Este 10 de diciembre se inició una nueva etapa política, marcada por un anhelo de recuperación luego de cuatro años de destrucción sistemática, no solo de su entramado productivo y económico, sino también la desintegración del tejido social, la destrucción de todas las instituciones de la república, la degradación cultural y moral y la corrupción generalizada en tanto en los ámbitos privados como públicos.
Sería largo enumerar los tremendos daños causados por esta nueva y fallida experiencia neoliberal que se aplicó en nuestro país.
Las experiencias neoliberales han fracasado una y otra vez, dejando a su paso solo destrucción y miseria.
Esta última experiencia, llegó paradójicamente con el voto de la ciudanía y derrotó a una gestión peronista, altamente exitosa tanto en lo económico con tasas “chinas” de crecimientos, disminución del desempleo, como en los niveles de inserción social, disminución de la pobreza y la indigencia. Errores propios, sobre todo políticos, permitieron que se fuera consolidando una alianza de centro derecha, muy sólida con un fuerte apoyo de los factores de poder concentrados, en especial los monopolios mediáticos comunicacionales.
La derecha argentina, es una corriente política profundamente ignorante, autoritaria y violenta, pero sabe usar el poder y lo demostró claramente en estos últimos cuatro años de gobierno. No teme usarlo y lo hace con total falta de escrúpulos y de límites. Tiene claro ese pensamiento de Friedrich Nietzsche, cuando el poder que no se usa y se expande se empieza a perder.
Rápidamente fueron por sus objetivos de desmantelar las acciones del gobierno anterior, perseguir a sus dirigentes, con un claro afán de venganza pero también como futura advertencia a los próximos gobiernos, un ataque a sus intereses y negocios se pagan con la cárcel, Así Boudou termina preso y condenado en procesos amañados y sin el debido proceso ni las mínimas garantías, lo mismo el ex ministro De Vido, preso sin causas y sin procesos, o la persecución penal a Milagro Sala o la difamación constante y persecución judicial a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Y no se limitaron a eso, fueron por las instituciones de la república como la justicia, las oficinas de control, etc, poniendo el estado al servicio de sus intereses y negocios. Atacó a los periodistas opositores, y fue por la destrucción y/o apropiación de las empresas de medios que no les eran afines.
Esta falta de libertad de prensa, asociada a importantes sumas de dinero estatal hacia empresas y periodistas, afín de cooptar y monopolizar las opiniones favorables al gobierno o silenciar las críticas. Esta cobertura mediática le permitió, en una primera etapa avanzar en sus objetivos, ocultar los claros hechos de corrupción y la subordinación de sus políticas a sus negocios y la concentración de riqueza y posterior fuga de divisas, sin tener que pagar un alto costo.
Su único objetivo fue organizar el saqueo de las riquezas nacionales, transferir recursos de los sectores populares y medios hacia las empresas concentradas, de servicios, energéticas o alimenticias, generalmente en propiedad de amigos o testaferros, a partir de una dolarización de sus precios; al mismo tiempo destruyó el entramado industrial pyme, a partir de las altas tasas de interés, que ahogaban a la producción pero beneficiaba el negocio financiero. Todo esto a la luz del día, pero silenciado por los grandes medios y callado por muchos sectores opositores, políticos y corporativos.
Una vez más las masas populares le pusieron limites a esta políticas en las jornadas de diciembre donde se abortó la sanción de la reforma laboral. A partir de allí se fue construyendo una alianza unida que terminó imponiéndose en la urnas, dando por terminado este nuevo fracaso neoliberal.
Como todo proceso histórico deja enseñanzas profundas para el futuro de la política argentina.
La primera es la inviabilidad de la derecha y sus políticas neoliberales para generar un proyecto de nación, que contenga a los 45 millones de argentinos. Su modelo de acumulación rentístico financiero y el extrativismo, deja afuera a más de la mitad de la población,
La hegemonía del pensamiento neoliberal en los últimos cuarenta años se basa entre otras cosas en una arquitectural legal y política que le da sustentabilidad, la concentración de medios audio visuales, el aparato cultural, y el poder económico altamente concentrado, etc, En esta realidad es necesario articular acciones para desmantelar estas “instituciones”, si buscamos frenar cualquier intento de restauración de estas políticas colonialistas
La derecha mostró siempre una capacidad para usar el poder en beneficio de sus intereses y políticas. En cambio hay algo que quedó demostrado en la experiencia histórica de los gobiernos populares o de izquierda durante la primera década y media del siglo XXI en Latinoamérica fue la lógica de un “progresismo pusilánime”, que se queda en las formas “republicanas” que le marca la derecha y no va a fondo en las cuestiones que ameritan una transformación. Queda preso de una forma de ser políticamente correcto, excesivamente formal, cuyos límites lo marca el discurso hegemónico de la derecha. Sin embargo cuando esta gobierna avanza en sus objetivos, sin ningún prurito democrático o republicano, llegando a las acciones violentas de serles necesario. (1)
El escenario mundial es altamente complejo, signado por políticas globalizadora neoliberal, con sus secuelas de desastre económico, medio ambiental, bélico, etc, enmarcado además en una guerra geo política – comercial – tecnológica entre EEUU y China por el predominio hegemónico en el siglo XXI.
En la región el escenario aparece muy convulsionado. Por un lado revueltas populares, algunas muy violentas, contra los regímenes neoliberales ya consolidados, pero que muestran su fragilidad, caso Chile y Colombia, la lucha contra la implementación de medidas impulsadas por el FMI, de ajuste y quita de derechos económicos y políticos sobre los sectores populares, Perú, Ecuador, Haití, Brasil, etc, Por el otro lado gobiernos de base popular como el de Evo morales en Bolivia, atacado y derrocado por un golpe de la derecha boliviana, pero auspiciado y financiado por EEUU, o los ataque constantes de parte de EEUU hacia Venezuela, Nicaragua o Cuba.
Es indudable que el neoliberalismo ha mostrado su fracaso en la construcción de sociedades modernas e integradas en la región, generando el hartazgo de los sectores medios y populares, pero tampoco se vislumbra, a corto plazo, un cambio de rumbo de toda la región.
Como lo venimos escribiendo desde hace tiempo, Latinoamérica es un territorio en disputa, donde se está librando tal vez la batalla decisiva, la que marcara sin dudas el rumbo mundial en las próximas décadas.
No es casual la vuelta de EEUU a las viejas políticas del “garrote” y del “Destino Manifiesto” sobre la región y el uso de la violencia y el golpe de estado desembozado por parte de las oligarquías locales apoyadas por el Departamento de Estado.
En ese contexto, Argentina y Méjico aparecen como regímenes aislados orientados hacia políticas nacionales y populares.
El caso argentino mostró algunas facetas para analizar y tener en cuenta para el futuro, uno es el triunfo de una alianza peronista, muy amplia, que logro sumar adhesiones además de los sectores agredidos por las políticas del macrismo. Por el otro parece consolidarse un bloque de derecha muy fuerte, que logró un cuarenta por ciento de votos, a pesar del desastre que generó su gobierno. Esta derecha sigue siendo muy poderosa, con capacidad de daño en todos los frentes sobre las próximas gestiones.
Este es el contexto donde Alberto Fernández comenzó a gobernar.
Se puede apreciar a partir de las primeras acciones de gobierno un claro proyecto de romper el statu quo neoliberal y empezar a recomponer el tejido social, productivo y moral de la nación.
La decisión expresada en su discurso inicial por AF de poner en marcha una reforma judicial que ponga fin al ignominioso poder judicial hoy existente, la disolución de los servicios de inteligencia y sobre todo la quita de fondos reservados, apuntan a sanear moralmente las instituciones de la república, jaqueadas y corrompidas por una mafia mediática, judicial, servicios y políticos.
La herencia macrista deja varias bombas que podrían estallarle al futuro gobierno o ponerle restricciones a futura políticas populares. Estamos claramente de “default”, por lo que la negociación con el FMI y los bonistas privados es clave para el logro de los objetivos del gobierno, la inflación más alta de los últimos veinte años, hoy en más del cincuenta por ciento y con una proyección similar para el próximo año, la salida de la dolarización de le economía que impuso el macrismo, en especial alimentos y servicios públicos, la baja de la tasa de interés y desmantelar la “bicicleta financiera”, son solo algunos de los ítem pendientes.
En principio el objetivo central es poner fin a las políticas de ajuste y a las de acumulación rentística financiera imperante en los últimos cuatro años.
La idea central es poner plata en el bolsillo de los argentinos, con ello poner en marcha el consumo interno como motor de la economía, eso llevara a poner en marcha la capacidad instalada parada, hoy entre el 30/40%, de las industria.
Las medidas económicas anunciadas y las que serán enviadas al congreso próximamente van en ese sentido y marcan un cambio de objetivos y de beneficiarios directos de esas políticas. El aumento, moderado, de las retenciones, la suba del impuesto al patrimonio, la renegociación de la deuda externa, un dólar diferenciado, que protege el mercado interno, la tarjeta alimentaria, una moratoria amplia para las deudas de las pymes, la doble indemnizaciones para los despidos, aumentos de jubilaciones, AUH, y salarios mínimos, etc, son solo el comienzo de una nueva etapa.
Algunas de estas medidas, ya generaron reacciones adversas por parte de los sectores que ven disminuidos sus beneficios, en el caso de la producción agropecuaria, el aumento de las retenciones hizo que varias asociaciones del sector amenazaran con paros, corte y lockaut patronal. También en estos días puede verse que los medios insignias del poder, la Nación y Clarín, y sus medios cercanos siguen en un periodismo de guerra manifiesta, a pesar de los mensajes conciliatorios del gobierno de superar la grieta.
Como decíamos más arriba el poder se ejerce, sino comienza a perderse. AF parece dispuesto a ejercerlo y avanzar con las reformas que prometió en campaña y que el pueblo votó. Si persiste y profundiza podrá ir consolidando un respaldo popular más sólido y el apoyo de mayores sectores sociales y políticos.
Por supuesto como decíamos más arriba el panorama general muestra muchas acechanzas, pero también muestran oportunidades de dejar atrás la pesada herencia neoliberal.