación y la inversión del estado nacional (vg. vialidad, vivienda, infraestructura); es decir, es el producto de la centralización de la actividad económica, comercial y financiera del país. El rubro de mayores ingresos es el del impuesto a los ingresos brutos, originado por las actividades comerciales típicas, financieras y otras con facturación, producto de los servicios usados por las personas y sociedades comerciales que necesitan actuar en el ámbito de la capital federal. El movimiento económico de la capital federal es producto de la realizada en el país, pero centralizada allí.
Las perspectivas del problema.
En perspectiva económica y demográfica, según el último presupuesto aprobado, en la ciudad (con casi tres millones de habitantes y 200 km cuadrados) la recaudación por ingresos tributarios propios se estima en 318.174 millones de pesos, y los recursos totales estimados para el año 2020 en 480.833 millones. (buenosaires.gob.ar). El PBI de la ciudad es aproximadamente el 20 % del PBI del país, según el INDEC. Para comparar, el partido de La Matanza (con más de 2 millones de habitantes según cálculos aproximados y 325 km cuadrados), prevé en su último presupuesto aprobado, recursos por 15.495 millones de pesos. La comparación con otros partidos, como Florencio Varela, Echeverría, Lomas de Zamora, Berazategui, entre varios más, muestra el mismo panorama injusto y desigual entre recursos disponibles, servicios básicos prestados y necesidades de la población. La Provincia de Buenos Aires, con más de 15 millones de habitantes según el censo de 2010 y con 12 millones en la región metropolitana, en 2019 contó con ingresos tributarios por 650 mil millones (y propios, 350 mil millones). (Ver sitio: Hacienda y Finanzas).
El AMBA es el gran centro urbano del país, sede del desarrollo industrial propio. El nivel de ocupación y riqueza marca la medida del crecimiento del país en general, y viceversa. Actualmente, de sus habitantes, más de 4 millones no tienen los ingresos necesarios para cubrir los alimentos y servicios básicos y más de 1 millón son indigentes.(Ver sitio: Las 5 razones del aumento de la pobreza en el Conurbano | ¿Por qué creció más la cantidad de pobres en el Gran Buenos Aires que en el resto del país?).
A la vez, los municipios del AMBA tienen una fuerte dependencia de la coparticipación y de las transferencias provinciales y nacionales, ya que con ingresos propios solo llegan a financiar alrededor de la mitad de sus gastos. En mayor o menor medida, lo mismo puede señalarse respecto de cada provincia, según las regiones en las que el NEA y el NOA son las más afectadas.
De esta manera, queda en evidencia la importancia económica de la ciudad, a la cual hay que sumarle la condición de núcleo financiero y administrativo de la economía.
En perspectiva sociológica, la ciudad de Buenos Aires es el núcleo de la zona metropolitana bonaerense (AMBA), por lo que sus servicios públicos (vg. transporte, salud, educación, justicia, seguridad) son usados por millones de personas que no residen en la ciudad, pero que, en su tránsito diario, aportan valor y trabajo, y generan riquezas que quedan en la ciudad capitalina. A la vez, es destino de migración de los países hermanos. En algún caso, reeditando antiguas rutas coloniales como la del Potosí y el Alto Perú para los paisanos bolivianos y peruanos, y el camino a Asunción, en el caso de los hermanos paraguayos -aunque por aquí también transitan desde otros países sudamericanos y del lejano oriente-. Como dice la Profesora Mara Espasande, la inversión demográfica ocurrida durante el siglo XIX, fue la manifestación del proceso de fragmentación rioplatense y sudamericano. En esto, aún estamos.
El concepto de AMBA es comúnmente utilizado en la política sanitaria, ante la constatación de la necesidad de coordinación entre los distritos. De la misma manera, debería de evaluarse su extensión a temas como transporte, seguridad y justicia, en vez de insistir con la transferencia de competencias. Por ejemplo: crear una justicia nacional ampliada al AMBA acercaría la justicia a sus usuarios habituales; su transferencia, en cambio, los distancia en muchos sentidos. La lista podría seguir pero paramos aquí.
Desde la perspectiva histórica, el rol que le cabe a la ciudad de Buenos Aires ha sido clave en la organización nacional. La federalización de la ciudad y la nacionalización de las rentas de la aduana fueron expresión del proyecto del partido federal a través de la Constitución de 1853, cuya resistencia motivó la secesión de Buenos Aires primero, y el enfrentamiento militar de junio de 1880, después. (Proceso al cual nos referimos en esta nota: Autonomía porteña: ¿federalismo o fragmentación nacional?)